Termina una legislatura europea (2019-2024) y comienza otra (2024-2029) que será decisiva para el futuro de la UE

Las próximas elecciones europeas del mes de junio

El catalán Jaume Duch, portavoz y director general de Comunicación del Parlamento Europeo desde 2017, ha declarado que las próximas elecciones europeas que se celebran entre el 6 y el 9 de junio en los distintos estados miembros de la UE (en España el 9 de junio ) son las más decisivas de las últimas décadas. Piensa que esto es así esencialmente porque la situación mundial ha modificado el rumbo fijado por la UE hace cinco años.

Al inicio  del actual ciclo legislativo se fijaron dos prioridades: la agenda verde  y la agenda digital. No se dejarán de lado en adelante, pero «necesitan un nuevo enfoque de seguridad económica y de autonomía estratégica».

En la nueva legislatura serán claves las políticas de competitividad y fortalecimiento del mercado interior, siguiendo las recomendaciones de los informes recientemente presentados por Mario Draghi y Enrico Letta. Draghi ha indicado que es necesario que Europa actúe más como un ente integrado y no como una confederación. Letta plantea profundizar en el mercado único como pieza central de la estrategia económica europea.

El mercado único de 1992 estaba pensado para un mundo menos integrado, en el que Europa tenía más peso y no estaban presentes muchos de los actores de hoy.

necesita más cesiones de soberanía por parte de los estados hacia la UE.

Las empresas europeas necesitan tamaño para competir globalmente. En tres sectores cruciales -finanzas, energía y comunicaciones electrónicas- el mercado está segmentado nacionalmente. Se necesita un mercado integrado para explotar economías de escala y poder realizar las grandes inversiones necesarias, que requerirán colaboración público-privada para acabar de realizar las transiciones verde y digital. Es necesaria inversión en defensa dado el contexto geopolítico por la agresión de Rusia a Ucrania, que puede ser «existencial» para Europa, siempre según Letta. También reclama menos burocracia para facilitar la economía productiva y el desarrollo de las pymes. Todo esto necesita más cesiones de soberanía por parte de los estados hacia la UE.

Las transiciones verde y digital seguirán su curso, pero de manera “reenfocada”, con más realismo. Todo ello envuelto en un marco de aumento de la protección de los intereses económicos y comerciales de la UE y en un contexto internacional muy volátil dentro del cual la UE es dependiente de las cadenas internacionales de suministro. La UE se encuentra en medio de una guerra, de momento comercial, entre Estados Unidos y China, y debe escoger su propio camino dentro de esta gran confrontación entre las dos superpotencias del mundo. A la UE no le interesa un decoupling (desacoplamiento) con China que los americanos le exigen.

Duch ha declarado que alcanzar una «autonomía estratégica que sea al mismo tiempo abierta» es vital para la UE. «En los próximos años y con cierta prisa, la UE debe ser mucho menos dependiendo de terceros países en temas que tienen que ver con su propia defensa, su seguridad, su acceso a la energía y a productos básicos, desde minerales hasta artículos sofisticados como los chips que necesita una parte muy importante de la industria europea”.

El Parlamento Europeo que salga de las elecciones de junio verá ampliado el número de escaños de los 705 actuales a 720, de los que 61 corresponden a España.

Duch ha valorado el hecho de que «el 77% de la población española aplauda la pertenencia a la UE, muy por encima de la media de apoyo que da el conjunto de los 27 estados miembros, que es del 50%». «España se juega seguir disfrutando de las ventajas que nos ha dado ser parte de la UE en las últimas cuatro décadas en un momento en que la situación política interna es mucho más complicada, con una guerra abierta en territorio europeo y con una posición por parte de la China y Rusia que de alguna manera amenaza nuestro sistema democrático y nuestro sistema de libertades Y sabiendo además que en los próximos años deberemos contribuir a que la UE tenga autonomía suficiente para seguir defendiendo a sus ciudadanos en este nuevo mundo tan complejo».

Una reforma institucional previa, y a fondo, será necesaria antes de abordar esta nueva ampliación hacia el este.

Otro tema fundamental sobre la mesa en Bruselas, con muchas consecuencias y previsiblemente muchas dificultades, es la próxima ampliación de la UE a los Balcanes occidentales y a las antiguas repúblicas soviéticas de Ucrania, Moldavia y Georgia. Una reforma institucional previa, y a fondo, será necesaria antes de abordar esta nueva ampliación hacia el este.

