Las versiones oficiales que surgen en boca de los gobiernos de España y de Cataluña no recogen ni de lejos la realidad que dicen los ciudadanos de a pie. En realidad, como en toda guerra, lo que impera es un notable desorden, que los responsables harían bien en asumir y enmendar porque les va en ello su credibilidad.

El denominador común de la mayor parte de esta desorganización subyace en la incapacidad de los gobiernos de prever los sucesos, incluso las consecuencias de sus propios actos.

Un caso trágico es el de los respiradores en las UCI. Por la naturaleza del ataque del coronavirus, la principal causa de letalidad radica en la afectación pulmonar, que exige para salvar vidas disponer de suficientes aparatos de respiración que suplan la incapacidad del propio organismo para realizar esta tarea vital. Se trata de los respiradores. Hace ya algunas semanas que se conocía que este es el mayor riesgo para los pacientes, y que se necesitarían nuevas plazas en UCI, que han ido aumentando, pero que los respiradores no lo han hecho en la misma proporción. Se aduce que su falta es debida a las distorsiones del mercado internacional por la gran demanda que existe. Pero ahora se ve, gracias a la iniciativa ciudadana, que existen recursos propios que podían haber paliado el golpe.

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El más evidente de todos ellos son los respiradores que se utilizan en veterinaria y que pueden ser aplicados a seres humanos. Hasta ahora no se ha movilizado al sector veterinario para disponer de estos vitales instrumentos.

La segunda fuente de recursos también importante, es que muchos aparatos de anestesia, al menos los de la empresa Drager, que es un líder en el campo de la tecnología médica, pueden ser utilizados como respiradores de una manera excepcional. Esto lo ha afirmado la propia empresa en una comunicación pública, en la que afirma que estos aparatos de anestesia incorporan un software que, siguiendo las instrucciones específicas, hace posible obtener aquel resultado.  Hay que decir que este tipo de aparatos se encuentra en el 60% de las instalaciones médicas.

La tercera fuente de aprovisionamiento de respiradores es la fabricación local. Han surgido múltiples iniciativas, todas de carácter espontáneo. Si los gobiernos hubieran previsto esta posibilidad y coordinado la espontaneidad, el periodo para disponer de aparatos homologados y en cantidad suficiente se habría reducido en una medida muy importante. Algo parecido puede decirse de las provisiones para equipos de protección personal, como mascarillas, guantes, trajes de un solo uso. Todo esto puede ser producido a gran escala en España con mayores o menores transformaciones de las industrias correspondientes, pero tampoco ha habido ninguna planificación.

Pero con ser la decisiva no se trata solo de la dimensión sanitaria, sino que la falta de previsión, la descoordinación, afecta a todos los ámbitos. Uno de los también importantes es el económico. Ha sido tremendamente irresponsable declarar el cese de toda actividad no imprescindible verbalmente un sábado para ser efectivo el lunes, con la publicación del decreto que detalla las actividades afectadas a las 12 de la noche del domingo. La incertidumbre, una de las peores lacras para la actividad económica, ha sido total y podía haberse evitado, simplemente actuando con previsión, coordinación e información.

Los pequeños empresarios, que constituyen la gran mayoría del tejido industrial del país, se quejan porque consideran que las pequeñas empresas se quedan en buena medida fuera, incluso se refieren al 50% de exclusiones en relación con lo que prevé el Real Decreto sobre el estado de alarma. Ello significa que no tienen ninguna ayuda para afrontar la reducción de la actividad, ni tienen derecho a aplicar el ERTO, y en todo caso deben pactar con los trabajadores una reducción de jornada, lo que implica también que estos estén de acuerdo con una renuncia a parte de su salario.

La solución de que vaya al banco para solicitar un crédito avalado en un 80% por el estado tampoco es una buena solución para muchas de estas pequeñas empresas, porque se preguntan por qué deben endeudarse asumiendo los costes financieros para pagar en un futuro, cosa que no sabe si podrá cumplir, en una operación donde el negocio realmente queda en manos de los bancos, que con un riesgo mínimo obtendrán un beneficio.

Todo esto es muy difícil de resolver, ciertamente, pero también es cierto que se podría hacer mejor. Por ejemplo Italia también ha prohibido los despidos, como después ha hecho España, pero hay una diferencia sustancial a favor del Gobierno italiano: las empresas de aquel país podrán pagar a sus trabajadores con las partidas de un fondo que el Estado destina a los trabajadores de empresas que han detenido su actividad, pero esto en España no existe.

La administración falla en sus propios compromisos directos. Así por ejemplo, en muchos lugares resulta imposible inscribir a un recién nacido, porque a pesar de todo la vida sigue, en el Registro Civil. Es el caso de Barcelona. El resultado es que los padres se ven de esta manera impedidos a tramitar la prestación por maternidad y paternidad con los daños que ello supone. El Consejo General del Poder Judicial estableció que los registros civiles deben de tramitar los nacimientos, pero ya se ve que una cosa es lo que se decreta y otra lo que la propia administración cumple.

En definitiva, las quejas de los ciudadanos se multiplican porque constatan la diferencia entre el discurso público y la realidad. En una dramática carta al director aparecida en La Vanguardia de Barcelona, una mujer que había perdido a su padre sin poder verlo, porque había muerto aislado en la más total soledad, tenía el rigor de pedir a quienes nos gobiernan: dadnos instrucciones claras y útiles. Confesad que hasta que no tienes insuficiencia respiratoria no recibes un tratamiento, explicad que la tasa de afectados está infravalorada. Se ha puesto en marcha una app que ni tan siquiera pide si has estado en contacto con un positivo. Haced saber que aunque las patologías parezcan leves, sí puede empeorar rápidamente en horas. No escondáis la información. La verdad es dura, pero al menos reduce la incertidumbre. Humanizad los protocolos, ayudad a que aquel mal paso de la muerte sea más soportable. Entereza y rigor por parte de quien habiendo perdido a un padre, lo único que hace es pedir lo más elemental: verdades.

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