Un relato cómico muy manido sobre el (mal) funcionamiento de la UE tiene por protagonista a un líder político norteamericano. Se queja amargamente de que no exista un número de teléfono para hablar directamente con el que manda en Bruselas. Se muestra muy molesto por no obtener respuesta a estas dos preguntas: quién manda en la UE y cuál es su número de teléfono. Piensa que en Washington la cuestión está resuelta, el que manda es el presidente y su número de teléfono es conocido.
El brillante primer ministro de la República Popular China en tiempos de Mao, Zouenlai, creyó haber dado con una respuesta, hace décadas, sobre quien mandaba en Bruselas. Después de visitar durante varios días las instituciones comunitarias declaró lo siguiente: “Ha sido un viaje muy interesante, he tenido la oportunidad de verme con un proceso de toma de decisiones“. El líder chino había llegado a la conclusión de que los que mandaban realmente en Bruselas eran el protocolo y los procedimientos burocráticos.
Refiriéndose al relato antes mencionado, la canciller alemana, Angela Merkel, dijo en una ocasión lo siguiente:
“Por cierto, hablando de la ausencia de un número de teléfono para hablar con quién manda en Bruselas, si alguien quiere saber lo que es la UE, le recomiendo que antes de saber quién manda, se anote la siguiente expresión numérica: 6-20-50“. Un interlocutor le preguntó inmediatamente por el significado de aquellos tres números, a lo que ella respondió: “Se trata de porcentajes; la UE representa el 6 por ciento de la población mundial, el 20 por ciento del PIB del mundo y el 50 por ciento del gasto social global. Si se entienden bien, se habrá dado un paso muy importante hacia el conocimiento de la UE“.
La población de la UE suponía efectivamente cuando ella hablaba, y también hoy, el 6 por ciento de la población mundial (hoy 480 millones sobre 8.000).
Una cuestión relevante es que, en 1957, cuando se creó la Comunidad Económica Europea (CEE), el porcentaje era también el mismo que el actual, pero lo era en relación con la población mundial de entonces (3.000 millones), frente a una población de la CEE (hoy UE), de 180 millones. En 1957 los estados miembros eran seis, hoy son 27. El porcentaje del seis por ciento de la población mundial de la Europa Comunitaria se ha ido manteniendo sin variación a lo largo de las últimas décadas gracias a las sucesivas ampliaciones de la UE y no por el crecimiento vegetativo de la población, que es negativo en Europa.
Desde 1957 hasta hoy han pasado 65 años y han sucedido muchas cosas, pero una se ha mantenido constante en la UE: el porcentaje del seis por ciento de su población respecto al total mundial.
De los 447 millones de personas que hoy viven en la UE, la mitad corresponden a los 21 países que han entrado en siete oleadas sucesivas, a partir de 1973. El año 2023 marca el 50 aniversario de la primera ampliación. Bruselas no lo ha celebrado, ya que el Reino Unido entró en 1973, pero decidió salir en 2016 (Brexit) y hoy vuelve a ser un país tercero. Las perspectivas de futuras ampliaciones se dirigen hacia Ucrania y los Balcanes (Ucrania sola tiene 44 millones de habitantes). La última adhesión se produjo hace diez años: Croacia. Gracias a las sucesivas ampliaciones de la UE se ha podido mantener el porcentaje del seis por ciento de la población mundial.
La política de ampliación, por este motivo y por muchos otros, puede ser considerada como la más exitosa de la UE. Pero las ampliaciones tienen un límite y ponen de relieve un grave problema: la decadencia demográfica de Europa. Las sucesivas ampliaciones de la UE han enmascarado esta realidad.
La Comisión Europea ha publicado en abril del año pasado una comunicación titulada “Atraer capacidad y talento a la UE“.
