Los desastres humanitarios despiertan breves, pero intensos, episodios de solidaridad global. A veces, rivales geopolíticos se ayudan mutuamente. En 2003 y 2012, por ejemplo, los Estados Unidos acudieron a ayudar a Irán tras terremotos devastadores.
Tras la ayuda humanitaria siempre hay alguna segunda intención política. Puede ser más o menos evidente y servir una finalidad más o menos noble, desde un intento de reabrir canales de diálogo hasta una maniobra para conseguir contratos empresariales.
Pero, en cualquier caso, ni siquiera la ayuda al desarrollo de la Unión Europa llega libre de costes por los países receptores. La condicionalidad forma parte del ADN de la cooperación internacional.
En el caso de la actual pandemia del nuevo coronavirus, se está hablando mucho del papel que juegan China y Rusia. Como dice la investigadora británica Elisabeth Brawa, estos dos países están emergiendo como los dos «samaritanos» más activos del mundo. ¿Pero cuáles son sus verdaderas intenciones?
¿De Rusia a Italia con amor?
En la hora más oscura de la crisis del Covid-19 para Italia, el gobierno ruso decidió enviar al país transalpino nueve aviones cargados de equipamiento médico y un centenar de expertos. En ese momento, los países de la UE no habían hecho ningún gesto de anchura para ayudar a su vecino, a pesar de que Italia es el cuarto contribuyente neto de la Unión Europea.
No obstante, cuando la ayuda llegó a Italia con gran pomposidad, los italianos descubrieron que la mayor parte del equipamiento no sería muy útil. Un alto cargo del gobierno italiano declaró a La Stampa que el 80% del material «es totalmente inútil, o poco útil para Italia». En vez de respiradores clínicos y mascarillas, el grueso del envío ruso consistió en equipamiento de desinfección bacteriológica y laboratorios de esterilización químico-biológicos.
De hecho, quien envió la ayuda de Moscú no fue el ministerio de salud ruso, sino el de defensa. La mayor parte de los expertos están especializados en las amenazas propias de la guerra nuclear, química y biológica.
Está claro que los militares rusos están contribuyendo a desinfectar zonas del virus, pero la gran pompa de la expedición es difícil de justificar más allá de un esfuerzo propagandístico en un país miembro de la OTAN.
Gotas de agua chinas para Italia y España
China ha enviado mascarillas y respiradores a Italia y España, pero en cantidades insignificantes comparadas con la envergadura de la epidemia en estos países. Si bien algunos respiradores llegaron de forma gratuita a través de la Cruz Roja china, Roma y Madrid han pagado la gran mayoría de material.
China ha enviado material a varios países, pero unos pocos millones de mascarillas distribuidas en todo el mundo son poco si se tiene en cuenta su capacidad de producción masiva. Este país concentraba en 2019 el 50% de la producción mundial de mascarillas. En febrero, la producción china llegó a la impresionante cifra diaria de 110 millones de unidades.
En España, el equipamiento sanitario dado por China tiene un valor económico irrisorio comparado con los contratos millonarios que el gobierno español ha cerrado para importar millones de mascarillas, tests rápidos y respiraderos. Todo ello, con el conocido fiasco. Tampoco es sorprendente que la compañía china Huawei, ávida de los contratos para instalar y operar la red de telefonía móvil 5G, haya hecho donaciones a España e Italia.
Es cierto que la solidaridad europea se hace esperar y la ayuda no llega ni tan rápido ni en cantidad suficiente. Pero los países europeos como Italia y España están aprendiendo que la ayuda de regímenes como el ruso o el chino no puede sustituir a la de sus vecinos del Viejo Continente.
Más información sobre el coronavirus en ESPECIAL CORONAVIRUS
Los países europeos como Italia y España están aprendiendo que la ayuda de regímenes como el ruso o el chino no puede sustituir a la de sus vecinos del Viejo Continente Share on X