Duch considera que «un ascenso de la extrema derecha, con posiciones intransigentes en materias como la política migratoria o medioambiental, tendría una influencia directa en las nuevas leyes europeas. Por eso es importante ir a votar, para que el Parlamento pueda seguir siendo una institución que busca salidas constructivas». De todas formas, la emergencia prevista de la extrema derecha en las próximas elecciones europeas no es más que un síntoma. La población solo se mueve hacia los extremos cuando las cosas fallan en el centro.

Cuestiones clave de la próxima legislatura europea

Hay tres ámbitos fundamentales que preocupan especialmente a Bruselas. Por un lado, el problema de competitividad de la economía europea relacionado con la carrera tecnológica entre Estados Unidos y China. En segundo lugar, las tendencias de la economía hacia una desglobalización, que afecta principalmente a la UE, muy dependiente del comercio exterior. En el caso de Estados Unidos, el comercio exterior representa solo una cuarta parte de su PIB, pero en la UE representa más de la mitad. En tercer lugar, las amenazas externas que representan potencias como China o Rusia.

Europa se está quedando atrás en relación con Estados Unidos y China

En Bruselas existe la percepción, fundamentada en datos, de que Europa se está quedando atrás en relación con Estados Unidos y China, los grandes competidores por la hegemonía tecnológica y económica mundial. Desde 1993 hasta 2022, el PIB per cápita de Estados Unidos ha crecido más de un 55%, mientras que el de Europa lo ha hecho solo un 30%.

La gran diferencia entre Europa y Estados Unidos es el nivel de la productividad, mientras que en 1990 era similar, en 2022 en Estados Unidos era un 20% más alto. Europa se ha quedado atrás en inversión en materia de investigación y desarrollo, así como al producir patentes en tecnologías clave para la economía digital. El desarrollo de las grandes plataformas tecnológicas que han transformado la economía ha pasado por encima de Europa. La capitalización de la bolsa de la UE-27 es similar a la de los siete gigantes tecnológicos de Estados Unidos.

Algunas voces empresariales dicen que la energía es tres veces más cara para la industria europea que para la estadounidense, por lo que resulta muy difícil competir en el mundo. Para muchas empresas europeas, los costes energéticos resultan insoportables. China, principalmente, pero también otros países, gozan de una posición ventajosa en el suministro de materias primas críticas y bienes intermedios necesarios para llevar a cabo el proceso de transición energética. Europa quiere hacerlo, pero cada estado va a su ritmo.

A puerta cerrada, la preocupación por Europa es tema de conversación habitual en círculos internacionales relevantes. La esperanza de que la economía alemana sea la solución se está desvaneciendo por momentos. Alemania está al borde de la recesión y muchos alemanes incluso piensan que su país, a diez años vista, podría llegar a perder su industria automovilística ante la acometida china.

Europa no puede seguir siendo sinónimo de reglamentación

Después de tres años de fondo Next Generation, se ha hecho evidente que no sirven por sí mismos para transformar las economías europeas en economías de tecnología avanzada. No es solo cuestiones de fondo, sino que el sistema acompañe. Y el sistema europeo, según fuentes empresariales europeas, está esclerotizado por exceso de fragmentación, reglamentación y burocracia. Han declarado que «Europa no puede seguir siendo sinónimo de reglamentación; la prioridad absoluta de la nueva Comisión Europea debería ser la eliminación de la fragmentación destruyendo barreras, como se hizo en las primeras décadas del proceso de integración europea, cuando se hizo tan exitosamente el mercado común».

Desde 1999, año de entrada en vigor del euro, hasta la fecha la distancia entre el crecimiento de Estados Unidos (38%) y Europa (25%) no ha dejado de crecer. La causa es el diferencial existente en materia de innovación empresarial y tecnológica, es decir, la capacidad de sustitución de vieja economía por nueva economía.

Algunos analistas han escrito que «Europa se ha quedado atrás y vive de sus inercias» y también han recordado estas palabras que escribió Raymond Aron en 1939: «Yo creo en la victoria final de las democracias, pero con una condición: que quieran salir victoriosas».

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