Perfiles económicos de un futuro incierto

Bien está dar la buena nueva al fondo de reconstrucción, pero sería prudente que leer no nos hiciera perder el escribir, y nuestros gobiernos, empezando por el de Barcelona, ​​pasando por la plaza de Sant Jaume y llegando a Madrid, que tiene el papel más destacado en todo ello, en lugar de hablar tanto de futuribles, también nos dieran respuesta a grandes problemas del momento presente.

Empezamos por uno grande que señala claramente la magnitud a la que nos enfrentamos. Es bien sabido que el presupuesto del estado de este año incorpora 27.000 millones de los fondos europeos, una cantidad importante de dinero que, si no llegan, serán realizados endeudándose aún más. Pero, esta aportación es menos de una cuarta parte de la brecha que ha generado la crisis y que se eleva a 110.000 millones, una magnitud brutal. Por tanto, y en el mejor de los casos, quedarían 83.000 millones para compensar el destrozo de la pandemia. Si esta brecha no se cierra, tendremos aquí una herida permanente que quedará supurando tanto en orden económico como social. El problema es que ni se habla.

Una segunda cuestión se refiere al empleoUn país crece a base de dos componentes: las personas ocupadas y su productividad. Pues bien, España también en este ranking negativo encabeza la reducción de la tasa de empleo en Europa en 2020, por lo que la proporción de adultos con trabajo ha bajado el 65,7% 7 puntos menos que la media de la UE , con una reducción de 2,3 puntos porcentuales en relación con el 2019. Hecho que según Eurostat nos sitúa a la cabeza del descenso, por encima de Irlanda y Bulgaria que, con 1,7 y 1,6 respectivamente, nos siguen en este ranking. El número de ocupados en España es el tercero más bajo de toda Europa y sólo nos superan Grecia e Italia, si bien en este último país la caída 2020 sobre 2019 fue la mitad de la española.

El tercer gran problema es el turismo. Cataluña es, en relación al peso que tiene esta actividad en su PIB y empleo, la cuarta comunidad española. Entre efecto directo e indirecto representa un 23% del PIB catalán y un 25% del empleo . El problema radica en que, vacunación incluida y en los términos más optimistas posibles, este verano habrá una recuperación, pero quedará a años luz de su normalidad y, por tanto, al menos la mitad de aquellos porcentajes quedarán descabezados. De hecho, según el informe de la consultora McKinsey, la recuperación total del turismo español no se producirá hasta el 2024 y el del internacional hasta el año siguiente. Por tanto, queda un largo periodo de antemano en el que se pueden destruir empresas y empleo si no hay una gran acción coordinada de todos los gobiernos. Tampoco parece, en este caso, que la agenda política lo contemple con la suficiencia necesaria.

Por último, pero no menos importante, el Banco de España, que no es exactamente una ONG, se ha visto en la necesidad de alertar sobre la situación tan vulnerable en la que está situada la juventud, sin que tampoco en este ámbito se vean movimientos suficientes de ningún tipo. El Ayuntamiento de Barcelona y la Diputación de Barcelona no lo abordan con los recursos necesarios, la Generalitat está reunida, y el gobierno español está enfrascado en los grandes conceptos de la sostenibilidad, la resiliencia y el género. Pero, de momento ni cinco de cajón.

El Banco de España considera que la pandemia ha agravado las deficiencias que puso de relieve la anterior crisis sobre este grupo de población. Señala que una tercera parte no tienen ingresos, es decir, en términos sencillos, son pobres de solemnidad. Y por si fuera poco, son los menos protegidos por los ERTE. Si a esto le añadimos la situación de los jóvenes que ni estudian ni trabajan, porque cada vez hay menos motivación para hacerlo, el panorama es tétrico.

Y por si fuera poco, y a diferencia de otras, la sociedad civil tampoco dedica demasiada atención a esta gran carencia. Estamos ante una ruptura histórica de la solidaridad generacional y, si no se resuelve, sufriremos las consecuencias. El problema es que uno de los principales sufridores, no los únicos, serán precisamente los jóvenes, que no tienen ninguna culpa.

Estamos ante una ruptura histórica de la solidaridad generacional y, si no se resuelve, sufriremos las consecuencias. Share on X

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