Antonio Gramsci (1891-1937) ha dejado escrito que «cuando un mundo viejo se muere y un mundo nuevo está por llegar, en el intervalo surgen monstruos». El papa Francisco ha dicho (2014) que «ha empezado la guerra mundial a pedazos». Josep Piqué ha declarado (2018) que «no estamos viviendo sólo una época de cambios, sino que estamos viviendo un verdadero cambio de época». El think tank Bruegel, radicado en Bruselas, ha hecho público un informe (2023) en el que afirma que «nos dirigimos hacia una nueva Guerra Fría entre dos bloques liderados, respectivamente, por Estados Unidos, la potencia hegemónica, y China, la potencia emergente».
Monstruos, en el sentido gramsciano de la palabra, tenemos ahora mismo unos cuantos en el panorama internacional, bien vivos y amenazadores, como la guerra de Gaza, la guerra de Ucrania, los retrocesos de Francia en África y el derrumbe de la Franceafrique, las penetraciones militares de Rusia en Siria y en África, las guerras híbridas, los lanzamientos de misiles de Corea del Norte hacia Corea del Sur, la venta de armamento de Corea del Norte en Rusia, el rearme generalizado, la desestabilización y la ruina del Líbano, la guerra civil de Yemen, el resurgimiento del Daesh o Estado Islámico, el bloqueo de la navegación por el Mar Rojo, etc. Destacados comentaristas no dejan de hablar de «crisis continuadas», «crisis mundial permanente» o permacrisis, «desorden», «estado de confrontación general» y «guerra mundial a pedazos».
Lo cierto es que se está muriendo un orden mundial y está naciendo uno nuevo, al tiempo que se está desplazando el centro de gravedad geoestratégico del planeta de Occidente hacia las regiones de Asiapacífico e Indopacífico, que Josep Piqué se atrevía a situar concretamente en el Estrecho de Malaca.
A partir de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos y Occidente crearon las llamadas «instituciones de Bretton Woods» (1944) (Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional, GATT, más tarde convertido en la Organización Mundial del Comercio) y la Organización de Naciones Unidas (ONU) (1945), con el fin de responsabilizarlas de la gobernanza económica y política mundiales, respectivamente, estas instituciones son hoy cuestionadas, especialmente por China, también por Rusia, que las consideran demasiado “occidentales” , y acusan a EEUU «de unilateralismo» y de «hegemonismo».
Por este motivo están construyendo sus propias instituciones globales, algunas en el marco del grupo llamado BRICS -sobre lo que volveremos más adelante- creado en 2009 por Brasil, Rusia, India y China, a los que posteriormente se añadió Sudáfrica. El primero de enero de este año se han incorporado cinco nuevos estados: Irán, Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Etiopía y Egipto. La ONU está lejos de ser eficaz en materia de gobernanza política mundial, debido esencialmente al derecho de veto de los cinco miembros permanentes de su Consejo de Seguridad (Estados Unidos, China, Rusia, Reino Unido y Francia).
El orden mundial fue bipolar de 1945 a 1989 con dos potencias dominantes, EEUU y la URSS, y se caracterizó por la Guerra Fría. China, en 1978, cambia de modelo económico, adopta el sistema de libre empresa (capitalismo de estado), inspirándose en el modelo exitoso de Singapur, y comienza una espectacular carrera de crecimiento económico. En 1989 cae el Muro de Berlín y en 1991 hace implosión la URSS. El sociólogo Francis Fukuyama pregona entonces “el fin de la historia y el triunfo universal de la democracia liberal y la economía de mercado”.
El orden mundial durante el período 1989/1991-2001 es plenamente unipolar, con EE.UU. como potencia hegemónica indiscutible. En 1989 significó una gran victoria para Occidente. Mientras tanto, China continúa su camino ascendente meteórico y es admitida en 2001 como estado miembro en la Organización Mundial del Comercio (OMC). El progreso de la OTAN de aquellos años en territorios de la antigua URSS será la razón primera de la invasión rusa de Ucrania en 2022.
