Primeras reacciones de la UE a la ruptura de la relación transatlántica y al advenimiento de una nueva era geopolítica de carácter imperial (y II)

Romper los moldes de la Europa geopolítica

Con el regreso de Trump a la Casa Blanca, vivimos una subversión del orden internacional y el divorcio transatlántico.

El trumpismo también se encuentra en el interior de la UE, con líderes europeos partidarios de un MEGA (Make Europe Great Again), réplica del MAGA (Make America Great Again ) a través de retornar a los estados nacionales independientes de lazos de integración europea. Aproximadamente un tercio de los eurodiputados se apunta de una u otra manera al MEGA. 

Dentro de la UE conviven hoy dos visiones contrapuestas sobre el futuro de Europa.

Una es la trumpista, admiradora del liderazgo nacional populista de Trump. Pretende deconstruir la integración europea y devolver los poderes de Bruselas a las capitales estatales. Es la Europa de las naciones y de los patriotas.

La otra visión es la Europa que pretende avanzar en el proceso de integración, en marcha desde hace tres cuartos de siglo, como única receta para contar como un actor global en un mundo de gigantes. Es la Europa que se propone avanzar en competitividad, seguridad y defensa, así como completar el mercado único (Informes Draghi, Letta y Niisltron).

La UE se ve existencialmente amenazada, pero le quedan muchas cartas por jugar.

En el plano exterior, la UE puede encontrar socios y colaboradores que no quieren formar parte de esferas de influencia y que respetan las reglas de la democracia y del multilateralismo. La UE puede tejer una red de alianzas y complicidades al margen de los gigantes geopolíticos actuales, alianzas basadas en intereses mutuos interconectados. Puede buscar compromisos para una nueva gobernanza global y tejer alianzas políticas y comerciales con las democracias liberales, Reino Unido primero, con Canadá, Japón, Corea del Sur, India, Australia o países de América Latina, entre otros.

Puede establecer una línea de defensa común frente a las ambiciones imperiales. Europa podría tratar de liderar las democracias liberalesPara liderarlas habría que formar un núcleo duro de países miembros de la UE que avanzara con firmeza hacia la integración política y dejara a un lado la regla de la unanimidad. Si Europa quiere ser autónoma geopolíticamente, en correspondencia con su peso económico, científico y cultural, debe empezar por reforzar su unidad y dar un salto adelante tecnológico.

En el plano internola UE necesita encontrar fórmulas innovadoras para avanzar hacia una Europa geopolítica.

El progreso en política exterior, seguridad y defensa probablemente deberá realizarse fuera de los marcos institucionales hasta ahora conocidos. La integración diferenciada puede convertirse en una receta inevitable. El euro (moneda única) y el espacio Schengen (libertad de circulación de personas) son buenos ejemplos de éxito de integración diferenciada actualmente existentes dentro de la UE.

En las reuniones de París y Londres, citadas en el anterior artículo, convocadas por iniciativa franco-británica, se ha hablado de una “coalición de estados” capacitados en materia de defensa, a la que otros estados podrían añadirse de forma voluntaria y diferenciada; «una coalición reducida de voluntarios» formada por estados europeos miembros y no miembros de la UE.

La UE debe jugar, en cualquier caso, un papel clave en el futuro de Ucrania. Debe participar en las negociaciones de paz y en la definición de su futuro como estado, centrado en su adhesión a la UE, su seguridad y su reconstrucción.

La UE debe volver a hablar de tú a tú con Rusia y forjar unas nuevas relaciones bilaterales

La UE debe volver a hablar de tú a tú con Rusia y forjar unas nuevas relaciones bilaterales constructivas y duraderas, una vez resuelto el futuro de Ucrania. Rusia es un país europeo y su economía es complementaria con la de la UE. Rusia seguirá siendo el gran vecino de la UE por los siglos venideros. La diplomacia europea pudo evitar la guerra de Ucrania. Ha sido incapaz de evitar su supeditación a los planteamientos de Estados Unidos respecto a Rusia tras la caída del muro de Berlín en 1989. Es hora de reconocer este error y corregirlo.

