Sánchez ha demostrado una vez más su capacidad para responder a las condiciones adversas, en este caso ocasionadas por la derrota andaluza del PSOE. El aprovechamiento de la cumbre de la OTAN y la instrumentalización del discurso de la nación para exponer nuevas medidas contra la crisis provocada por la inflación, cuando ni siquiera ha habido tiempo de aprobar las precedentes, demuestran la capacidad de Sánchez y su equipo para controlar los tiempos y las oportunidades. El siguiente paso es la remodelación de la cúpula del partido empezando por la liquidación disfrazada de renuncia de Lastra, su número dos en el PSOE. A los cambios que seguirán en la organización política se le añadirá en septiembre una remodelación del gobierno en la que tiene todos los números de ser sustituida Margarita Robles. Sería la prenda fácil para continuar con el sistema de respiración boca a boca que le ofrece ERC. No significa ningún desgaste extraordinario en términos políticos; y aunque evidentemente tampoco representa ningún beneficio para Catalunya, que ve sistemáticamente pospuestas todas sus grandes cuestiones.
Pero todo esto no es suficiente para recuperar la pérdida electoral, cuando en estos momentos todas las encuestas le otorgan la victorial al PP que supera con claridad a Sánchez, y a Vox que supera también sobradamente a UP. Un dato significativo en este sentido es que aunque Sánchez no hizo un discurso sobre el estado de la nación sino de propuestas a corto plazo claramente electoralistas, y que el PP demostró sus enormes limitaciones para presentar cuál es su proyecto y relacionarlo críticamente con el de Sánchez, las encuestas sobre el ganador del debate PSOE y PP dan una ajustada mayoría a los primeros, 46,3% contra 43,6% para el PP. Si después del paseo triunfal que efectuó Sánchez en el debate la ventaja que logra en la calificación del ganador no llega a 3 puntos, es que su figura está claramente muy tocada.
Y no es para menos, la inflación está arrastrando a todos los gobiernos a la crisis, como muestra el caso de EEUU. España, que previsiblemente asumirá un 8% de inflación, presenta una pésima puntuación en la ecuación del descontento. Con una tasa de paro que se sitúan en el 13% y una inflación del 8%, nos da un sumatorio de 21 puntos, al que hay que restar el incremento del PIB que será del orden de 4 puntos y el resultado de esa ecuación del malestar es de -17 puntos, que es un valor extraordinariamente elevado. No hay ningún gobierno que pueda soportar un malestar de esa magnitud.
Por si fuera poco, los incrementos de los costes de la energía amenazan el superávit por cuenta corriente. De hecho, a lo largo de los primeros 5 meses del año, España ha venido gastando en gas, petróleo y carbón más de 4.000 millones cada mes. Si a este hecho se le añade la reducción de las exportaciones del sector del automóvil, que es esencial en la balanza de pagos, tenemos un tercer agujero que se añade al del déficit presupuestario y el endeudamiento público.
La escenografía de una España que arde tampoco ayuda, porque pese a que formalmente la competencia es de las autonomías, el dinero depende de Madrid y éste no ha llegado ni llega para la protección del bosque y la prevención de incendios. Una sola cifra da idea de cómo valora las prioridades el gobierno Sánchez. Se dedica 40 veces más dinero a la lucha contra el machismo que a la prevención de incendios. Otra manifestación del olvido la podemos encontrar en los programas Next Generation. Pese a que la protección del bosque y su uso racional forman parte de una buena transición económica y condición de sostenibilidad, los recursos de estos fondos dirigidos a la gran superficie forestal española tienden a cero.
En estas condiciones no es de extrañar que las encuestas señalen que si se celebraran hoy las elecciones autonómicas del próximo año el PSOE podría perder entre 3 y 5 de sus autonomías. Sobre todo Baleares, Aragón y La Rioja.