Se levanta el telón. Primera escena
El día antes del Comité Federal, Pedro Sánchez se reúne en Ferraz con representantes del feminismo del partido. Asume su irritación: es necesario actuar. Y anuncia la expulsión de los clientes de la prostitución del PSOE. De los que han pagado por sexo. Como si la moral privada -y no la legalidad- fuera la línea roja de un partido que pretende gobernar al Estado.
Primera consideración
Para el sanchismo, tienen mayor gravedad los comentarios de Koldo y Ábalos sobre mujeres con las que mantienen relaciones y a las que colocan ilegalmente en empresas públicas, que las prácticas de corrupción y malversación que estas mismas relaciones encubren. Una de las mujeres admitía sin tapujos que cobraba un sueldo público sin trabajar, pero eso no es objeto de censura ni crítica, ni de medidas para remediarlo. El feminismo parece no tener problemas con este tipo de prácticas. Esta es la mentalidad moral del régimen sanchista.
Segunda consideración
La anomalía democrática. En España, la prostitución no está prohibida. Es pública, notoria, e incluso se debate si es necesario legalizarla como actividad laboral. Es tan legal como beberse un coñac. Puede ser inmoral, indecente o inapropiada, pero es legal. ¿Se puede expulsar a alguien de un partido por practicar una actividad legal pero considerada inmoral por una parte del colectivo? Sería impensable en una democracia liberal, pero no en una secta. El PSOE expulsa por pecado, no por delito. Si realmente quisieran evitarlo, habrían legislado. Pero no lo han hecho, porque no tienen la mayoría suficiente ni el consenso en el gobierno.
Es una medida que oscila entre el surrealismo y la desesperación: o bien han perdido el sentido de la realidad, o tienen tantos “puteros” dentro que necesitan hacer un gesto drástico para hacer ver que “se ponen serios”. Y todo ello mientras, como buenos progresistas, celebran la pornografía, aunque hoy en día la mayoría de sus formas reproducen imaginarios de abuso y humillación del cuerpo femenino. Hipocresía pura: condenan a la prostitución, pero callan ante el porno industrial. Dos caras de una misma moneda.
Se levanta el telón. Nueva escena
El viernes, cambios en el área de organización del partido, hasta ahora dirigida por Santos Cerdán. Entra como responsable Rebeca Torró, y tres secretarios adjuntos. Uno de ellos destaca: Francisco Salazar. De la Moncloa directo a Ferraz. Hombre de máxima confianza de Sánchez, diputado durante dos legislaturas, militante desde 1992, clave en las primarias de 2017 junto a Cerdán, Ábalos y Koldo.
Se levanta el telón. Sábado
Comité Federal. Pero todo comienza con retraso. ¿El motivo? Salta a la luz pública que Salazar ha sido denunciado por maltrato, acoso sexual y abuso de poder por varias subordinadas mientras trabajaba en la Moncloa. No se presenta en la reunión. Dimite y es apartado de todo cargo.
Primera observación
Ni presunción de inocencia, ni derecho a defensa. A la “puta calle”. Sin pruebas ni sentencia. ¿Justicia o histeria? O quizás un “ya lo sabíamos”, por qué los rumores de comportamientos inadecuados hace tiempo que corrían por el partido y la Moncloa. Ah, y un detalle nada menor. La gerente, la persona clave de las finanzas del partido puesta por Santos Cerdán, Ana María Fuentes continúa. Cerdán se quitó de encima al anterior gerente Mariano Moreno, por una razón fastuosa “se mete donde no le llaman”. Extraña depuración que no toca en la llave de la caja.
Segunda observación
¿Qué tipo de líder es Sánchez, que siempre se equivoca con sus nombramientos? Ábalos, uno. Cerdán, dos. Salazar, tres. Demasiadas casualidades. Después de años de convivencia, de compartir información, de confiar ciegamente, ¿ahora resulta que no sabía nada? ¿O quizás lo sabía todo, pero solo le importaba la lealtad absoluta? ¿Acaso le daba igual lo que hicieran, mientras sirvieran su proyecto y le apañaran las primarias? ¿Tenemos al frente del país a un hombre ciego o directamente cínico? ¿Cuántos más casos no conocemos porque no han trascendido todavía? Solo por eso ya haría falta elecciones. Y todavía no hemos hablado de la posible financiación ilegal del partido.
