Publicado en La Vanguardia el 6-6-2022

Plutarco inició la más famosa de sus obras, Vidas paralelas , en torno al año 115 con un afán más moral que histórico. Se trata de cuarenta y seis biografías, que emparejó buscando la relación entre vidas ilustres. Soy de los pocos afortunados que tienen la versión de la Fundació Bernat Metge de 1926, traducida por Carles Riba y revisada por Lluís Nicolau d’Olwer. Cada página de esta cuidada edición contiene la versión en griego y su traducción en un catalán magnífico. Eran tiempos en los que Catalunya quería ser grande por cultura y humanismo; cuando existían élites constructoras del país.

Al releer el tomo primero, otro paralelismo me ha venido a la cabeza: el del Barça y Catalunya. Se asemejan en su tono vital, por la aurea mediocritas , no bien reconocida, que ahora les rodea, después de los éxitos del pasado. No sé si esto se llama decadencia, pero en todo caso no corresponde al papel que históricamente hemos desarrollado desde la revolución industrial del siglo XIX, franquismo incluido. Y para que la afirmación no quede en una divagación más o menos culta, me referiré a un buen sistema de indicadores sobre bienestar. El de la OCDE para las regiones de los países miembros.

En este índice complejo, las regiones que se nos asemejan en sus resultados son Cerdeña, el Gran Este francés y la región de Lisboa. No está mal, pero queda lejos de con quien creemos parecernos. En ninguna de las once grandes temáticas que se cuantifican, nos situamos entre los tres primeros en relación con España. Ocupamos una excelente posición internacional en salud a causa de nuestra esperanza de vida, pero solo somos quintos en el Estado.

En definitiva, no destacamos en nada, sea a escala de España, sea en el marco de la OCDE, porque cuando estamos en un buen nivel en el plano internacional, en seguridad, por ejemplo, poseemos un pobre desempeño en el Estado (13.ª posición entre 19). Cuando sobresalimos en algo es por una generalidad española, más que por una especificidad catalana. Además, en capítulos básicos quedamos muy mal parados: educación, compromiso cívico, ocupación, medio ambiente y satisfacción con la vida. Cinco sobre once, mal asunto.

Háganme caso. Lo nuestro no funciona y cada vez será peor. Pongámosle remedio… y quizás así el Barça vuelva a ganar.

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