El cansancio americano de tanta guerra se hace visible con su retirada unilateral de tropas de Afganistán en agosto de 2021
A partir del año 2001 (atentados terroristas islámicos en EE.UU.) y hasta 2021 (retirada unilateral de EEUU y Occidente de Afganistán) se vive un período caracterizado por el declive progresivo del orden unipolar dominado por EEUU, que se enzarza durante veinte años en costosas guerras de respuesta a los atentados de 2001 (Irak, Afganistán, Siria…). El cansancio americano de tanta guerra se hace visible con su retirada unilateral de tropas de Afganistán en agosto de 2021, que recuerda la humillación americana vivida años atrás en Vietnam.
Estados Unidos desaprovecha sus años de poder mundial en solitario posteriores a la caída de la URSS y queda atrapado en empresas irreflexivas como las guerras de Irak y Afganistán. Esto proporciona un tiempo muy valioso en China, que ya se ve superando a los americanos en la carrera tecnológica. Hoy, además, China controla infraestructuras en medio mundo, a través de su nueva política de “las nuevas rutas de la seda“, creada por el actual líder Xi Jinping en 2013. China, después de convertirse en la “fábrica del mundo“, empieza a liderar los sectores tecnológicos de vanguardia.
Putin tomó buena nota de la retirada occidental de Afganistán en 2021 y al año siguiente invadía Ucrania.
La guerra de Ucrania ha causado un gran perjuicio estratégico en EE.UU.: el hermanamiento entre China y Rusia. En la década de los setenta del siglo pasado, Kissinger y Nixon lograron separar a los dos gigantes comunistas. Pero la guerra de Ucrania les ha vuelto a juntar. Rusia porque no tenía alternativa frente al boicot occidental y China porque saca grandes ventajas: crudo y gas a bajo coste más influencia geopolítica enorme en la batalla por la hegemonía mundial. China y la Rusia de Putin son hoy las campeonas del revisionismo de los sistemas de gobernanza económica y política a escala global inspirados por Estados Unidos a partir de 1944.
Actualmente, se puede distinguir entre cuatro bloques en el escenario geopolítico mundial:
1) El Oeste Global (Putin habla de Occidente Colectivo), dirigido por Estados Unidos, en el que se encuentran la OTAN, la UE, Japón, Australia, etc.
2) El Este Global, dirigido por China, en el que figuran los BRICS y la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS), fundada en 2001 por China, Rusia, Kazajistán, Kirguizstán, Tayikistán, y Uzbekistán, a los que se han añadido posteriormente India, Pakistán e Irán, con sede en Pekín.
3) El Sur Global, antiguos «países no alineados», «países en vías de desarrollo» o «tercer mundo», un total de unos 124 países que India pretende dominar, pero también China y Occidente, a través de múltiples iniciativas de influencia o control que llegan tanto del Oeste Global como del Este Global; el Sur global se organiza en grupos como el G-77 o el G-124; buena parte de los países del Sur Global apoyan a Rusia en el pleito de Ucrania, como se ve en sucesivas votaciones en la ONU.
4) Conjunto de potencias regionales y «viejos imperios renacientes» como India, Turquía, Irán, Brasil, Indonesia, Nigeria, etc.
Otro grupo existente, llamado G-20, aglutina a países tanto del Oeste global, como del Este global y del Sur global, para tratar sobre cuestiones económicas de interés global, siendo la organización que más se parece a un gobierno mundial, aunque sólo de carácter económico.
