Durante la víspera de San Juan se normalizará todo tipo de circulación y también se habrá producido el levantamiento de barreras al acceso de visitantes extranjeros. Será una fecha clave para verificar el grado de control real que se tiene sobre la pandemia.
Entre ese día y los 14 siguientes, y evidentemente más allá, se podrá observar si se producen rebrotes significativos, como está sucediendo en Alemania y en China, o importados, como ha pasado en Nueva Zelanda, que se había liberado por completo del Covid-19.
En este sentido hay tres vectores particularmente peligrosos. Uno, obviamente, es la llegada de extranjeros a unos grandes aeropuertos (como el de Barcelona, Madrid, Las Palmas, Málaga, Alicante) que no disponen, especialmente los dos primeros, del personal necesario para un control sanitario adecuado.
El segundo vector se refiere precisamente a las fechas, el día 23 es la verbena de San Juan, que es una celebración importante no sólo en Cataluña sino también en otras autonomías, como el País Valencià y Baleares. El hecho de que esta celebración coincida con el inicio de la normalización puede generar la pérdida del autocontrol por parte de mucha gente, básicamente descuidar en el uso de mascarillas y la distancia física.
El tercer vector, que conecta con las celebraciones, pero que va más allá, son los jóvenes. Los menores de 35 años son los responsables del 50% de los brotes de Covid-19. Tres factores explican este hecho: muchos de ellos son portadores asintomáticos o con síntomas poco relevantes, su mayor tendencia a no mantener las condiciones de seguridad personal (mascarilla, distancia…) y su afición a participar en eventos, fiestas, conciertos, que concentran a mucha gente con gran proximidad. Estos hechos, ligados a que la casi totalidad de estos jóvenes viven con sus padres, también pueden convertir los hogares en un foco de contagio.
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