¿Cómo es posible hacer una afirmación de este tipo? Pues a través de la lógica de los datos, y si éstos no cambian radicalmente, la afirmación contenida en el título debe cumplirse. Las tres últimas encuestas, la de GAD-3 (de 11 de junio) y las de Sociométrica y Data10, dan resultados muy similares. La más fiable de las tres es la de GAD-3 porque es la empresa que encabeza el ranking de fiabilidad de esta actividad y dispone de una muestra de 2.000 entrevistas.
Para analizar su resultado además de algunos detalles técnicos (como examinar la muestra, su dimensión y el margen de error que va ligada a él), en esta ocasión en la que la confrontación política se estructura en bloques, hay que olvidarse un poco de lo que cree cada partido y hacer la observación conjunta de cada uno de los bloques y entonces se aprecia la extraordinaria coincidencia de los resultados.
El bloque configurado por PP y Vox fluctúa en relación con las citadas encuestas entre 181 y 186 diputados. Es decir sólo 5 de diferencia. Y esto implica una variación del orden del 3% entre las tres, que es un valor francamente bajo. El bloque formado por PSOE y Sumar oscila entre los 126 y 131 escaños a 5 de diferencia y con un margen de error algo mayor que el anterior, que no llega al 4%.
La distancia entre ambos bloques es muy grande, de más de 50 escaños, con el añadido de que el bloque de derechas alcanza ampliamente la mayoría absoluta. No sólo eso, sino que en todas las tres encuestas el número de diputados del PP supera la suma de los de la nueva coalición de gobierno. Son demasiados datos acumulados difícilmente reversibles, con el permiso de los resultados que saque el CIS de Tezanos.
Este hecho se ve propiciado por la singularidad del sistema electoral español. Es un sistema proporcional, pero que da una prima significativa al primer partido y esa es la ventaja del PP y es el hecho de que le castigó cuando existía Cs.
Además, segunda característica española, las circunscripciones pequeñas tienen una prima adicional, es decir, el escaño cuesta muchos menos electores que en las circunscripciones grandes. En concreto, en España hay 52 de ellas, de las que medio centenar son provincias y las dos restantes corresponden a Ceuta y Melilla. El total aporta 248 diputados. En las grandes poblaciones, como Madrid y Barcelona, el sistema se comporta prácticamente como el proporcional: sacas tantos votos y sacas una proporción similar de diputados; esto sí que con una ligera ventaja para quien queda primero, pero ligera.
Ahora hay 18 circunscripciones que eligen a 5 diputados o menos que son un total de 56 diputados que tienen un gran peso sobre la cifra total. Pues bien, en estas circunscripciones quien queda primero se lleva una prima. Hay espacio para un segundo y en una parte puede salir un diputado de la tercera opción con ciertas dificultades y el cuarto se queda sin nada.
En la actual relación de fuerzas parece que Vox tiene más posibilidad de ocupar esa tercera posición y dejar sin ninguno de los 58 diputados a Sumar. Este hecho, añadido a que son circunscripciones que mayoritariamente darán la victoria al PP, determinan un arrecife difícil de salvar. Es el peso de la que podríamos denominar “la España despejada”.
Está claro que el PP tiene dos grandes puntos flacos. Un menor, desde el punto de vista electoral, que es el País Vasco, y el otro, mucho mayor, que está en Catalunya. Aquí el diferencial de diputados entre socialistas y populares le otorga una extraordinaria prima a Sánchez que, en buena parte, compensan los resultados de la “España vaciada”. Pero Madrid, un peso pesado electoral, es abrumadoramente popular, y el gran granero de votos que era Andalucía parece haber dado la vuelta a su dirección.
Si todas esas lógicas se mantienen, Sánchez perderá claramente las elecciones.