La diplomacia europea también debe ser capaz de reconducir las relaciones con China, la gran potencia reemergente del mundo, un estado-civilización con más de 5000 años de historia. China no es solo un «rival sistémico» para la UE, es mucho más que eso. China va camino de convertirse en la primera potencia mundial.

China está demostrando que es la potencia más inteligente en la época actual de grandes cambios geopolíticos.

La UE y China comparten la visión de un nuevo orden mundial de carácter multipolar, basado en reglas. China está demostrando que es la potencia más inteligente en la época actual de grandes cambios geopolíticos. Quiere un mundo multipolar en el que sea respetada. Es contraria a los hegemonismos y a la unilateralidad. La UE debe seguir su propio camino de relaciones con China, no necesariamente coincidente con el de Estados Unidos.

La UE no podrá ser un actor global en la nueva geopolítica si no se dota de fórmulas innovadoras en sus mecanismos de integración, toma de decisiones, política de seguridad y defensa. Las propuestas antes mencionadas de la Comisión Europea no bastan. Si es necesario, debe recurrirse a la posibilidad de una Europa a varias velocidades o de geometría variable.

El gran paso adelante de la Europa geopolítica -llegar a la unión política con políticas comunes de exteriores y defensa- sigue pendiente de la voluntad de sus Estados miembros. Algunos Estados miembros de la UE, como Alemania, están dispuestos a ello. En el programa político de la anterior coalición gubernamental presidida por el socialdemócrata Olaf Scholz, figura que Alemania quiere alcanzar la unión política federal de Europa. Lo está desde el inicio del proceso integrador europeo posterior a la Segunda Guerra Mundial.

Pretender avanzar solo en el marco de la actual UE con propósitos compartidos por varios Estados miembros bloquea el camino de Europa como verdadero actor global geopolítico. Si seguimos así, el trumpismo habrá ganado.

¿Ha llegado la hora de Alemania?

Destacados analistas consideran que, en el contexto internacional actual, la única potencia europea que podría redefinir la posición del continente es Alemania. Sin embargo, para ello Berlín debería abandonar los paradigmas que han regido la política exterior europea en los últimos años. Piensan que, si existe un país con la capacidad de corregir el rumbo a Europa, este es Alemania.

Los errores de la era Merkel ahora se ven muy claros, costará remontar sus consecuencias negativas en muchos ámbitos

Su economía sigue siendo el motor de Europa, pese a la difícil situación política y económica a la que se enfrenta. Su influencia política ha quedado diluida bajo el débil y errático liderazgo de Olaf Scholz. Los errores de la era Merkel ahora se ven muy claros, costará remontar sus consecuencias negativas en muchos ámbitos: infraestructuras, energía, inmigración, política industrial, nuevas tecnologías, defensa, educación, investigación básica, burocracia, etc.

El futuro canciller alemán, el conservador Friedrich Merz, ha declarado que recuperar la autonomía respecto a Estados Unidos es una de sus prioridades, así como «construir un ejército y entenderse con Rusia». 

Con la llegada del nuevo canciller, Berlín tiene la oportunidad- y la responsabilidad- de redefinir el papel de Europa en el mundo. Si Berlín no actúa pronto, Europa seguirá cometiendo los mismos errores, mientras que Estados Unidos, China, Rusia y otras potencias reconfiguran el orden mundial, alcanzando sus objetivos e intereses, sin oposición.

Alemania es la abanderada del federalismo en Europa. Alemania entiende perfectamente, y lo defiende, que una Europa federal -capaz de combinar la unidad política con la diversidad lingüística, cultural e identitaria- es la única garantía de la paz, la prosperidad y la democracia en el continente, así como desde su relevancia en el mundo.

¿Lo aceptarán en algún momento Francia y el resto de Estados miembros de la UE reacios a la unidad política federal?

Primeras reacciones de la UE a la ruptura de la relación transatlántica y al advenimiento de una nueva era geopolítica de carácter imperial (I)

Alemania entiende perfectamente, y lo defiende, que una Europa federal -capaz de combinar la unidad política con la diversidad lingüística, cultural e identitaria- es la única garantía de la paz, la prosperidad y la democracia Compartir en X

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