Cataluña siempre ha fomentado afianzar su autogobierno y a la vez proyectarse al mundo. Hay que decir que en términos positivos esta última condición ha quedado muy perdida. Desde que el independentismo se ha convertido en la única bandera gubernamental, nuestro país ha quedado excluido de la interlocución internacional y particularmente europea. El único lugar donde se registra una cierta presencia es en los juzgados de Bélgica, Alemania y Escocia. No es un buen balance.
La desgracia de la actual pandemia ha ofrecido paradójicamente una oportunidad a los países pequeños para convertirse en una referencia mundial. El caso más espectacular es el de Taiwán. Este semi estado, que no es reconocido por la mayoría de las naciones por la presión de China, siempre intenta sacar la cabeza para intentar salir del ahogo al que el gigante asiático le somete. En parte lo ha conseguido gracias a reconstruir de la nada una economía brillante, y ahora ha conseguido convertirse en un referente mundial por la forma y el éxito con que ha hecho frente al Covid-19, que prácticamente no ha afectado a este país, a pesar de la cercanía con China y la importancia de los intercambios comerciales y de personas.
Cataluña, que cuenta con un nivel elevado de inteligencia médica, podía haber desplegado iniciativas que la convirtieran en un referente a escala al menos europea. No ha sido así. La gestión ha resultado como mínimo torpe y la primera iniciativa propia, confinamiento de Igualada, se ha saldado con un número elevado de infectados y muertos. A estas alturas, plana la grave incongruencia de que Barcelona es la única capital de España que está aislada de su provincia.
La razón es sencilla: la Generalitat quiso decidir las unidades territoriales para aplicar cada fase, y determinó qué era el área sanitaria. Y como está prohibido en fase 1 pasar de un territorio a otro, y la ciudad de Barcelona es en sí misma una unidad, el vecino de Barcelona no puede cambiar de acera para coger el metro porque se encuentra situado dentro del límite de L’Hospitalet. Cuando reclamaron que esta era la unidad territorial, ¿a nadie se le ocurrió pensar que se produciría esta consecuencia? Es un ejemplo de lo deficiente que es la aplicación de las capacidades de autogobierno.
Cataluña siempre ha fomentado afianzar su autogobierno y a la vez proyectarse en el mundo, pero esta última condición ha quedado muy perdida Share on XAsimismo, este fin de semana el presidente Torra se ha descolgado haciendo pública una larga lista de reivindicaciones, en buena parte justificadas. La pregunta es por qué lo hace tan a destiempo. Si realmente pretende obtener algún resultado, lo lógico hubiera sido que la hubiera empleado desde el primer momento, para aprovechar las cinco negociaciones, cinco, que Sánchez ha tenido que hacer para aprobar los respectivos estados de alarma.
En esta dinámica negociadora, hasta llegar al escándalo de Bildu, han participado todos. Desde el modesto Teruel Existe hasta el PNV, que se ha llevado la parte del león. Pero no, los partidos catalanes, en lugar de negociar han hecho manifestaciones de principios, y ahora que ya parece prácticamente agotada la posibilidad de arrancar las concesiones del gobierno, es cuando levantan la bandera de las reivindicaciones concretas. Realmente parece como si lo que nos gustara fuera que no nos hicieran caso, y así poder disfrutar de nuestra desgracia. Sería una versión política del masoquismo.
Por si fuera poco, ahora la Generalitat lanza a una campaña de promoción turística en el resto de España para atraer visitantes. Después de haberles dicho lo que se les ha venido diciendo durante años. Las mentes que diseñan todas estas actuaciones realmente son dignas de ser estudiadas.
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