Un estudio de FEDEA, «Hacienda Pública y demografía: impacto distributivo de impuestos y prestaciones en los hogares agrupados por edades», de Julio López Laborda, Carmen Marín Gonzalez y Jorge Onrubia, de mayo de 2023, permite establecer la caída de renta en los hogares españoles que se produce a partir de los 65 años, y más a partir de los 75. Concretamente:
«El porcentaje de los hogares pertenecientes al primer quintil decrece hasta los 50 años (del 21,9% al 11,4%), aumentado a partir de esa edad hasta llegar a alcanzar el 44,2% para los mayores de 75 años.En el otro extremo de la distribución, la presencia relativa de hogares pertenecientes al último quintil de la distribución (20% de hogares con mayor renta bruta) va aumentando a medida que se eleva la edad, hasta a los 65 años (desde el 12,3% al 29,3%) y después disminuye, hasta representar sólo el 4,7% para los mayores de 75. Si consideramos de forma agregada el 40% de los hogares con mayor renta (4 y 5), su participación relativa crece de forma continuada hasta los 65 años (del 33% al 51,9%), hasta caer prácticamente a la mitad entre esta edad y los 75 años (26,6%), y de forma muy importante cuando se superan éstos (11,4%)” (págs. 4, 5).
«Al poner en relación estos valores medios de la renta bruta de cada tramo de edad con la distribución para el conjunto total de hogares, observamos que la renta bruta media de los hogares más jóvenes (aquellos cuyo sustentador no supera los 30 años), se sitúa en el tercer quintil, en el otro extremo, la renta bruta media de los hogares de más edad (aquellos cuyo principal sustentador es mayor de 75 años) está en el segundo quintil de la distribución global. Para el resto de los hogares, las rentas brutas medias de cada grupo de edad se ubican en el cuarto quintil de la distribución” (pág. 5).
Considerado en su conjunto, las rentas de una población en un territorio dado decrecerán en la medida en que aumente la proporción de hogares de mayores de 65 años y, sobre todo, de 75. La dinámica es distinta según el quintil de partida.
Si observamos en relación con los datos de FEDEA, la evolución en la edad de cada quintil, constata que la caída de renta en relación con la edad inicial de hasta treinta años aumenta, sobre todo, en los situados en el primero y cuarto quintil. La caída es menor en el tercero, más moderada en el segundo y, sobre todo, el quinto, el de máximos ingresos.
Bajo esta lógica, no sólo se produciría una reducción de ingresos, sino que a su vez aumenta la desigualdad, porque los hogares de menores ingresos serían los que se verían más afectados, los del primer quintil, y los de mayor renta, los menos afectados.
La evolución de la población de Barcelona en la relación 35 a 54 años con la de 65 y más años es la siguiente:
Relación 35-54/65 i más años
2020 | 1995 | 1985 |
1,74 | 2,08 | 2,21 |
Fuente: Padrons municipals
La reducción experimentada en relación con 1985 es del orden del 21%, y del 16% respecto a 1995. Éste es un factor que actuaría en una determinada medida presionando hacia abajo las rentas de la ciudad y aumentando la desigualdad.
Por otro lado, y según el estudio sobre el impacto del envejecimiento de CaixaBank Research:
“Utilizando series largas de agregados económicos y demográficos a nivel de comunidad autónoma, estimamos que durante la década 2010-2019 el envejecimiento lastró el crecimiento económico en 0,6 p.p. en términos anualizados. Esta tendencia se mantendrá durante la presente y próximas décadas, en las que estimamos que el envejecimiento provocará una reducción del crecimiento económico de 0,7 p.p. y 0,6 p.p. en términos anualizados, respectivamente. A la hora de analizar el impacto del envejecimiento en el crecimiento económico, muchos estudios han centrado su atención en el margen extensivo de la fuerza laboral. Sin embargo, nuestros resultados obtenidos para el caso de España muestran que la productividad laboral es igual de importante a la hora de analizar el impacto del envejecimiento sobre la actividad económica. Asimismo, dos tercios del impacto a través de la productividad laboral se producen por ajustes en los salarios. La configuración sectorial también juega un importante papel a la hora de analizar la relación entre envejecimiento y crecimiento económico. En este sentido, nuestras estimaciones muestran que en esas CC.AA. donde los servicios tienen mayor peso desde el punto de vista del empleo respecto al resto de CC.AA., el envejecimiento tiene un impacto negativo sobre el crecimiento económico. Sin embargo, en aquellas CC.AA. donde la industria predomina, este impacto es positivo debido posiblemente a la mayor automatización de procesos industriales. En relación con las medidas que pueden atenuar el impacto negativo que tendrá el envejecimiento, una prolongación de la vida laboral, una mayor inmigración y una mayor participación laboral de la población, parecen las principales candidatas a tener en cuenta. Sin embargo, aunque las medidas que fomentan el crecimiento de la fuerza laboral ayudan a reducir el impacto del envejecimiento, necesitarán acompañadas de un aumento de la productividad laboral para que el envejecimiento poblacional no lastre significativamente el crecimiento económico de España en tiempos venideros.
