En un punto clave anterior contábamos que la presión fiscal es un indicador muy insuficiente de la fiscalidad de los ciudadanos de un país, y de si estos pagan mucho o pagan poco. Y explicábamos la necesidad de introducir otros conceptos como el del esfuerzo o sacrificio fiscal .
Hay todavía otra forma de medir la fiscalidad que es más completa y que da una idea mucho más real del esfuerzo que hacen los ciudadanos con los impuestos personales que pagan. Se trata de la cuña fiscal que de hecho es lo que se paga por IRPF más todo lo que se aporta a la Seguridad Social tanto por parte de la empresa como por parte de los trabajadores. En nuestro caso sería, grosso modo, el salario bruto.
A menudo cuando se habla de impuestos se pasa por alto que esta carga de la Seguridad Social es otro impuesto muy importante sobre el trabajo con efectos claros, en el sentido de que cuanto más alto es, más disuasoria resulta la nueva contratación.
Pues contemplado desde este otro punto de vista, el de la cuña fiscal, España se sitúa por encima de la media de los países de la OCDE , por lo que un asalariado sin hijos paga casi el 40% de sus ingresos, 3 puntos más que la media de la OCDE. Una familia con dos hijos paga el 36,3%, mientras que en la OCDE paga el 30,8%. Aquí pues, la unidad familiar con descendencia está peor tratada que en el conjunto de los países desarrollados, porque la diferencia con ellos es de 5,5 puntos . Es un factor más que ayuda a entender porque es tan difícil tener hijos en España .
Si a este hecho se le añaden las bajas prestaciones para ayudas a las familias con hijos, el panorama resultante nos sitúa en la cola de Europa. Una forma bien expresiva de medir si pagamos mucho o poco es saber cuántos días trabajamos para pagar al estado. El resultado medio es de casi 6 meses, 175 días . Si aquí le añadiéramos los impuestos autonómicos específicos y municipales, superaríamos claramente el medio año. Las comparaciones tienden a ser horrorosas, pero hay que decir que este grado de fiscalidad es extraordinariamente mayor que la que pagaban los campesinos de la gleba a sus señores. Nadie trabajaba gratis a lo largo de 6 meses.
Se puede decir que esta comparación es excesiva, y ciertamente en parte lo es, pero menos de lo que parece, porque la idea de que lo que pagamos nos es devuelto es inexacta. Si descontamos las pensiones que en teoría deberían financiar con las cotizaciones, de media un ciudadano de este país paga 13.500 euros, pero sólo recibe por todas las contrapartidas 8.600 euros, 5.000 euros desaparecen por el camino. En estas condiciones, hablar de impuestos bajos es una burla.
De media un ciudadano de este país paga 13.500 euros en impuestos al Estado Share on X