Este lunes se ha firmado con solemnidad un acuerdo por parte de la Generalitat, el Ayuntamiento de Barcelona, el Consorcio Hospital Clínic, la Universidad de Barcelona, la Diputación y los ayuntamientos de Hospitalet de Llobregat y Esplugues de Llobregat para construir un nuevo Hospital Clínic, un campus de salud, en los terrenos deportivos que tiene la Universidad de Barcelona en la Diagonal.
Las declaraciones de los protagonistas ante esa firma han sido superlativas. Sin embargo, lo que no se ha planteado en ningún momento son las consecuencias negativas de la elección hecha y cómo puede contribuir decisivamente a acentuar el proceso de degradación del Eixample Izquierdo de la ciudad. Que el Clínic necesita ampliarse substancialmente está fuera de toda discusión. Que la elección elegida sea la adecuada debería haber sido objeto de estudios que son inexistentes.
El Eixample, especialmente la banda izquierda, pero en realidad todo él, está tocado después del experimento Colau con la movilidad. Las condiciones necesarias como área central, como Central Business District, están muy mermadas y, por tanto, este tipo de actividades centrales se están desplazando a la periferia. Y el Eixample, hasta donde llega el fenómeno, va quedando en manos del monopolio turístico y sus derivadas. Florecen los bares, restaurantes, hoteles, pisos turísticos. Abunda el trabajo de baja productividad que acentúa un problema de Barcelona constituida en el principal foco de atención de inmigración de España. La cifra del 30% de residentes en la ciudad de origen inmigratorio está al caer. Este flujo impacta sobre la vivienda sobre todo por las rentas bajas, porque los recién llegados están dispuestos a sacrificarse más para pagar un piso en la capital.
La suma de turismo de ocupación, pisos turísticos y crisis del comercio del barrio por la pandemia tiene unas consecuencias demoledoras para nuestro Eixample, que no son tomadas en consideración por el gobierno municipal, que vive de la vieja lección de los Hereu y Clos de convertir la ciudad en un escenario en el que se representan espectáculos a base del city marketing.
En este marco es donde se inserta la cuestión del traslado del Hospital Clínic. En la izquierda del Eixample ya hay dos agujeros negros de gran magnitud. Uno es la Escuela Industrial y el otro es la Modelo. Dos grandes espacios sin prácticamente ninguna actividad significativa. Con escasa distancia se añadiría un tercero, el agujero del Clínic. Balcells, el responsable del Consorcio, ha afirmado que «se mantendrá parte de la labor de los equipos asistenciales». Pero esto no resuelve el problema del nuevo agujero negro, porque la inmensa mayoría de actividades se marcharán. Y lo que va a quedar será muy poco. Todos los grandes servicios y equipamientos saldrán. Y éste es el problema, porque recordemos que la vitalidad de las áreas urbanas se apoya en centros de economía exportadora, en el sentido de que la actividad que allí se desarrolla atrae a personas y productos de un radio mucho mayor que el del barrio e incluso de la ciudad. Y esto es lo que se perderá.
No es exactamente lo mismo, pero el Ayuntamiento de Barcelona debería ser mucho más prudente y recordar las terribles consecuencias por imprevisión que supuso para el barrio de la Rivera el traslado del Born a la Zona Franca. Y que no se recuperó hasta décadas después y aún a expensas de entregar ese territorio al monocultivo turístico.
Y por si fuera poco, se liquida la única área deportiva universitaria digna de ese nombre. Pensarán que es un tema menor, pero no es así. La flaqueza de nuestro deporte escolar culmina con la práctica inexistencia de un deporte universitario digno de ese nombre. Ahora esa carencia quedará multiplicada. Es escandaloso que el rector de la UB asuma esta liquidación sin poner sobre la mesa una alternativa adecuada.
Todo ello son demasiadas contraindicaciones que señalan, una vez más, el gran vicio de nuestros políticos y más allá de ellos, de nuestras pequeñas élites de querer alcanzar notoriedad a base de proyectos espectaculares, en lugar de sencillamente realizar el trabajo bien hecho en beneficio de la ciudad y de sus habitantes.