La Agencia Mundial Antidopaje (AMA) ha impuesto recientemente a Rusia la sanción más dura de su historia al prohibir su participación en los grandes torneos mundiales durante cuatro años. La pena implica la ausencia de la bandera rusa en los juegos olímpicos de Tokio de 2020 o el Mundial de Fútbol de 2022.
La reacción de las autoridades rusas no se ha hecho esperar. El presidente de la federación rusa, Vladimir Putin, declaró el pasado 9 de diciembre que «las sanciones no pueden ser colectivas o aplicarse a personas que no tienen nada que ver con determinadas violaciones».
A Moscú todavía le quedan 15 días para recurrir la sentencia. Y seguro que lo hará, según informó el gobierno ruso. El primer ministro Dimitri Medvedev ha apuntado también que la medida forma parte de la «histeria anti-rusa» y que se trata de una decisión motivada políticamente.
Una afirmación que ha encontrado el apoyo de China, que ha hecho un llamamiento a «no politizar el mundo del deporte». El Ministerio de Asuntos Exteriores chino mostró también su apoyo a la Agencia Antidopaje Rusa, acusada de complicidad.
La pena impuesta por la AMA supone en cualquier caso un durísimo golpe a la Rusia de Putin, que ha invertido el equivalente a miles de millones de dólares en volver a hacer de su país una superpotencia deportiva como en los tiempos soviéticos. Para el presidente ruso, es casi una humillación personal.
Deportistas rusos como la campeona olímpica Yelena Isinbayeva han expresado también su indignación por el carácter colectivo de la condena. Para Isinbayeva, las sanciones son «crueles, injustas y mortales para el deporte ruso», y se pregunta qué pasará con los atletas que no han resultado salpicados por los escándalos de dopaje que han sacudido Rusia desde 2014.
Otros, como la también campeona María Lasitkene, han alzado la voz contra la falta de acción del gobierno ruso a la hora de buscar y castigar a los culpables del dopaje. «¿Cómo es que nuestros atletas siguen utilizando sistemáticamente sustancias prohibidas, los entrenadores vinculados a los casos de dopaje continúan trabajando con impunidad y nuestros funcionarios deportivos siguen falsificando documentos oficiales?».
Lasitkene afirmó también «estar cansada de competir sin bandera y sin himno». De hecho, desde el primer gran escándalo de dopaje ruso, existe desde hace cuatro años un veto a todas las disciplinas del atletismo ruso.
Hasta 49 medallas olímpicas han sido retiradas a Rusia por casos de dopaje, más que cualquier otro país. Se estima que en torno a 1.000 atletas rusos se han beneficiado en los últimos años del programa de dopaje ruso, encubierto por la Agencia Antidopaje de Rusia (RUSADA).