La sociedad civil debe organizarse y liderar la superación del desastre

Para abordar nuestra realidad hay que asumir que estamos ante unos problemas de dimensión histórica, sólo superados por la Guerra Civil, que nuestras generaciones han vivido.

Situaré una cifra para enmarcar la magnitud de la tragedia. Me puedo equivocar, pero estimo que a 31 de diciembre habrán muerto entre 70 y 80 mil personas por el Covid19 y, unas 40 mil más del exceso de mortalidad debido a otras causas que, por el colapso, no han podido ser bien atendidas.

Han pasado cosas muy graves, y no están definidas. Enumero algunas para ejemplificar la necesidad de reflexión y respuesta:

  • El desacierto de las respuestas gubernamentales, que nos han conducido a ser el país del mundo con más muertes con relación a la población, superando a Italia. España: 15% de la mortalidad de mundial, con menos de un 1% de la población. Cataluña supera claramente a España. Aquí hay una reflexión necesaria sobre la eficiencia y la eficacia y, en el trasfondo, las virtudes arquetípicas que deberían reunir aquellos que elegimos para gobernar.
  • La quiebra del sistema en el caso de las personas mayores ha sido trágica, para las residencias sobre todo, pero también para las personas que vivían en sus hogares. También aquí se aplica la reflexión anterior, más otras dos. Una, muy funcional, que obliga a reflexionar sobre el modelo de residencias. Otra, más profunda, sobre la familia, la vivienda, y el papel de las personas mayores en nuestra sociedad.
  • El documento del Servicio de Emergencias de Cataluña dando instrucciones sobre a quién facilitar y a quién no aplicar los respiraderos en función de la edad (75 años) y el argumentario a utilizar para no trasladar a los mayores a los hospitales ha sido una vergüenza de la que se han hecho eco los medios internacionales. Aquí la reflexión es sobre quién decide sobre la vida de las personas, en nombre de quién y de qué, y más allá aún, sobre nuestra axiología sobre el valor de la vida humana.
  • La conversión del estado de alarma en un estado de excepción, y la inoperancia de los parlamentos, es una advertencia. La tentación del cesarismo o dirigismo democrático es patente. Un jefe de gobierno hablando en nombre de toda la nación, ha sido asumido por muchos con normalidad, cuando es una aberración democrática, porque sólo representa al gobierno. Las representaciones completas son del Congreso y del Jefe del Estado. La democracia ya sufría, ahora sufrirá más. No basta acudir al Congreso cada 15 días para solicitar una prórroga, y a la vez mantener la parálisis en el control gubernamental en el Congreso y en el Parlamento. Una vez más los presidentes de ambas instituciones se han manifestado más como personas de partido que como la autoridad institucional que representan.
  • El confinamiento y las condiciones sociales. No tiene nada que ver vivirlo sin especiales angustias económicas en un hogar suficiente que vivirlo sin ingresos y en una habitación realquilada, o toda una familia de 4 personas en 40 metros cuadrados.
  • El gobierno de Cataluña acumula errores, genera desconcierto, exacerba el conflicto; utiliza la tragedia para su política de confrontación; y va a conflicto diario con el gobierno español. Pero, al mismo tiempo queda por explicar por qué la tasa de muertes es tan alta en Cataluña, en la Conca d’Òdena, en las residencias de ancianos (cerca del 25% de toda España en estos centros). Y por qué hasta ahora no se ha reconstruido uno de los puentes de Montblanc… a manos de los pontoneros del Ejército. La eficacia del gobierno Torra lo sitúa en las antípodas del gobierno vasco que, a pesar de la explosión inicial y el gran foco de Vitoria, ha acabado haciéndose con el control, al menos en términos comparativos. La disponibilidad de respiradores y el uso masivo de tests tienen mucho que ver. ¿Por qué en un caso han dispuesto de estos medios, y en un país tan exportador y con relaciones como Cataluña, esto ha llegado tarde y mal?
  • La crisis económica puede ser monumental, con una reducción del PIB de entre 8 y 10 puntos según las diferentes estimaciones, y muchas empresas, sobre todo pequeñas, destruidas, y un paro que puede llegar al 15%. Pero hay otras apreciaciones como las del ministro Escrivá, que considera que todo el problema será perfectamente manejable. ¿Estamos ante una bajada histórica o un periodo pasajero corto?
  • Y aparte de todo esto, una política que se sigue moviendo por criterios muy partidistas. Tengo serias dudas de que los partidos actuales, seguro que con algunas excepciones, estén capacitados para llevarnos por el buen camino, sin una reacción extraordinaria de la sociedad civil que marque prioridades, sistematice exigencias y, sobre todo, regenere la práctica política.

Sólo podremos encarar bien el futuro si la sociedad civil se organiza mejor y se mueve por encima de los partidismos. Es necesario que la sociedad que muestra solidaridad, iniciativa, creatividad, disciplina, se organice para regenerar la política. Si no lo hacemos, difícilmente saldremos bien parados de esta tragedia histórica.

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