Que Cataluña ha presentado unos pésimos resultados en el marco de los malos resultados españoles es una evidencia numérica, tanto por el número de personas hospitalizadas graves, como sobre todo por la tasa de mortalidad y el número de muertos. Con relación a la primera sólo hay que subrayar el hecho de que es la más grande de España para las personas de más de 74 años. Algo muy grave ha fallado en el sistema de salud catalán para que se produjera esta circunstancia tan trágica.
El coronavirus continúa entre nosotros, como es evidente, y la situación de Cataluña vuelve a ser de alerta por el número de casos. Los contagios han vuelto a crecer con relación a la primera semana de junio a consecuencia del aumento de la movilidad interna, sobre todo en cuanto al área metropolitana. La semana del 25 al 31 de mayo, en Cataluña hubo 257 casos diagnosticados, por un total de 685 de España. La cifra catalana, y también la española, fue disminuyendo semana tras semana. Pero a finales de junio había vuelto a aumentar para situarse en los 256 casos por 638 en España. El coronavirus, por tanto, continuaba bien activo.
Si se observa la situación actual por comarcas, puede constatarse como la afectación mayor se da en un corredor central que va del Segrià hasta La Garrotxa y que pasa por Osona, Bages, Anoia, Conca de Barberà, Segarra, que es el territorio más afectado, y a continuación l’Urgell, Pla d’Urgell y el Segrià, que hoy es el foco con un mayor número de casos y de brotes: se han producido casi 300 positivos más en los últimos ocho días. También en las comarcas del Pirineo, en especial en el Valle de Aran, se da una incidencia relativa, número de casos por habitantes, alta, pero con poca significación, dado que la reducida población hace que tres positivos ya presenten una incidencia comparativamente elevada. También Barcelona y el Baix Llobregat constituyen núcleos con una afectación discreta pero relevante.
Todos estos casos se pueden tipificar en tres grupos: los que se producen en los temporeros de la recogida de fruta, en las industrias cárnicas, siguiendo el patrón alemán, pero también el contagio en celebraciones y reuniones familiares. La única ventaja de la actual propagación del virus es que este o bien parece menos agresivo, hipótesis que muchos expertos cuestionan, o bien la intervención sanitaria es mucho más rápida y completa, lo que permite, a pesar de la falta de tratamientos definidos, contener los efectos del Covid-19 en una fase más inicial. Seguramente la realidad cabalga alrededor de estas dos explicaciones: las elevadas temperaturas y descenso de la humedad relativa hacen poco propicia la vida para el coronavirus, y también que el sistema sanitario vaya más holgado permite una mejor actuación.
En todo caso, de aquí se desprende una enseñanza de cara al otoño, cuando se espera que una acentuación de la capacidad agresora del SARS-CoV-2 sea mucho mayor y además se produzca el impacto anual de la gripe. Es por esta razón que previsiblemente la vacunación contra este otro virus comenzaría este año a finales de junio. La incidencia en la industria de la carne es un aviso ambiental: muchas personas en espacios cerrados, elevada humedad y bajas temperaturas, que es el escenario del otoño y el invierno.
El problema importante es si a la base de la multiplicación de estos focos, que en todos los casos se consideran bien delimitados, se acaba dando lugar a un confinamiento territorial, como ya se hizo con Igualada. El impacto sería importante. Tendría un efecto psicológico y también económico, porque daría la imagen de una Cataluña donde la incertidumbre por la propagación de la enfermedad se mantiene viva.
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El mapa-foto que heu posat es de quan estavem en estat d’alarma y/o en alguna fase de desescalada ¿Policia a les fronteres?¿A barcelona?….
[…] Fuente: Conversescatalunya.cat […]