Una comunicación es un ejercicio de reflexión previo a la adopción de directivas y reglamentos que deben desarrollarlo. En el documento se explica con todo lujo de detalles que Europa, dado su decrecimiento demográfico, necesita cantidades ingentes de trabajadores que lleguen del exterior, ahora y en el futuro, para cubrir los puestos de trabajo que genera.
Según Eurostat, el paro cayó al mínimo del siglo XXI en octubre, hasta un 6 por ciento. El 3,1 por ciento de las ofertas de empleo en la zona euro quedaron sin cubrir hasta el tercer trimestre. En una treintena de profesiones la escasez de mano de obra es muy grande y la Comisión Europea calcula que, si ahora un 70% de la población se halla en edad de trabajar, en 2070 el porcentaje bajará hasta el 54%. Conclusión: las empresas europeas necesitan imperativamente más trabajadores procedentes del exterior, muchas ofertas de trabajo no se cubren actualmente.
Cada vez más, los países estados miembros de la UE buscan activamente mano de obra en el extranjero, aprobando nuevas normas.
También la Comisión Europea ha puesto en marcha iniciativas para paliar el problema. Hace tiempo planteó la revisión de la directiva sobre la tarjeta azul, que trata de captar a migrantes altamente cualificados. Busca principalmente atraer médicos, ingenieros y ese tipo de perfiles. Es pronto para ver resultados, porque todavía hay que trasponer a las leyes nacionales. También apunta a perfiles no tan cualificados, de los que la UE está igualmente necesitada.
Según la comunicación de la Comisión Europea, la UE debe abordar la escasez de mano de obra particularmente en sectores y regiones específicas.
Las peores tasas de vacantes sin cubrir se dan en los Países Bajos, Bélgica y República Checa, que rozan el 5%. Alemania queda muy cerca, con un 4,5%, casi el doble que Francia e Italia (alrededor del 2,5%). España figura a la cola, con un 0,8%, lo que no significa que el fenómeno no sea reseñable: existen 144.000 vacantes sin cubrir, el doble que hace una década, cuando empiezan los registros, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE).
Entre las profesiones más demandadas se encuentran la fontanería, la enfermería, el análisis de sistemas, los puestos de soldador y el transporte de mercancías por carretera. Los sectores con carencias severas emplean al 14% de la masa laboral europea.
Alemania ha dado ya pasos decisivos: ha reducido la burocracia, facilitado la homologación de títulos y permitido la llegada de personas sin contrato con visados temporales.
Francia prepara una nueva ley migratoria que facilitará la contratación de inmigrantes sin papeles y demandantes de asilo en sectores donde falten trabajadores.
Bélgica ha puesto en marcha un permiso único que combina la autorización de trabajo y de residencia.
El ejecutivo portugués implementó recientemente un nuevo tipo de visado que concede un total de 180 días de cobertura legal y otro especialmente dirigido a nómadas digitales (empleados que teletrabajan y van cambiando de residencia).
También España ha adoptado cambios normativos para facilitar la integración de la mano de obra extranjera. Está variando poco a poco su forma de abordar la inmigración laboral, de modo que contratar a extranjeros en sus países de origen resulte más habitual y flexible.
Todos los expertos coinciden en afirmar que el envejecimiento de la población supone la principal causa de la carencia de mano de obra en Europa, cualificada y no cualificada. Al envejecimiento general se suman motivos de las revoluciones de todo tipo que experimenta el mercado, empezando por la digital.
Según una declaración reciente del Instituto Sindical Europeo (ETUI, European Trade Union Institute), “se buscan perfiles específicos, consecuencia de la transición en el mundo laboral al universo digital y ecológico; pero también hay sectores demandantes que no son necesariamente muy cualificados, como el transporte, la logística, el comercio minorista y el alojamiento. Nuestro lema podría ser en estos momentos el siguiente: se buscan trabajadores extranjeros de todo tipo, razón: Europa “.
El envejecimiento de la población supone la principal causa de la carencia de mano de obra en Europa, cualificada y no cualificada. Share on X