Las perspectivas electorales de Colau no son nada buenas, pero ella y los Comunes siguen confiando en dos hechos: una baja participación electoral y en el bloque que disciplinadamente la sigue y que ha cultivado a lo largo de su mandato.
Por un lado, existe un núcleo duro que irradia en un entorno amplio de personas e intereses, que está configurado en torno al Observatorio DESC, el Sindicato de Arrendatarios, la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, Ingenieros sin Fronteras, Agua es Vida, Irídia y una serie de asociaciones de este tipo, que prácticamente todas ellas se concentran en el número 43 de la calle Casp de Barcelona, donde radican empresas de este colectivo, asociaciones y fundaciones.
Este entramado actúa y dispone de importantes recursos vía las grandes subvenciones que le aporta el Ayuntamiento. Cabe recordar en este sentido que esta historia, si bien a una escala mucho menor, ya empezó en la época del alcalde Trias porque ya subvencionaba a DESC y fueron esos recursos los que permitieron la liberación de la propia Ada Colau y otros miembros de su equipo. Sin embargo, aquella subvención se ha multiplicado por mucho. Por ejemplo, en 2017 ya superó 1,8 millones de euros y en 2021 ha alcanzado 3,4 millones.
Es evidente que con estas cifras se puede crear una estructura organizativa y electoral de muy notables dimensiones. De hecho, los Comunes son básicamente esto, etiquetas de empresas y asociaciones que viven de las rentas públicas. Al final tanta subvención ha tenido consecuencias, porque la Audiencia Provincial ordenó al juez que se había hecho cargo de las denuncias sobre posibles irregularidades y que había archivado el caso, a reanudarlo. Concretamente, el auto de la audiencia dice que si “lo que se subvenciona es la única actividad que lleva a cabo la entidad subvencionada, y que además el montante económico de la subvención representa un importante porcentaje del coste de su estructura, nos encontraríamos que se está financiando esta estructura, y de esta forma su naturaleza jurídica no sería la propia de la subvención, sino la contractual, que tiene otra regulación”. En cualquier caso hay que mantener la presunción de inocencia sobre Ada Colau y sólo señalar que la sospecha judicial existe y que las espadas están en alto.
El pasado mes de noviembre Barcelona en Comú, PSC y ERC evitaron que la Comisión de la Presidencia aprobara realizar una auditoría sobre las subvenciones otorgadas directamente desde 2015, que habría servido para esclarecer muchas cosas.
Pero no es sólo el núcleo duro el que cuenta como fuerza electoral, sino que su apoyo tiene otros componentes, como la Federación de Asociaciones de Vecinos de Barcelona, bien alimentada, la asociación Eixample respira, algunos de los grupos más militantes de la bicicleta y el grosor que se recoge detrás de la bandera de lo que ellos llaman ecofeminismo. Esta bandera ha tenido hasta ahora realizaciones muy modestas, las más importantes son la creación de huertos urbanos aprovechando minúsculos retales de suelo urbano. La única excepción es la del barrio del Clot, que prevé crear un espacio de 2.500 m2 destinado a tal fin.
Sin embargo, todo ello es más pintoresco que transformador de la ciudad. Sirve para convencer a los convencidos y dar ilusión, que no es poco, a algunos jubilados que pueden dedicar ratos a estos huertos.
Sin embargo, la gran transformación de la ciudad ya sabemos que la propicia a través del urbanismo táctico y sobre todo de las supermanzanas y en concreto la supermanzana del Eixample y los ejes verdes. Si bien esta opción cada vez registra una movilización más contraria porque van penetrando en la población las consecuencias adversas de lo que representa y por qué. Ya se ve en qué consiste este urbanismo táctico, como por ejemplo, la reconversión de 14 chaflanes dedicados teóricamente a espacios de reposo con suelos pintados, cuatro plantas y algún banco que, en realidad en la mayoría de casos, se ha convertido en nido de suciedad y al mismo tiempo en dificultad para la carga y descarga al suprimir estos puntos estratégicos cuando, precisamente, es más abundante la distribución de mercancías en el seno de la ciudad debido al crecimiento de las compras por internet.
Junto al ecofeminismo, que también preconiza el diseño de una nueva masculinidad y la aplicación en todos los ámbitos de la ideología de género, el otro grupo social que Colau ha trabajado a fondo y que espera que le dé rendimiento electoral es el de los colectivos militantes LGBTIT. Está claro que este grupo, muy militante y menos subvencionado, tiene el inconveniente de que mueve un grueso de población reducido.
De hecho, ésta es la característica de todos los vectores electorales de Colau: cogidos uno a uno son colectivos pequeños. Todos sumados significan garantizar un determinado volumen de votos pero insuficientes para alcanzar la alcaldía si no se produce una participación superior a la de las últimas elecciones. Y ahí está el punto crucial, que haya una movilización ciudadana no extraordinaria, pero sí normal .