La credibilidad del gobernante se gana en el cumplimiento de los compromisos y en el rendimiento de cuentas verídica de los logros y fracasos. En ambos aspectos, el actual presidente del gobierno español presenta unos déficits que resultan de difícil contabilización en una democracia sana.
El caso de Marruecos lo ejemplifica. No sólo por la decisión tomada, sino cómo ha sido adoptada y el hecho de que todavía en estos momentos el presidente del gobierno no se haya dignado en dar la más mínima explicación a los ciudadanos de este país. Cabe recordar que el programa electoral del PSOE establecía el compromiso histórico de España con los derechos del pueblo saharaui y con los acuerdos de Naciones Unidas y éstos definían exactamente que “a fin de lograr una solución política justa, duradera y aceptable para todas ellas (las partes implicadas) que prevea la libre determinación del pueblo del Sáhara occidental”. Es decir, el PSOE llevaba en su programa electoral de 2019 el compromiso con el referéndum. Pero en su carta al rey de Marruecos, que el gobierno todavía no ha hecho pública, Sánchez expresa su apoyo y el del gobierno español al plan de autonomía para el Sáhara diseñado en 2007 por Rabat. Este plan ha venido acompañado posteriormente por una regionalización de Marruecos del que el Sáhara formaría parte como una entidad autónoma. Por tanto, nada tiene que ver con su compromiso electoral.
A pesar de esta evidencia, que es textual, el PSOE envía un argumentario a sus dirigentes en el que tiene el cinismo de afirmar que «no ha habido un cambio de posición en relación al Sáhara«, sólo han pasado de propugnar el ejercicio de la autodeterminación a transformar el Sáhara en una región autónoma de Marruecos.
El argumentario socialista acentúa el hecho de que el nuevo planteamiento, por tanto, está admitiendo que ha habido un cambio, refuerza la seguridad de las fronteras de Ceuta y Melilla y las marítimas de Canarias. Pero lo cierto es que se desconoce que el gobierno marroquí haya adoptado ningún compromiso en este sentido. No sólo eso, Marruecos formalmente mantiene que las dos ciudades españolas forman parte de ese país y parece difícil que esta afirmación formal sea ahora rectificada. Sánchez tiene la obligación de explicarse y además de hacerlo de forma convincente. Mientras, su credibilidad una vez más está bajo mínimos.
Como está bajo mínimo el presupuesto que aprobó y que también hace necesaria otra atenta explicación. El crecimiento previsto por ese instrumento fundamental de la gobernación española ha sido reiteradamente reducido hasta llegar a la última previsión, la de Fitch Ratings, una de las agencias de evaluación de crédito, que ha situado el crecimiento del PIB para este año en el 5% , claramente por debajo de las previsiones gubernamentales. Para el próximo año lo redujo al 3,5%. Estas cifras, que en realidad son altas, pero que, como arrancan de la caída del 2020 significan que no recuperaremos el PIB previo a la pandemia hasta finales del primer semestre del 2023. De esta forma España habrá perdido dos años y medio y será el país de Europa con peor perspectiva de recuperación. Este escenario, que puede agravarse, merece una explicación de Sánchez ante los ciudadanos, porque tenemos derecho a conocer cuáles son las expectativas reales del gobierno y cómo nos afectarán.
El tercer elemento de falta de credibilidad que se ha producido ahora mismo es la explicación de cómo es posible que la ministra Calviño asegure que no habrá reducción de impuestos, sino subvenciones, cuando el propio Sánchez se comprometió a llevarla a cabo en la reunión con los presidentes de comunidades autónomas y con el futuro presidente del PP y líder de la oposición Núñez Feijóo.