Es una evidencia que siempre llueve sobre mojado. Las políticas de restricción para detener la Covid-19 cuanto más intensas son más castigan los grupos con menores ingresos. Un estudio del CaixaBank Research lo pone de manifiesto:
En el mes de febrero , es decir antes de la Covid-19, el 50% de la población con menores ingresos percibía el 20,5% de los ingresos totales, mientras que el 10% de la población con mayores ingresos recibía prácticamente el 29,8%. Es decir, unos recibían menos de la mitad de la distribución media y los de arriba de todo percibían el triple. Esto antes de las transferencias del sector público que actúan como nivelación. Después de las transferencias, la población de menores ingresos sube un poco más de 4 puntos su participación en la renta total y alcanza el 24,7%. Mientras que el 10% de población con más ingresos ve reducida su participación con poco más de 1,6 puntos, hasta el 28,2. Esta era la capacidad redistributiva antes de la pandemia.
El grupo más numeroso, la población con ingresos intermedios, que representa el 40% de la población, acumulaba prácticamente el 50% de los ingresos totales antes de transferencias y disminuía al 47% después de estas .
En el mes de agosto, después de haber pasado el período crítico, el descenso en la población de menores ingresos es grande porque pasa del 20,5% del mes de febrero al 16,4% . Pero aquí las transferencias son muy importantes porque con su ayuda consiguen llegar al 23,2% de la renta total, una cifra, sin embargo, que continúa por debajo de la que disponían en el mes de febrero (24,7%).
Por su parte, el grupo del 10% de población de mayores ingresos en agosto se había situado antes de las transferencias en el 32,2%, es decir, acumulaba un trozo más grande de pastel, que se veía reducido al 28,9% después de las transferencias, pero aun así todavía era una cifra ligeramente superior a la que detentaba el mes de febrero (28,2%).
La deducción que permite realizar estos datos es, por un lado, la importancia de las transferencias del estado para amortiguar la situación. En segundo término, el hecho de que ha sido la mitad de la población de menos ingresos la que ha sufrido realmente el impacto de la crisis, y esto se ha producido también porque una parte de la que podríamos llamar clase media ha caído dentro de este grupo. En tercer lugar apunta un problema de futuro: desde el momento en que las transferencias se reduzcan y se tienda a recuperar la situación previa, la desigualdad aún crecerá mucho más de lo que hasta ahora lo ha hecho; en otras palabras, las consecuencias sociales de la pandemia todavía las tenemos que registrar en toda su magnitud .