AIReF ya ha dado los datos de la evolución del PIB por comunidades autónomas del tercer trimestre de este año. En términos interanuales, el tercer trimestre cayó en el conjunto de España el -8,7%, pero esta extraordinaria reducción se debe sobre todo al mal comportamiento de tres comunidades autónomas: las Islas Baleares, con una reducción de su PIB del -21, 3%, seguida de Canarias, con una tasa también negativa del -13,4%. Es evidente que estas autonomías que practican el monocultivo del turismo debían registrar un fuerte impacto negativo. Lo que puede sorprender es que la tercera, y a gran distancia de la siguiente, sea Cataluña con una caída del -12,6%.
Este comportamiento debería disparar todas las alarmas porque señala una fragilidad impropia de un país que se considera a sí mismo como fuertemente industrializado. También hace ver que aquella calificación en mercados de trabajo de toda Europa donde Cataluña aparecía como sorprendentemente definida como enclave turístico con respecto a su opción productiva, no resulte tan descabellada como puede parecer. Un diferencial de casi 4 puntos con la media española es mucho.
Para situar algunas referencias comparativas, hay que ver que la Comunidad Valenciana, que es la que nos sigue en cuanto a importancia en la reducción el PIB, se sitúa en -9,5 puntos, a pesar de que también en ella el peso turístico en toda la costa, de Castellón a Alicante, es extraordinario. La otra referencia puede ser Madrid donde la reducción ha sido ligeramente inferior a la española con un -8,0%. Las que han resistido mejor el embate económico del coronavirus fueron Extremadura, con una reducción del -4,1%, Murcia, con un -4,3%, y Castilla-La Mancha con -4,5%, a pesar del fuerte impacto de la Covid-19 en esta última comunidad. Seguramente la importancia del sector agrario en los tres territorios ha actuado en esta ocasión como un cojín amortiguador. Pero también esta observación hay que matizar porque la fuerte zona industrializada de El País Vasco también ha tenido, en términos comparativos, un buen registro con una reducción del -5,6%, una magnitud similar a la de Galicia, Castilla y León y Cantabria que mejoran el resultado con un -5,0% y Asturias en una posición intermedia del -5,4%.
Vistas estas cifras y pendientes de los resultados del último trimestre del año, todo conduce a la conclusión de que hace falta una fuerte revisión del estado y las perspectivas de la economía catalana.