La polémica abierta por la ley de la eutanasia y de un plan integral de cuidados paliativos, y el rechazo por parte del gobierno y de las fuerzas políticas que lo apoyan ERC, Bildu, JxCat, CUP, BNG, PNV, Más país, Compromiso, Teruel También Existe, ha dado lugar a poner en evidencia la pésima situación española en este ámbito.
Ahora se constata que España es uno de los peores países de Europa y sin duda el peor de Europa occidental, al mismo nivel que Georgia, Chequia, Letonia y Rumanía, y lejos de la situación de Portugal, Italia, Francia, Alemania, Hungría, el Reino Unido, Suecia e incluso Polonia.
En España existen 0,6 servicios de cuidados paliativos para cada 100.000 habitantes. En Austria hay 2,2, en Irlanda 1,9, en Polonia 1,5, en el Reino Unido 1,3, en Alemania 1,1, igual que en Hungría, 1 en Francia y en Suiza, y 0,9 en Italia y Portugal. Además, una parte de estos servicios, y no pequeña, no reúnen todos los criterios establecidos en la SECPAL (Sociedad Española de Cuidados Paliativos), por considerar estos centros. Y por otra parte no forman parte de los recursos asistenciales, sino que pertenecen a asociaciones y centros de investigación.
En Cataluña hay 73 recursos totales de este tipo, de los cuales sólo 24 son recursos propiamente asistenciales. La realidad es que el 60% de los enfermos terminales no tienen acceso a esta atención final, que es la que garantiza un buen acompañamiento y unas buenas condiciones de vida. No sólo eso, sino que de acuerdo con los estudios llevados a cabo por el doctor Xavier Gómez Batiste, que ha sido primero y único catedrático de medicina paliativa en España, la introducción de estos no sólo es beneficiosa para los servicios, sino que ahorra costes al sistema porque estas personas suelen ir a las atenciones críticas con cierta frecuencia a consecuencia del dolor que sufren y que no es atendido.
Es sorprendente que con este panorama de los cuidados paliativos, la respuesta del gobierno sea, por un lado, poner en marcha una ley de la eutanasia que autoriza la muerte de personas aunque no sean enfermos terminales y al mismo tiempo la negativa rotunda de resolver el clamoroso déficit español de incorporar un solo euro al actual presupuesto para el 2021. Parece como si el gobierno temiera «la competencia» de los cuidados paliativos a la eutanasia. De hecho no es ningún disparate considerarlo, porque los mismos especialistas en este ámbito señalan que muchos de sus pacientes les piden en la primera visita que les ayuden a morir y cambian rápidamente de opinión cuando los efectos radicales de la paliación del dolor y el acompañamiento trunca el sufrimiento que tenían. En este sentido, hay una razón adicional muy decisiva: la eutanasia es una opción irreversible, por lo contrario, el cuidado paliativo permite cambiar de criterio.