La India es una gran potencia emergente. El enorme impacto del crecimiento de China a lo largo de las últimas décadas ha desviado la atención que merece la emergencia de la India, un fenómeno de primera importancia mundial. La India es probablemente el país más fascinante del mundo. Constituye un mosaico social, cultural y religioso de una gran dimensión y complejidad, en forma de subcontinente, al sur del Himalaya y fronterizo con China, con la que mantiene importantes conflictos territoriales.
La India presenta cinco características diferenciales respecto a China, el otro gigante asiático. La primera es demográfica. La India, dentro de pocos años (2030 según la ONU), tendrá más habitantes que China y se convertirá en el país más poblado del planeta. Con el crecimiento de su productividad per cápita, junto a unos costes laborales unitarios bajos, la India puede cumplir con algunas de las previsiones que la sitúan muy pronto en el tercer lugar del ranking mundial de riqueza económica en los próximos años, por encima de Japón. Las previsiones correspondientes a 2050 señalan la India como la segunda potencia mundial después de China, por delante de Estados Unidos, Indonesia, Brasil, Rusia, México, Japón, Alemania y Reino Unido (en términos de paridad de poder adquisitivo). Seis de las diez mayores economías del mundo serán, pues, países emergentes en 2050.
La segunda característica diferencial es idiomática. En un mundo global, el inglés es la «lingua franca». Las élites indias lo hablan perfectamente, lo que no sucede en China. La tercera característica, por la misma razón que la anterior, consiste en que el colonialismo británico introdujo en la India un factor esencial para el desarrollo económico: el derecho mercantil. Esto le ha supuesto una concepción de la seguridad jurídica muy cercana a como es definida en Occidente. La cuarta característica hace de la India un país tan sumamente complejo y desde tantos puntos de vista -social, étnico, económico, cultural, idiomático, religioso, etc.- que sus élites ya están acostumbradas a la gestión de la complejidad. Esto conlleva haber generado una gran facilidad para la abstracción. No es casual que los mejores especialistas en la complejidad que se refleja en el mundo de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TIC), ocupando puestos muy relevantes en las mejores universidades estadounidenses, sean de origen indio. La quinta característica, que tampoco se da en China, es que, a pesar de sus inmensos problemas socioeconómicos, la India tiene un sistema de representación política de carácter democrático. Puede ser considerada la democracia más grande del mundo. Por todas estas circunstancias, se convertirá, según todos los analistas, en un referente del futuro inmediato y de todo el siglo XXI.
Con 1.380 millones de habitantes, la India está a punto de sobrepasar China, con 1.440 millones de habitantes, como país más poblado del mundo, pero no en términos de poder económico, donde sus desventajas son aún muy importantes. El PIB de la India es de 2,6 billones de dólares, muy lejos de los 14,9 billones de China (FMI, 2020).
Al inicio del siglo XVII, cada uno de estos dos gigantes asiáticos significaba un tercio del PIB mundial, disputándose el liderazgo económico mundial que hoy todavía ocupa los Estados Unidos. A partir del siglo XVIII, con la colonización de la India y la semicolonització de China, ambos países se empobrecieron y su recuperación no se produciría hasta finales del siglo XX.
Las relaciones entre la India y la UE son ambivalentes. Existe una larga historia de contactos económicos y culturales que arrancan desde el tiempo del Imperio romano. A partir del siglo XV empezaron a establecerse colonizadores europeos en el subcontinente indio. Los ingleses, presentes desde 1600, cuando se fundó la Compañía de las Indias Orientales, convirtieron la India en 1858 en una parte integrante del imperio británico hasta que llegó a independizarse en 1947. Hoy, europeos e indios comparten valores democráticos. Los indios, como los chinos, no quieren recibir lecciones de Occidente, especialmente en el ámbito de derechos humanos. Consideran que muchos europeos desconocen la realidad india y las bases de su estructura social fundamentada en una tradición milenaria cultural y religiosa. Tampoco ha gustado a los indios que los países occidentales miraran más hacia China que a la India.Pero también es cierto que China, más pragmática y calculadora, se modernizó y se abrió económicamente hacia el exterior, antes que la India.
Desde el año 2000 la UE y la India celebran cumbres políticas bilaterales, complementadas con encuentros empresariales. En la cumbre de La Haya de 2004, la India fue calificada de «socio estratégico» de la UE. La UE es actualmente el primer socio comercial de la India. La última cumbre entre la UE y la India tuvo lugar por videoconferencia el 15 de julio de 2020. La siguiente tendrá lugar en Oporto el mes de mayo del año en curso, dentro del marco de la presidencia rotatoria portuguesa de la UE. Entre las prioridades de esta presidencia, figuran de manera destacada las relaciones con la India. Es algo natural, pues Portugal mantiene una larga tradición de relaciones con este país. El año pasado, el primer ministro Narendra Modi, conservador nacionalista hindú (su deriva nacionalista preocupa cada vez más a la comunidad internacional), no pudo trasladarse a Europa por culpa de la pandemia, pero el mes de mayo de este año el primer ministro portugués, Antonio da Costa, espera recibirlo personalmente en Oporto para reforzar una cooperación que es estratégica para la UE y para Portugal. Tanto para los 27 como para el gobierno de Lisboa, el reforzamiento de las relaciones con los hindúes servirá de contrapunto a la creciente influencia china, que preocupa a muchas capitales, ya sea porque se ve a China salir reforzada de la pandemia del coronavirus como por el hecho de que el año pasado China fue la única gran economía que creció.