Por lo que respecta a las conclusiones del estudio reseñado y refiriéndonos a Barcelona, podemos estimar que el impacto sobre la reducción del crecimiento en términos de p.p. no será menor que el indicado, dada la importancia terciaria de la economía de la ciudad. Por otra parte, la advertencia sobre el hecho de que la inmigración no es suficiente si no se cuida de la productividad, se aplica con plenitud en Barcelona, porque el aumento de población a expensas de la población inmigrada para sustituir el bajón demográfico autóctono precisamente se caracteriza, como veremos, por su menor productividad”.
La conclusión es muy evidente: el proceso de envejecimiento de la ciudad, cada vez más acentuado, y que la jubilación de la generación más numerosa se acentuará, tiene además otras muchas consecuencias, una tendencia a reducir la renta del grupo de población mayor de 65 años. Éste es un efecto insalvable, estructural y tendencial, que sólo puede subsanarse con ganancias de productividad y, por tanto, de renta para la población en edad de trabajar.
Subrayamos que se trata de agrandar la productividad, lo que no equivale a crecer en población, porque esta dinámica podría tener el efecto contrario si la población que se incorpora tiene una productividad baja. Porque lo que interesa, porque es lo que nos aproxima a una idea de la calidad de vida, no es el crecimiento agregado del PIB de la ciudad, sino la parte que le corresponde a cada uno.
Otra forma de constatar los efectos del envejecimiento es analizar cómo ha evolucionado la composición de la renta de la ciudad con respecto a sus tres agregados que la componen.
La Renta Familiar Disponible Bruta (RFDB) es la resultante de tres grandes componentes. Lo más importante, las rentas procedentes de los salarios. Las demás, el excedente empresarial, que tiene en sus beneficios su parte principal, y, finalmente, las transferencias de las administraciones públicas, que con diferencia tienen en las pensiones la mayor magnitud.
Se presupone que en una economía dinámica y bien constituida, la importancia relativa de cada componente es la que he señalado anteriormente. Simplificando: salarios-beneficios-pensiones, por este orden de magnitud.
Esta era la situación de Barcelona en 1986. Un gran peso de los salarios; más que en el conjunto de Cataluña, una tercera parte del total procedente de los beneficios; algo más en Cataluña, y una fracción que no llegaba al 10% fruto de las pensiones y otras transferencias.
Pero con el paso del tiempo, las cifras cambiaron, aunque todavía sin alterar el orden: a principios de siglo las pensiones ya significaban el 15%, mientras que el excedente empresarial se había reducido hasta significar la cuarta parte. Esta dinámica se acentuó a lo largo del siglo y en 2010, por primera vez, las pensiones superaban los beneficios empresariales en el ámbito de Cataluña, pero no todavía en Barcelona. En 2019 y en la capital, las transferencias superan en casi 2,5 puntos a los excedentes empresariales y se aproximan a significar la cuarta parte de toda la RFDB, al tiempo que los salarios significan la menor proporción de todo el período observado de más de 40 años.
La Renta Familiar Disponible Bruta, tanto de Barcelona como de toda Cataluña, depende cada vez más de las pensiones, el porcentaje de participación salarial se reduce y todavía lo hacen más sus beneficios. Desde 1986, el peso de las pensiones en la renta de la ciudad ha crecido en 14,43 pp., el excedente empresarial se ha reducido en más de 10 pp. y el peso de los salarios lo ha hecho en 5 p.p. Esta no es la descripción numérica de la economía de una ciudad dotada de pujanza.
Renta Familiar Disponible Bruta en tanto por ciento (%)
Salarios | Excedente empresarial | Transferencias públicas | Max. Transferencias | ||
1986 | BCN | 61,37
| 30,06
| 8,57
| |
Cataluña | 56,7 | 35,35 | 8,49 | Cardona17,72 Gironella 14,58 | |
2000 | BCN | 61,7 | 23,2 | 15,1 | |
Cataluña | 59,7 | 24,5 | 15,8 | Berga24 Gironella 20 | |
2010 | BCN | 59,2 | 21,6 | 19,2 | |
Cataluña | 61,3 | 18,9 | 19,8 | Cardona 33 Berga 30 | |
2019 | BCN | 56,4 | 20,6 | 23,0 | |
Cataluña | 57,7 | 19,1 | 23,2 |
Fuente: Idescat
Y aquí es donde entra en juego el otro factor, que dadas sus características también afecta negativamente a la economía de la ciudad: la inmigración.
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Otra forma de constatar los efectos del envejecimiento es analizar cómo ha evolucionado la composición de la renta de la ciudad Share on X