Se observa el fuerte desgaste del orden unipolar liderado por EE.UU. -que al mismo tiempo está conociendo graves problemas de orden interno, como son una extrema polarización política y la posible llegada de una segunda presidencia de Trump de consecuencias imprevisibles- y un avance hacia un nuevo orden (o desorden) mundial de carácter multipolar, en el que sólo existen dos potencias globales: la hegemónica en declive (EE.UU.) y la re-emergente (China). Cabe decir que China es más propiamente «re-emergente» que simplemente «emergente», pues se trata de una civilización con cinco mil años de historia que vuelve a su liderazgo secular.
históricamente, el destino de las relaciones entre una potencia hegemónica y otra emergente suele acabar en conflicto bélico
Los analistas coinciden en afirmar que el futuro del mundo dependerá del tipo de relaciones que las dos grandes superpotencias –EE.UU. y China– lleguen a establecer entre sí. Son de tres tipos: competencia, cooperación y confrontación. La famosa «trampa de Tucídides» asusta cuando avisa que históricamente, el destino de las relaciones entre una potencia hegemónica y otra emergente suele acabar en conflicto bélico.
Por su parte, la UE no logra convertirse en una tercera potencia mediadora entre USA y China. Por el momento es incapaz de llegar a su unión política federal con políticas comunes en materia de defensa y exterior. La UE aspira a cierta «autonomía estratégica» dentro del Oeste global dominado por USA. Los europeos no tenemos ni fuerza para aconsejar, como se está viendo en la actual guerra de Gaza, que ha puesto en evidencia el distanciamiento de posiciones no sólo entre distintos estados miembros de la UE, sino también entre altos representantes de las propias instituciones comunitarias europeas.
La ampliación de los BRICS de cinco a diez miembros el día 1 de enero de 2024 es un caso paradigmático del desplazamiento del centro de gravedad geopolítico y geoeconómico del Oeste hacia el Este. Tal y como anunciaron en su última cumbre de Johannesburgo de agosto de 2023, cinco nuevos miembros se acaban de incorporar al grupo. Argentina fue también invitada, apadrinada por Brasil (miembro fundador), pero el gobierno argentino actual presidido por Javier Milei ha declinado finalmente la invitación, alegando que no está dispuesto a «alinearse con los comunistas» y que «los mis socios preferentes son Estados Unidos e Israel».
Los diez estados miembros actuales del grupo BRICS representan casi la mitad de la población mundial y cerca de 40% del PIB mundial. Constituyen el mayor contrapeso político en el Occidente Global.
Los BRICS incluyen tres de los países que figuran entre los diez mayores exportadores de petróleo del mundo (Irán, Emiratos y Arabia Saudí). Plantean abrirse a más países y crear una moneda común que haga frente al dominio global del dólar. Con todo, tendrán que lidiar con fuertes diferencias internas, como la rivalidad entre India y China, las buenas relaciones que algunos miembros tienen con EEUU (Brasil, Egipto, India, Arabia Saudita), o la tradicional enemistad y rivalidad regional entre Irán y Arabia Saudí.
Uno de los proyectos más destacados de los BRICS ha sido la creación en 2015 del Nuevo Banco de Desarrollo, una institución alternativa al Banco Mundial y al Fondo Monetario Internacional, con sede en Shanghai, que ya ha invertido más de 30.000 millones de dólares a diferentes economías del tercer mundo. Los BRICS tienen un gran potencial de desarrollo. Occidente ve en los BRICS una alternativa al actual orden mundial.
A la vista de todo ello, cabe pensar que nos encontramos ante la deconstrucción, lenta pero progresiva, del sistema multilateral instaurado después de la Segunda Guerra Mundial, así como del orden mundial unipolar inaugurado a partir de 1989 dominado por USA, que se ha ido debilitando especialmente a partir de 2001 hasta tocar fondo en agosto de 2021 con la retirada estadounidense de Afganistán.
Actualmente, se avanza hacia un nuevo orden (o desorden, según algunos analistas) de carácter multipolar y al mismo tiempo, se va conformando una nueva Guerra Fría, principalmente comercial y tecnológica, entre las dos únicas superpotencias, EEUU y China , protagonistas de una gran batalla por la hegemonía mundial.
Históricamente, el destino de las relaciones entre una potencia hegemónica y otra de emergente suele acabar en conflicto bélico Share on X