Ada Colau es la persona que ha ocupado la alcaldía y que posee menos prestigio y más descrédito ante la mayoría de sus ciudadanos. No es una opinión subjetiva, lo recogen las encuestas, incluso las del propio Ayuntamiento. En condiciones normales Colau no tendría ninguna posibilidad de repetir en el cargo, pero es que no vivimos en tales condiciones y hay muchos factores en el escenario que juegan a su favor.

De una parte, el bloque de gobierno común en el Ayuntamiento Generalitat y Gobierno español. Socialistas, Comunes y Unidas podemos, y Esquerra republicana con roles intercambiados, forman la misma unidad de gobierno, y esto favorece en el caso de Barcelona a Colau, como lo hace con Esquerra en la Generalitat y con Sánchez en el Gobierno de España. Es un pacto que tiene como principal virtud conservar el poder para quienes tienen la silla.

Algunos extrañan que, a diferencia de un pasado en el que los alcaldes de la ciudad se esforzaban en alcanzar pactos con partidos y sectores que no eran afines buscando ampliar alianzas, ahora se haga todo lo contrario y sea la alcaldesa solo de unos cuantos ciudadanos de Barcelona, y ni se le pase por la cabeza que quiera representarlos a todos y actuar en consecuencia. Al contrario, juega a la polarización.

De hecho, la clave de la situación actual se puede resumir en 3 palabras polarización, qué significa calentar a los míos políticamente para que repitan el voto en el mayor número de casos posibles, despreocupándome de buscar nuevos votantes. Fragmentación, como segunda característica con muchas opciones en juegos, que es lo que precisamente facilita encerrarse con el solo sujeto de los propios si estos son suficientes. Y abstención, la falta de fuerza de la oposición a lo largo de este año y la falta de expectativas en este periodo preelectoral conduce al hastío, desesperanza y a la consecuente abstención. Y este escenario permitiría que Colau volviera a repetir la alcaldía con solo el 12 o 13% del censo electoral.

No resulta difícil de creer que una de cada 10 personas por las razones que sean, una parte importante por el entramado clientelista irá a votar por la actual alcaldesa. Lo hará a pesar de su fracaso riguroso y absoluto. Una sola comparación lo muestra descarnadamente: lleva 7 años gobernando. Hagan balance de las realizaciones más importante que ha llevado a cabo y de sus fracasos: lucha contra la desigualdad, seguridad, limpieza, vivienda, ocupaciones, turismo desbordado, más contaminación que cuando empezó, congestión del tráfico, con los significa de pérdida de dinero y tiempo para los ciudadanos. La lista es larga. Pues bien, aquel mismo periodo de tiempo, 7 años, son los que fueron necesarios para la gran transformación olímpica. La comparación no exige más comentario.

¿Cómo puede superarse el riesgo de que una alcaldesa desprestigiada y rechazada por la inmensa mayoría vuelva, en razón de un escenario muy particular, a ocupar el cargo? La respuesta pasa por:

Es necesario animar a votar sobre todo por aquellas opciones que no harán alcaldesa a Colau, es decir, votar socialista y votar esquerra es un riesgo de primera magnitud, porque la posibilidad de que le faciliten la alcaldía es total. también es necesario romper el bloque hegemónico de aquellas tres fuerzas. Por tanto, campaña para participar votando a cualquier partido, el más próximo a lo que uno piense y tenga unas mínimas posibilidades de obtener representación. La abstención en este caso es hacer el juego a Colau.

La segunda opción complementaria a la anterior es la presencia de una candidatura suficientemente inclusiva que pueda realmente ganar a Colau y suscitar el apoyo de otras fuerzas para conseguir la alcaldía. Dado el tiempo perdido es muy difícil pensar que esto pueda improvisarse. Como contaba un buen profesional, en estos momentos debería haber un pequeño equipo para cada uno de los 73 barrios de Barcelona, que conocieran cuáles son sus principales demandas y hubieran entablado relación con aquellos líderes locales de opinión, que primero hay que identificar. Significa también tener identificados cuáles son las grandes y medianas empresas de la ciudad, los despachos que tienen incidencia, las asociaciones que reúnen un número importante de socios, y haber conectado con ellas para saber cómo hacerlo en los próximos meses. Como todo esto no existe, como todas las oposiciones existentes y futuras se han dormido a la esterilidad, la única solución posible es alinearse en un amplio espectro, que disponga de un candidato que pueda ser inclusivo y hasta cierto punto transversal, quien encarne otro modelo de ciudad, y de entrada con su presencia, aunque pueda obviamente explicarlo y mejorarlo, que sea una alternativa Colau sin necesidad de convertirla a ella y a su agenda en el centro de la atención, porque es necesario construir la agenda interna que no puede ser en primer término una simple reacción.

Solo hay una persona que reúna estas condiciones a esta altura de la película: es Xavier Trias. Fue alcalde durante cuatro años, y su balance oscila entre aceptable y bueno. Su reforma de la Diagonal es una aportación que forma parte ya de la historia de la ciudad y la lástima es que no tuviera tiempo de completarla.  Es conocido y solamente se puede votar aquello que se conoce, puede presentar resultados, puede exhibir como le sabotearon la campaña con maledicencias, ha tenido tiempo para revisar sus errores, que los hubo, y tiene el talante necesario para presentar una candidatura que, aunque surja de un partido, esté formada por un amplio abanico de personas y sensibilidades.

Si Junts es suficientemente inteligente para entender que una de sus pocas salidas de la pendiente política, por la que está cayendo, es alzarse con el Gobierno de la ciudad, no para proclamar la independencia, sino para ofrecer una buena gestión para todos, su signo político cambia radicalmente.

Pero esto significa que el independentismo en ningún caso puede ser una bandera de esta coalición, primero porque son unas elecciones municipales, segundo porque no está en el orden del día ni se le espera, como mucho y para los más esperanzados es un horizonte lejano, y ahora lo que nos jugamos es otra cosa mucho más inmediata: continuar con la destrucción de Barcelona, que en buena medida arrastrará al conjunto de Cataluña, o recuperarla como gran capital del Mediterráneo y de Europa, Está claro sobre cuales bases debe asentarse el programa. Una nueva ciudad concebida en su funcionamiento para hacer mejor la vida de sus ciudadanos y de aquellos que, viviendo en otras partes, deben acudir a ella.

Trias bajo estas condiciones es la única respuesta posible para alcanzar tan tarde la alcaldía. Trías es la persona necesaria, pero no suficiente. Su planteamiento electoral y el del partido que lo presenta debe asumir el perfil de que puede integrar a la mayoría de barceloneses, empezando por los acuerdos con aquellos que son más próximos, PDECAT i Centrem.

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