El área central de Barcelona, ​​incluido el eje del Paseo de Gracia y todo el núcleo histórico, pero también la zona alejada de la Sagrada Familia, se derrumba económicamente. La actividad comercial ha llegado a reducirse un 70%.

La situación, sin embargo, presenta alguna diferencia en función de si se trata de barrios con una fuerte componente de población residente (como es el caso de la Sagrada Familia) o no, porque si tiene vecindad, el consumo local compensa parcialmente la gran caída. Pero el daño es más extenso.

Según Pulso, que registra la actividad comercial mediante el uso de las tarjetas, el 30 de septiembre considerando los últimos 7 días y en relación con el año anterior, la actividad económica de Barcelona estaba sólo en el 61%. De hecho, ahora ninguno de los sectores llega o supera el 100%. Incluso la alimentación, que siempre se había situado en cifras altas iguales o superiores a las del año pasado, ahora ha retrocedido ligeramente hasta el 95,5%, y es, con diferencia, el sector mejor situado. En la cola están los hoteles (11%), la ropa (48%), la restauración y otros comercios (61%). Por tanto, el daño comercial es muy importante y va más allá de la hostelería.

Un indicador de la movilidad, y por tanto de la actividad, lo da el gasto en gasolineras y transportes. En el primer caso se está al 69%, por lo tanto, el tráfico privado, a pesar del temor al uso del transporte público, sigue muy por debajo que antes. Este hecho tiene una traducción en los indicadores de la calidad del aire, que en las últimas semanas están registrando buenos resultados. El transporte público sólo está al 73%, y es lógico, porque el paro se ha disparado en la ciudad. 93.000 personas sin trabajo, sin contar aquellas que están en su casa afectadas por un ERTE. Todo ello, como es lógico, también castiga a la actividad comercial, en toda la ciudad y no sólo en los barrios turísticos. Además, por la estructura de edad de Barcelona, ​​la población activa no es demasiado numerosa y, si esto no se arregla, pronto nos podemos convertir en una ciudad en la que uno de los principales componentes de su renta sean las pensiones. Sería un indicador de situación pésimo.

Y mientras, Ada Colau se dedica a cortar el tráfico en la Via Laietana cada sábado. Es su forma de ayudar a revitalizar la ciudad.

 

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