El Gobierno español ha cometido un grave error en su estrategia contra el coronavirus, y a ello dedicaremos la atención de Converses, para contribuir a otro enfoque que nos ayude a transitar mejor por el grave problema en el que nos encontramos.
Pero si los errores de enfoque son lógicamente censurables, todavía lo son más aquellos que han facilitado la propagación de la pandemia por motivos de ideología política. Es el caso de las manifestaciones feministas del pasado día 8. Conversas ya ha publicado los datos que muestran como los casos se dispararon en Madrid, sobre todo, el lunes y martes siguientes.
En realidad ahora ya se conoce que el impacto comenzó a producirse a partir de la misma tarde noche del domingo. La responsabilidad de este hecho recae obviamente sobre el Ministerio de Sanidad, pero de una manera especial lo haces sobre Fernando Simón coordinador del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias del Ministerio de sanidad, que de manera explícita apoyo la manifestación en rueda de prensa.
Ahora, además, se conocen otros hechos que avalan el calificativo de pésima la decisión adoptada de no prohibir aquellas manifestaciones, pero si hacerlo con otros actos, como por ejemplo la Maratón de Barcelona. Uno de estos hechos es el informe del Centro Europeo para el Control y Prevención de Enfermedades (EDC) donde se indicaba a los Estados miembros que en las circunstancias que existían, no el 8 de marzo, sino el 3 que fue cuando formuló la advertencia, los gobiernos debían promover en la población medidas de distanciamiento social, señalando específicamente el evitar “actos multitudinarios”. Por consiguiente, los responsables de sanidad conocían el criterio que, por sí solo, ya debería haber llevado a la suspensión de la gran concentración de mujeres, para evitar exponerlas a un riesgo innecesario.
No fue así, porque tanto Sánchez como Iglesias veían en la manifestación la gran oportunidad de ser reconocidos en su feminismo militante. Para ello habían aprobado deprisa y corriendo, y con enfrentamientos mutuos incluidos, un mal anteproyecto de ley sobre libertad sexual. Ahora sabemos, además, que una de las protagonistas de la ley y de la manifestación, la ministra Irene Montero, está infectada por el coronavirus y por tanto se convirtió en un agente transmisor durante la manifestación.
¿Cuántas personas más que estaban afectadas por el coronavirus acudieron al evento que reunió a 150.000 asistentes? No lo sabemos, pero que las referencias generales es posible inferir como una estimación mínima el orden de 30 personas, que durante su desarrollo, y antes y después en lugares de encuentro, bares y transportes públicos colmados de gente, lo transmitieran. De acuerdo con las cifras estándar esto podía significar entre 90 y 120 infectados, que podrían ser muchas más, porque al menos para España, todavía no resulta evidente la capacidad de contagio. Todo ello en una sola secuencia, que a su vez, podrían multiplicar por 3 o 4 en el mejor de los casos en los días sucesivos. No todos ellos serían transmisores, pero el impacto era innegable, como lo demuestran los datos posteriores.
También hay en todo esto una responsabilidad de la Comunidad de Madrid y del Ayuntamiento, por no haber intervenido por miedo escénico prohibiendo la concentración. Tenemos unos políticos que entre salud pública y riesgo político eligen evitar el segundo, y esto es muy peligroso. Más en concreto, dos personas, Irene Montero y Fernando Simón tienen una gran responsabilidad en todo lo sucedido, política sobre todo, pero también técnica y humana, y debería serles exigida.
¿Cuántas personas que estaban afectadas por el coronavirus acudieron al evento que reunió a 150.000 asistentes? Share on X