Fracasados todos sus proyectos estelares, políticas de vivienda y turismo en primer término, Colau juega con fuerza como si fuera su batalla final la carta de la supermanzana del Eixample con las aceleradas obras de Consell de Cent como una muestra de lo que será convertir en unos pretendidos ejes verdes una de cada tres calles del emblemático espacio planificado por Cerdà.
Sin embargo, si las encuestan no engañan, esta carta también puede acabar en fracaso. Un estudio en el que han participado 19.000 personas, impulsado por Construïm Barcelona, revela datos que, de ser ciertos, sitúan a la supermanzana en un callejón sin salida. Sin embargo, hay que advertir que no se trata de una encuesta, sino de una consulta y, por tanto, no hay ninguna garantía sobre su representatividad y margen de error, a pesar de que la amplitud de la misma le confiere un especial interés.
El resultado global es que sólo un 24% de las personas que han sido consultadas consideran adecuadas las supermanzanas, mientras que un 48% las ve como innecesarias y un 28% las consideran demasiado radicales. En concreto, en el Eixample la oposición es ligeramente mayor, 49%, mientras que la aceptación es idéntica con un 27% que las califica de radicales. Tendríamos así que sólo 1 de cada 4 residentes en el Eixample estaría a favor de esta transformación que pretende Colau. De hecho, las cifras no varían demasiado en el conjunto de la ciudad distrito por distrito, si bien cabe remarcar que la oposición es mayor en Sarrià-Sant Gervasi, que las considera innecesarias un 56%, pero también en Nou Barris con un 53% y Les Corts con un 54%. Precisamente en este último distrito es donde el apoyo es menor junto a Sarrià-Sant Gervasi, un 15%.
El mayor apoyo lo obtiene en Sant Martí con un modesto 26% que las consideran adecuadas y Ciutat Vella, con otro 26%. Queda claro que con poca diferencia el rechazo de los ciudadanos de Barcelona es, según esta fuente, muy grande.
La crisis de las supermanzanas no puede separarse de la crítica a la situación en el transporte público porque el 75% de las personas consultadas consideran que el Ayuntamiento no facilita, o lo hace de forma insuficiente, el uso del transporte público como alternativa en el vehículo privado. Llueve sobre mojado en el sentido de que una de las principales objeciones a bloquear tantas calles radica en que en todo caso este planteamiento debería ser consecuencia de la previa transformación del sistema de transporte público, no sólo de la ciudad, sino del conjunto metropolitano que hiciera posible acceder al centro sin usar el vehículo privado. Mientras esto no se dé, las supermanzanas sólo representan el declive de Barcelona y con él del Área Metropolitana, porque el peso económico de la actividad del Eixample sobre el conjunto de la ciudad y, por tanto de Cataluña, es tan elevado que, alterar su funcionamiento a la baja tiene unas fuertes repercusiones económicas.
Nadie, y menos el alcalde de una ciudad, puede ignorar que la movilidad interna y su distribución en varios vectores es causa y consecuencia de la actividad económica y que no puede modificarse radicalmente la primera sin que tenga consecuencias sobre la segunda . La movilidad es como el riego sanguíneo para el sistema muscular. Si no llega suficiente sangre, la musculatura colapsa y puede llegar a convertirse en necrótica. Si no se quiere que esta movilidad se produzca en coche, es necesario darle otras posibilidades. Todo esto es una realidad patente que sólo la ceguera ideológica puede olvidar.