Una parte nada pequeña de los medios de comunicación de Europa y de EE.UU. han desencadenado una crítica a la estadística oficial rusa sobre el número de muertos, bajo la acusación de que los infravalora porque, y esta es la cuestión, sólo contabiliza los que han sido ocasionados directamente por el virus y esto hace que haya una gran diferencia con la mortalidad real, que se calcula que es mucho mayor.
Lo que resulta más revelador de este asunto, es que el sistema ruso de informar sobre las defunciones es el mismo que el español, es decir, sólo cuenta las defunciones que han sido de personas a las que se ha efectuado el test demostrativo de sufrir Coronavirus. Esto hace que el número real de muertos en España sea mayor que el que dan las estadísticas oficiales, porque la otra forma de contabilizarlo, por lo que se conoce como exceso de mortalidad, es decir la anomalía en el número de muertos registrados en relación con los mismos periodos de años precedentes aporta cifras mayores.
En este caso, España destaca con un 23% más de lo normal y por tanto estaríamos próximos a la cifra de los 100.000 muertos en lugar de los 70.000 y pico de la estadística oficial. De hecho, somos uno de los países de la UE donde esta diferencia entre cifra oficial y exceso de mortalidad es más importante, porque sólo nos supera Eslovenia por un punto (24%) y estamos empatados con Polonia en el 23%. Detrás nuestro viene Portugal con un 21% igual que el Reino Unido, e Italia con un 20%. En otros lugares la cifra es mucho menor. En Alemania es sólo del 9%, en Grecia del 7%, en Dinamarca del 3% y en Noruega no hay diferencia.
Esta anómala mortalidad se expresa también de dos maneras diferentes que objetivizan la dimensión de la tragedia. Por una parte y por primera vez en la historia, se ha reducido el número de personas jubiladas, consecuencia de que la Covid-19 mata sobre todo a la gente mayor de 65 años. La otra muy espectacular, es la pérdida de la esperanza de vida en la estadística registrada. España se ha convertido en el país de la UE que ha registrado el mayor descenso, confirmando que es el que ha resultado peor parado como consecuencia de la Covid. Hecho que, como es evidente, cuestiona todo lo que se ha llevado a cabo hasta ahora. La reducción es superior a 1,6 años y este es un retroceso importante. Es la mayor caída en un año desde la Guerra Civil, y esto ya da una idea de la magnitud del daño ocasionado. Ahora, la esperanza de vida ha disminuido hasta los 82,4 años, que sería menos si aplicáramos el criterio de la mortalidad real, porque entonces nos situaríamos apenas en los 82. Hay que recordar que la esperanza de vida 2019 fue de 84 años.
Con estas cifras no se entiende por qué aún no se ha determinado una comisión científica independiente que revise todos los errores cometidos para explicar por qué España es el país que en términos de vidas humanas ha obtenido un peor resultado en la Unión Europea , y no digamos ya si, además, introducimos la variable de la capacidad económica de cada país a la hora de valorar los resultados.