El Reino Unido post-Brexit no se encierra, sino que avanza a toda máquina

Esta semana han habido elecciones parlamentarias en varias circunscripciones inglesas. Los primeros resultados apuntan a que los conservadores de Boris Johnson están obteniendo amplias victorias ante una izquierda laborista que ha perdido el norte.

Johnson, acusado recientemente en varios escándalos de corrupción, parece poder respirar tranquilo.

La jugada del Brexit le ha salido, por el momento, fantásticamente bien. Ha dejado en ridículo la Unión Europea organizando una campaña de vacunación muy eficiente, facilitada enormemente porque la principal vacuna anti-Covid empleada es inglesa.

Ahora que el mundo tiene cada vez más la vista puesta en la recuperación económica, Johnson quiere que el Reino Unido juegue un papel destacado. Y, de momento, las previsiones económicas le son también favorables. Todo apunta a que el país se recuperará más rápidamente que los miembros de la UE.

El año en que el Reino Unido se ha levantado

Durante cinco años, Bruselas ha ridiculizado a los ingleses. A finales de 2019, desde el continente se amenazaba Inglaterra no solo con la ruina, sino incluso con el hambre (debido a las importaciones de alimentos que llegan a las islas británicas por camión a través de La Mancha).

2020 tampoco empezó con buen pie en Londres. Johnson reaccionó tarde y el país sufrió casi más que cualquier otro en Europa la primera ola de la pandemia. El propio Johnson tuvo que ser hospitalizado de gravedad.

No obstante, como históricamente ha sucedido, el Reino Unido ha levantado la cabeza con extraordinaria rapidez. Su avanzada campaña de recuperación le ha dado una ventaja crucial de varios meses respecto al continente para preparar su reapertura económica. El hecho de no deber responder ante la burocracia europea y depender de acuerdos con otros países le ha añadido agilidad.

Pero la recuperación británica no se contentará con la salida de la crisis. Son muchos los analistas que coinciden en que será precisamente a medio y largo plazo que veremos una increíble expansión del Reino Unido.

La gran estrategia del Reino Unido para el siglo XXI

El 16 de marzo, Downing Street publicaba un documento de una claridad y visión raras hoy en día. Se titula “Gran Bretaña global en una era de la competitividad”. Por cierto que el lema “Gran Bretaña Global”, Global Britain, parece ser cosecha propia de Johnson cuando fue nombrado ministro de exteriores de Theresa May en 2016.

Este documento estratégico trata de todos los aspectos en los que un estado debe actuar en el siglo XXI para ser influyente. Habla, claro está, de defensa y seguridad, pero también de ciencia y tecnología, de liderazgo y ejemplo político, de poder blando, de clima y de internet.

El documento, de 114 páginas, parte de una constatación audaz: el orden internacional de 1945 ha estallado y no volverá. Hay pues que participar activamente en la construcción del nuevo sistema internacional.

El orden internacional de 1945 ha estallado y no volverá. Hay pues que participar activamente en la construcción del nuevo sistema internacional

Es un punto de partida rompedor porque el Reino Unido conservador de 2021 es la primera nación occidental en admitir abiertamente que el sistema que venció al comunismo a finales de los 80 está agotado. Todos los demás esperan aún de recuperar un viejo sistema que, en su esencia, lo confiaba todo a los Estados Unidos.

Lejos de caer en la caricatura propagada por Bruselas y los anti-Brexit de un Reino Unido que se retira del mundo para encerrarse en sus islas, el gobierno de Johnson prepara exactamente lo contrario. Se está armando de los instrumentos necesarios para convertirse en un competidor formidable del siglo XXI.

¿Pero qué propone concretamente la estrategia británica? Primero, identifica las condiciones para tener éxito en el mundo actual. Según el documento, son tres: soberanía nacional, seguridad y prosperidad.

En segundo lugar, trata de los campos clave donde se jugará el destino del mundo en términos no solo económicos, sino también militares y políticos: el mar, el espacio y el mundo digital. En cada uno de ellos, el Reino Unido se propone jugar un papel positivo para regularlos internacionalmente.

La lucha contra el cambio climático forma parte de este apartado: así Londres espera ganarse la confianza de los países más afectados por este fenómeno, y aumentar su propia influencia.

En tercer lugar, evita caer en la ingenuidad y propone hacer de la inversión en defensa un motor clave de desarrollo tecnológico, de crecimiento económico y de cohesión social. Y claro está, hacer de las fuerzas armadas un instrumento para prevalecer en caso que dichas normas internacionales no prosperen.

Finalmente, apuesta por la defensa de los valores británicos y por presentarse como un aliado fiable de aquéllos otros países que también los defiendan.

Son en definitiva propuestas pragmáticas, completas y bien cosidas entre sí. No caen en el buenismo habitual, pero tampoco suponen una agenda maquiavélica donde sólo importa el poder desnudo.

El tiempo dirá si el Reino Unido consigue poner en práctica su gran estrategia para el siglo XXI. Pero de momento es el único país europeo que está construyendo, al menos en parte, las bases de su éxito en el complicado mundo actual.

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