Precisamente en el momento que Ada Colau asume su mejor momento político, al aprobar el presupuesto con el apoyo de la teórica oposición de Maragall y ERC, y de Manuel Valls, surgen en Barcelona símbolos de resistencia y oposición de carácter espontáneo sobre lo que es un mal gobierno.
Uno de ellos especialmente llamativo es el pesebre viviente reivindicativo que una veintena de actores y 50 ciudadanos han organizado en la plaza Sant Jaume. Es una protesta contra la suspensión del pesebre que cada año se levantaba en este lugar y que Colau ha liquidado. Esta primera representación se repetirá a las 6 de la tarde los días 29, 30 y 4 . Una protesta que también pretende ser una reivindicación de la cultura popular absolutamente marginada por el Ayuntamiento.
La otra es el homenaje espontáneo que se produjo en la barrera de hormigón, la New Jersey, de Balmes a pocos metros de la Gran Vía donde murió un motorista como consecuencia del fuerte golpe que se dio con estas protecciones de hormigón. Cada día aparecen flores frescas y ya han surgido también pintadas lamentando la muerte y reclamando la responsabilidad del Ayuntamiento que, por cierto, permanece en silencio como si nada hubiera pasado. Se quita el muerto de encima, nunca mejor dicho.
De manera cada vez más evidente, el descontento con la gestión de Colau toma cuerpo en la ciudad y se produce la paradoja de que esta disensión ciudadana no encuentra en la oposición municipal una acogida clara. Obviamente es hoy una evidencia de que el voto a ERC equivale a reforzar a Colau, y el voto a Colau equivale a reforzar a ERC, porque esta es la pareja que se está prefigurando a pesar de que los resultados a ambos lados de la plaza levanten en la ciudadanía muchos más suspensos que aprobados.