Jaume Roures es conocido por dos cosas: porque ha construido un poderoso conglomerado mediático con todo lo que conlleva de dinero e influencia, y también porque es el prototipo de millonario de izquierdas que se confiesa trotskista. Su influencia no acaba en los medios de su grupo, sino que se extiende de una forma extraordinaria sobre la misma televisión pública de Cataluña, que le sirve de altavoz siempre que lo necesita, como lo puso de relieve hace pocos días con motivo de su polémica con Sandro Rosell. Uno de los programas más partidistas de TV3, Preguntes Freqüents FAQS, está producido por El Terrat, que a la vez es una empresa adquirida por Mediapro del mismo Roures, y que utiliza en función de sus intereses. Es una situación insólita en una TV pública: Roures cobra por producir un programa que a la vez utiliza en provecho propio. Es un gran invento.
Su papel político es activo, pero nunca desde la primera línea. Tuvo una intervención importante a lo largo del procés desde la primera consulta realizada por Artur Mas, y siguió apoyando el procés. Pero ahora esta posición ha cambiado radicalmente. Roures lo da por enterrado y considera que ha llegado el momento de construir una alternativa desde el catalanismo de izquierdas. En este sentido está detrás de la construcción de un espacio de reencuentro por medio del Institut Sobiranies, un think tank que quiere incidir en la crisis económica creciente con un programa rotundamente de izquierdas, y dejando al margen el proceso independentista.
En realidad, está llevando a cabo una acción que tiene como objetivo articular los comunes con la CUP para configurar una nueva fuerza política o al menos alcanzar un acuerdo parlamentario. Son caras visibles de esta iniciativa el que fue líder de En Comú Podem, Xavier Domènech, el exdiputado de la CUP Quim Arrufat, así como David Fernández y Benet Salelles, dos personas bien conocidas del ámbito de la CUP, así como Gemma Ubasart, que, si bien fue fundadora de Podem en Cataluña, después se apartó o fue apartada de una manera acelerada. También está presente el diputado de los comunes y secretario primero de la Mesa del Congreso, Gerardo Pisarello. Curiosamente no hay gente de ERC, si bien Joan Tardà y Gabriel Rufián no verían con malos ojos la constitución de una alianza de izquierdas.
En el caso de Jaume Roures, nunca está del todo claro allí donde termina la política y donde empieza el negocio, en el sentido de que sus posiciones políticas acaban teniendo siempre traducción positiva para sus empresas, pero también porque sus empresas intervienen en los medios audiovisuales en la controversia política. Lo que está claro es que Roures ve que, en Cataluña, si las circunstancias no cambian, existe la posibilidad de una clara mayoría de izquierdas que podría alcanzar hasta las tres quintas partes de los escaños si se reunieran desde la CUP hasta el PSC, cosa improbable con carácter sistemático, pero no descartable en el juego de los apoyos parlamentarios. En este espacio, construir un polo configurado por sectores de la Candidatura d’Unitat Popular y de En Comú Podem podría disputar el centro de gravedad a ERC y a la vez constituir un elemento de atracción para que una alternativa de este tipo que rompiera la coalición actual con JxCat acabara prosperando. Evidentemente esta operación tiene muchas incertidumbres. Una de ellas, y no menor, es la posición de Ada Colau, si bien esta mantiene una buena relación con Jaume Roures. En todo caso, hay que decir que los movimientos por la banda de la izquierda de los socialistas son significativos y marcan un indicador de la modificación del escenario: el abandono del proceso independentista y la prioridad de las políticas de izquierda.
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