La India va ocupando rápidamente un lugar muy importante en el nuevo orden mundial. Desde el año 1947 hasta el año 1991, su economía estaba estancada, dominada por burócratas que se movían dentro de una nube de corrupción. Muchos hindúes optaron entonces por irse de su país. Hoy hay una gran diáspora de hindúes en Estados Unidos, bien colocada, en posiciones de alto nivel en muchas organizaciones, empresas electrónicas, industria en general, sanidad, investigación, etc. Más de 240.000 médicos de origen hindú formados en la India trabajan en Estados Unidos, constituyendo el 20 por ciento del número total de médicos que trabajan allí. Los ingenieros indios tienen un gran prestigio en todo el mundo. La diáspora hindú es la segunda más grande del mundo, después de China. Su rivalidad con China es patente y creciente: demográfica, democrática, económica, territorial, cultural, etc.El peso de la India hace cada día más obsoleta una composición del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas sin la presencia de este segundo gigante asiático y la de otras potencias emergentes.
El punto de arranque del proceso ascendente de la India se produce a principios de la década de los años noventa del siglo pasado. El abandono del sistema económico burocratizado y centralizado, seguidor del modelo soviético, se produjo en 1991, precisamente el año de la implosión de la URSS. El cambio de modelo económico del comunismo maoísta a la economía de mercado se produjo en China trece años antes, en 1978, bajo el liderazgo de Deng Xiao Ping. El elefante hindú tardó, pues, trece años más que el dragón chino a despertarse y afrontar el reto de la globalización. Ambos países apostaron por transitar desde una economía socialista planificada a una economía de mercado. Pero China se modernizó y se abrió al exterior de manera más rápida y decidida. El distanciamiento económico entre los dos países se amplió en las décadas siguientes a su cambio de régimen económico. El PIB de la India se multiplicó por 4,5 veces de 2000 a 2015, llegando a los 2,1 billones de dólares, claramente por detrás del ritmo de crecimiento chino.
La India es un gigante económico. Es una potencia autosuficiente en el terreno alimentario, puede exportar cada año más de 20 millones de toneladas de cereales (produjo 246 millones de toneladas en el año 2019). A partir de 1997 se ha convertido en el mayor productor del mundo de leche (188 millones de toneladas en el 2019). La India es el cuarto mayor productor de vehículos y el tercer productor / consumidor mundial de energía eléctrica. Es la primera potencia mundial en el sector de las TIC (tecnologías de la información y la comunicación). En estos momentos en que la fabricación de vacunas contra el coronavirus es una prioridad mundial, es poco conocido que la fábrica de vacunas más grande del mundo se encuentra en el Instituto Serum de la ciudad de Pune (estado hindú de Maharashtra, en el centro oeste del país, capital Mumbai -antes Bombai- centro económico de la India), de la que salen cada día 2,3 millones de dosis de la AstraZeneca. Con todo, la India necesita grandes reformas estructurales para incrementar la productividad y la eficiencia económica, sobre todo si quiere competir con su colosal vecino chino del norte. La India aún sufre graves déficits: sistema educativo y sanitario deficientes, proteccionismo comercial elevado, infraestructuras anticuadas, problemas energéticos y medioambientales, rigidez del mercado laboral, burocracia inadecuada, sistema ancestral de castas, grandes desigualdades de renta, etc. Los indios, sin embargo, son optimistas sobre el futuro de su país, que cuenta con una de las poblaciones más jóvenes del mundo y la clase media más numerosa.
La India es considerada por los analistas como una potencia decisiva para asegurar la paz y la estabilidad política mundial. Significa un gran contrapeso demográfico, económico, científico, tecnológico, militar, cultural y territorial del gigante chino. China e India comparten una frontera de más de 3.440 kilómetros y tienen disputas territoriales importantes. Son los dos países más poblados del mundo, con dos enormes ejércitos dotados de armas nucleares. La India tiene una larga tradición pacifista, inspirada en el gran ejemplo de Mahatma Ghandi. Espera tener un papel muy relevante en el nuevo orden mundial por muchas razones: pronto líder mundial demográfico, población intelectualmente cada vez más preparada, buena presencia en las instituciones internacionales, democracia sólida, civilización antiquísima, etc. Los Estados Unidos, Japón y Australia cuentan con la India para controlar el expansionismo del gigante chino.
La UE y la India están de acuerdo en impulsar un multilateralismo eficaz y un orden multilateral basado en normas, articulado alrededor de las Naciones Unidas (ONU) y la Organización Mundial del Comercio (OMC). Han reiterado su compromiso con el Acuerdo de París sobre el cambio climático y con la paz y la seguridad mundial vía desarme y la no proliferación.
El poder económico internacional ha ido trasladándose del oeste hacia el este a lo largo de los dos últimos siglos. El siglo XIX fue «el gran siglo europeo», el siglo XX ha sido «el siglo americano» y el siglo XXI será probablemente «el siglo asiático», con su núcleo duro situado en la gran región Asia-Pacífico-Índico y el estrecho de Malaca como centro de gravedad económica mundial. En ese núcleo duro China ocupa el lugar predominante, pero al lado tiene la India.
La India es considerada por los analistas como una potencia decisiva para asegurar la paz y la estabilidad política mundial. Share on X