Ahora resulta ser que, en el inicio de la segunda ola de la pandemia, el Departamento de Educación en la Generalitat de Catalunya repara que no tiene suficientes ordenadores y que como el mercado está muy tensado por múltiples demandas, es muy difícil obtenerlos. Se dan cuenta ahora de algo que debían tener previsto desde mayo o desde junio, desde el momento en que tenían claro que el curso terminaba, era necesario empezar otro y que previsiblemente en un momento determinado las clases, en mayor o menor medida, deberían realizarse a distancia. Confiados en una posible segunda ola en otoño, han pasado por alto que todo se precipitara y ahora, a pocos días del inicio del curso escolar, nos encontramos con este dato tan expresivo de la escasa capacidad de prevenir y realizar que están demostrando nuestras administraciones desde que empezó la pandemia.
Pero no se trata solo de esto, sino de las grandes incertidumbres de cómo se va a iniciar y desarrollar el curso. Hubo semanas atrás una rueda de prensa, muy formal, en la que el Conseller Bargalló presentó el plan para iniciar las actividades escolares. No habían pasado tres días cuando desde Sanidad se cuestionaban las medidas anunciadas. En otras palabras: el Departamento de Educación en la Generalitat de Catalunya no presentó su plan después de haberlo elaborado juntamente con el otro departamento competente en esta materia, el de Sanidad. Ahora todo son idas y vueltas, planteamientos y replanteamientos que dejan en la mayor de las incertidumbres a los padres.
Es literalmente escandaloso. Ahora ya no existe ni la excusa de que la pandemia los cogió a todos por sorpresa, lo cual es relativamente cierto porque se vino anunciando desde semanas antes. Ahora se trataba simplemente de prever, programar y realizar, y no son capaces. Es un ejemplo paradigmático de la indefensión en que vivimos el que los tres departamentos afectados de la Generalitat, primero Treball y Benestar con la tragedia de las residencias para la gente mayor. Después la incapacidad del Departamento de Sanidad que ha llevado a la sustitución de hecho, aunque no formal, de la Consejera Alba Vergés. Y finalmente Ensenyament que demuestra que es incapaz de programar un curso escolar y mantener correctamente informados al profesorado y a los padres, a la mancomunidad educativa.
Estos hechos tienen una doble relevancia política. Primero porque demuestra una vez más la incapacidad del gobierno de Cataluña para hacerlo mejor que el desastre de gestión que sigue exhibiendo el gobierno español. La segunda razón radica en el hecho de que los tres departamentos pertenecen a ERC, y que el fracaso de cada uno de ellos se lleva por delante la estrategia republicana de exhibir capacidad de gobierno para demostrar las virtudes de su partido.