Sí, alcémonos. Están en juego nuestras vidas, trabajo y bienestar.
En Cataluña están muriendo sesenta personas al día. En España han muerto más de 80.000 desde el inicio de la pandemia; el 93% tenían más de 65 años.
La Covid mata y mucho, pero sobre todo mata a gente mayor. ¿Podemos aceptar esta mortandad sin que se nos rebele la conciencia? ¿Es, quizá, una fatalidad inexorable? ¿Es una depuración necesaria?, como apuntaba días atrás en Lanzarote Isabel Merino, una dirigente de Podemos, el partido que gobierna en España y en Barcelona: «Yo pienso que con este virus nos está dando la naturaleza un aviso de que quizás estamos llenando la Tierra de muchas personas mayores «.
Tenemos medio millón de parados en Cataluña, y cerca de cuatro millones en España, sin contar las personas en ERTE. ¿Cuánta gente más tiene que quedarse sin trabajo? ¿cuántos autónomos deben arruinarse? ¿cuántas empresas han cerrado o están con el agua al cuello?
¿Tiene que ser tan grande la tragedia? ¿Debemos vivir aún meses y meses en la catástrofe, la más grande desde la Guerra Civil? ¡No! Está claro que no.
La vivimos porque nuestros gobernantes no ponen, o no saben poner, todos los medios, los recursos materiales, humanos y de inteligencia, necesarios. Porque no era inexorable, y menos aún a estas alturas, que el daño fuera tan grande. No es fruto de ningún hado maligno, sino de la incompetencia y la irresponsabilidad.
Y ¿qué nos espera si seguimos así? Hemos empezado el año mal, tanto que se ha intentado aplazar un deber tan serio como son unas elecciones. Pero siendo malo no es lo peor, porque dados los ritmos de vacunación viviremos dentro de un trágico Dragon Khan, en el que perderemos la Semana Santa y el verano.
Además, una amenaza se cierne sobre nosotros: las mutaciones del SARS-CoV-2. La variante británica es un 30% más contagiosa, y se divisan la sudafricana, que puede presentar resistencia a las vacunas actuales, y la brasileña, una especie de combinación de las dos anteriores. Cuanto más lenta sea la vacunación, un número más alto de mutaciones se producirán. Por si fuera poco, parece claro que la protección adquirida es inferior al año, por lo que, con el ritmo de vacunación actual, aún no habrán terminado cuando comenzará a ser necesario volver a vacunar todos.
En estas condiciones, las muertes, si bien menos numerosas, continuarán y la recuperación económica será frágil, irregular, ruinosa. Pero ahora más que nunca las cosas no tienen que ir así. Tenemos en las manos un cambio radical, un gran y nuevo horizonte, combinando una vacunación rápida y un buen uso de los fondos europeos.
Porque la respuesta es evidente. Pasa por una vacunación masiva y diligente, que tiene poco que ver con lo que están haciendo. España ha aplicado tan sólo una dosis de vacuna a menos del 2% de la población, y además en grupos muy fáciles porque ya estaban concentrados: personas de residencias y personal hospitalario. La dificultad logística radica en la vacunación general de la población, no la que están haciendo hasta ahora. A este ritmo, ¿cómo quieren lograr una vacunación efectiva del 70% en junio, según ha reiterado el ministro Illa, cuando además se requerirán dos dosis en la mayoría de casos, debido al tipo de vacunas disponibles? ¿Dónde están los 13.000 puntos de vacunación que nos prometió Sánchez? ¿Era otro engaño? Uno más.
Observemos el caso de Cataluña: inmunizar no ya al 70% sino al 60%, excluyendo los menores de 14 años, y considerando un óptimo de disponer de un tercio de vacunas monodosis, que todavía no tenemos, necesitaremos inyectar 6,7 millones de dosis, de las que, a 14 de enero, se han aplicado 121.000. El tiempo que queda hasta el 30 de junio hace necesario inyectar 40.000 vacunas al día, cuando el máximo alcanzado hasta ahora ha sido de 15.000. Hay unos 340 CAP y dispensarios. Añadiendo hospitales y centros similares, digamos que todo llega a 400 centros. Pues bien, para lograrlo cada uno debería estar vacunando a razón de cien dosis diarias a lo largo de los siete días de la semana desde el pasado 15 de enero. No es el caso. Están muy lejos del objetivo. Y esta es la cuestión si queremos reducir drásticamente las muertes y dar seguridad a empresas y trabajadores, y normalizar su actividad.
Sabemos que Israel, que utiliza la estrategia de una vacunación masiva, ya ha parado en un 33% la propagación de la infección con una cuarta parte de la población vacunada. Es el camino. Además, si bien una sola dosis no inmuniza, hace menos grave la enfermedad en caso de padecerla.
Esta debe ser la primera y principal reivindicación de todos los ciudadanos, voten lo que voten.
Levantémonos! Utilizamos todos nuestros medios para exigir que cumplan lo que prometieron, y garanticen, al menos, el 60% de inmunizados en junio. En el ejemplo catalán significa 40.000 vacunaciones diarias. Esta es la única respuesta para salvar vidas, evitar enfermos, recuperar el trabajo y las empresas. No lo dude. No se deje engañar. Que no pongan excusas. Es necesario que hagan público el plan de vacunación que contemple grupos a vacunar, centros y tiempo. Mientras esto no esté, simplemente nos engañan .
Publicado en La Vanguardia el 25 de enero de 2020
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