Las sociedades, como los vestidos, necesitan de las costuras para tener forma y ser de esta manera útiles, cumplir con las misiones que tienen encomendadas, que, en el caso de los países, están muy relacionadas con el bienestar, la justicia y la seguridad. Pero en Cataluña cada vez estamos más alejados de estas premisas, porque han saltado la mayoría de costuras que nos construían como país. Ahora solo rige un mantra ficticio y una sola política.
El mantra es el de una independencia de naturaleza metafísica, compatible por lo visto, con la mayor entrega incondicional al Gobierno español que nunca ha registrado un Gobierno de la Generalitat. Ni tan solo los tripartitos presididos por Maragall o Montilla, ambos del PSC, se habían entregado tanto al socialismo gobernante, como lo hace Aragonès con el beneplácito de Junqueras. Todo ello aliñado por los prontos de Junts, que siempre se calman, porque la misma dependencia que tiene Esquerra de Sánchez, la tiene Junts de Esquerra. El resultado de todo esto, es un desastre en la gestión del Gobierno catalán y la más absoluta inoperancia en la consecución de resultados en la relación con el gobierno español.
La única política que parece despertar el interés de la Generalitat bajo la égida de TV3, es todo lo relacionado con las políticas de género, la homosexualidad y la transexualidad. Si prestan un poco de atención a los medios de comunicación y acción de gobierno, se darán cuenta del número de medidas, recursos atención mediática, pronta respuesta, que registran estos temas, mientras que otros vitales yacen en los márgenes de la cuneta. La conmemoración del día del orgullo homo y transexual ( ya es llamativo que alguien pueda proclamar lo que es un defecto, ser orgulloso, sin recibir crítica alguna por ello), ha sido exuberante, y ha superado todos los niveles de saturación mediática y simbólica. Solo hace falta ver como ondeaban las enseñas de este movimiento político en la Generalitat y en el Ayuntamiento, las únicas que lo consiguen año tras año, para constatar la anomalía en la que vivimos. Como anomalía es que la televisión pública de Cataluña dediqué prácticamente todo un telediario ha dicho orgullo, o que emita un programa para ilustrarnos de su particular visión del pene en horario de máxima audiencia.
Mientras cuestiones básicas que hacen sufrir de forma extraordinaria a muchas familias, como la plaga de ocupaciones en Cataluña y especialmente en Barcelona, encuentran oídos sordos en ambos lados de la plaza de Sant Jaume, cualquier reivindicación del mundo GLBTIT (+), encuentra rápido acomodo y respuesta. ( Y el (+) no lo ponemos nosotros, sino sus protagonistas porque significa que la lista de singularidades dotadas de derechos propios y por tanto de privilegios, continúa abierta)
Mientras que la inflación está destrozando la vida de muchas familias, Generalitat, Diputación de Barcelona y Ayuntamiento, siguen sin acomodar ayudas para paliar los daños, mientras mantienen las cuantiosas subvenciones y convenios hacia toda aquella galaxia que ha formalizado políticamente que el deseo sexual es el eje de toda política, cumpliéndose así la afirmación de la profeta de la teoría queer, Premio Nacional de Cataluña, Judith Butler. Este último hecho simbólico define claramente dónde está el eje político de Cataluña, en el que confluyen los dos gobiernos el catalán y el barcelonés, junto con la CUP. Fuera de todo esto es la nada política.
A pesar de esta evidencia, que junto con la independentismo metafísico nos está destruyendo, ninguno de los planteamientos políticos incipientes, pero que pretenden dar respuesta a la actual crisis de Cataluña, contemplan para nada que la política para todos ha sido abducida por las políticas de género y de las identidades sexuales. Mientras todo esto no se revise continuaremos en un callejón sin salida.