El telón vuelve a levantarse
El Comité Federal arranca. Una sola voz crítica: Emiliano García-Page, presidente de Castilla-La Mancha. Cuando termina, silencio sepulcral. Es agredido verbalmente por dos ministros, ambos Óscar, y la presidencia del Comité no le permite réplica. Luego, votación: 99,99% de apoyo a Sánchez, casi 300 delegados. Unanimidad soviética. Cuando sale a la calle, silban al presidente de Castilla-La Mancha, pero dentro nadie cuestiona nada. Solo un delegado se ha atrevido a pedir una moción de confianza o elecciones. Por eso, le acusan de traidor
Por tanto, el problema no es solo Sánchez. Es todo el PSOE, todo el aparato, los 300 delegados, miles de cargos, y los socios de gobierno: Díaz, Sumar, Bildu, PNV, ERC, Junts. Sánchez se proclamó «imprescindible» ante las feministas. En el Comité, se autoproclamó «El Capitán». El Gran Timonel. ¿Os suena?
El problema de fondo es que tenemos un presidente incapaz de seleccionar colaboradores competentes e incapaz de controlar ni el partido ni el gobierno. Sánchez es plenamente responsable de culpa in vigilando: “Responsabilidad civil por los daños causados por las personas respecto de las cuales otros tienen un especial deber de vigilancia”, muy grande en el caso de un presidente de gobierno.
El resultado: falta de credibilidad personal, institucional e internacional. Y esto puede degenerar en una crisis de régimen. España hace el ridículo ante la UE y EEUU, que no entienden cómo se ha podido llegar a ese despropósito. El caso Salazar es solo el último de una serie: y más que vendrán. Son sus hombres de confianza, de larga trayectoria a su lado.
¿Su último bastión? Cataluña.
Paradoja inmensa: el territorio del independentismo es hoy el pilar del sanchismo. Salvador Illa se ha convertido en la segunda figura más poderosa del PSOE. Un presidente de la Generalitat como garante del autogobierno… y al mismo tiempo hombre clave del socialismo español. Una contradicción insuperable.
La renovación del Comité Federal es tímida, insuficiente. ¿Por qué? Porque Sánchez no busca personas capaces, sino súbditos. Y esto ya no abunda. La peste negra de la corrupción lo contamina todo: el gobierno, el partido, los socios. Todos comparten una moral perversa: el fin justifica los medios. Todo vale para mantenerse en el poder.
El PNV no romperá con el PSOE: depende en Euskadi y en las diputaciones. Sumar no renunciará a las cinco carteras, pese a estar vacías de contenido. ERC se ha vuelto muleta de Sánchez. Junts juega al doble juego: aspavientos en Madrid, pero ningún resultado tangible. Puigdemont quiere volver, y solo Sánchez puede hacerlo posible. Por eso le aguantan.
Éste es el panorama. Desolador. Y aquí resuena, como una advertencia trágica, el título de La terra erma, de TS Eliot. Y también el ensayo reciente de Robert D. Kaplan, que toma su nombre. Eliot hablaba de una tierra devastada espiritual, cultural y religiosamente, inspirándose en el mito del Rey Pescador: una tierra estéril porque su rey está herido. Solo la regeneración espiritual puede devolver la fertilidad.
Kaplan habla de una fractura de civilización, de un mundo desordenado. Tanto Eliot como Kaplan nos remiten a una crisis profunda -existencial en un caso, geopolítica en el otro- ya una necesidad de redención.
España hoy es una tierra baldía. Su rey -su líder- está herido, desacreditado, hundido en la hipocresía y la manipulación. Y solo una regeneración moral y política podrá hacer brotar de nuevo la vida.
Estamos en un desierto. Pero todavía podemos elegir si nos quedamos… o si buscamos la lluvia.
España hoy es una tierra baldía. Su rey -su líder- está herido, desacreditado, hundido en la hipocresía y la manipulación Compartir en X