Los datos publicados por el INE sobre las ampliaciones de capital y las sociedades anónimas creadas en 2021, no dejan lugar a demasiadas dudas. Cataluña no va bien en cuanto a la capacidad de generar inversión en su territorio.
Normalmente, cuando se habla de empresas, se considera el número de las que se crean y de las que desaparecen, pero ésta es una visión muy poco descriptiva de la realidad porque no dice nada de la dimensión de la empresa, es decir, del capital que mueve. Si cierra una empresa que ocupaba 1.000 trabajadores y se abren 10 que ocupan 500, el balance resultará teóricamente positivo, pero en la práctica no será así.
Por esta razón el factor realmente indicativo es el dinero que se invierte en ampliaciones, sinónimo de que las cosas progresan y crecen, y también en nuevas sociedades anónimas.
Los resultados de ambos tipos de cifras señalan un mal comportamiento en el caso catalán. En términos globales y en cuanto a la ampliación de capital, Cataluña concentró el 20% de la inversión, 448 millones de euros. Este porcentaje parece razonable, porque groso modo corresponde al peso de nuestra economía en el conjunto, pero esta impresión se difumina cuando se observan con mayor detalle las cifras. Madrid concentró 5.640 millones, más de 10 veces la cifra catalana, pero es que por delante nuestro pasaron Valencia con 2.173 y Andalucía con 1.630.
Cataluña quedó prácticamente al mismo nivel que el País Vasco, con 442 millones de euros en ampliaciones de capital. Es evidente que en la contabilidad de estas ampliaciones juega el efecto sede, es decir, allí donde legalmente está registrada la entidad y de este modo percibiremos el efecto terriblemente desfavorable que se produjo a consecuencia de la fuga de las sedes de las grandes empresas de Cataluña. Después, la concreción territorial de estas ampliaciones de capital se distribuye de forma mucho más amplia, pero el flujo como tal, su localización y su centro de dirección están allí donde indican estas cifras.
Si esto no cambia, Cataluña habrá perdido su posición destacada en el seno de España como centro de ampliaciones de capital.
El otro componente es la inversión efectuada en nuevas sociedades anónimas creadas, y aquí el resultado tampoco es bueno. Se han suscrito 56 millones de euros, lo que representa sólo el 12,5% del total español, una cifra muy por debajo del potencial de nuestro PIB. En el País Vasco, que encabeza este ranking, se registraron 180 millones en capital suscrito en nuevas sociedades anónimas, seguido de Madrid con 149. Ya más atrás aparece Valencia con 30 y Andalucía con 14.
El panorama, por tanto, está claro, y no sabemos ver en la política económica de la Generalitat nada que haga pensar que este escenario tan deficiente tenga perspectivas de cambio.