¿Qué les pasa a las chicas?

Es una evidencia científica que la Generación Z o centennial, nacida a finales del siglo XX y principios del XXI, sufre problemas importantes. Por una parte, las enfermedades mentales y las adicciones alcanzan un nivel nunca antes visto entre las personas jóvenes.

Un dato significativo es que la llamada «curva de la felicidad», que tradicionalmente adoptaba una forma de «U» con máximos en el primer y último periodo de la vida y mínimos a partir de los 40-45 años (que empezaban a decrecer en la jubilación), se ha alterado. Ahora, los máximos se registran en la primera fase de la vida, a partir de los 18 años, de manera que las personas de 20 a 30 años son más infelices que aquellas en la cuarentena.

También registran un mayor estrés escolar, y España ocupa un lugar destacado en esta adversidad en el ámbito de la UE. Se sitúa en las primeras posiciones, entre los seis primeros, en la clasificación que establece la presión escolar que sienten a los 13 años. Esto apuntaría a que el siguiente tramo generacional, la denominada Generación Alfa (nacidos a partir de 2013), también empezaría a registrar los mismos efectos, aunque esto no pase de una mera hipótesis, dado que aún no hay perspectiva temporal suficiente para verificarlo.

Pero todos estos datos conjuntos sobre los jóvenes encubren una diferencia entre sexos que nunca se había dado en tal medida. En el caso del estrés escolar, que crece con la edad (es mucho mayor en los jóvenes de 17-18 años, cuando alcanza un 41%, que entre los de 11-12, con solo un 10,5%), es sobre todo una característica creciente entre las chicas.

En los chicos, la cifra de población que sufre estrés a los 11-12 años es del 14%, por debajo de la media del grupo, porque en las chicas ya alcanza el 18,4%. Este estrés en los chicos crece, pero se estabiliza, de manera que entre los de 13-15 años y los de 17-18 hay solo 2 puntos de diferencia (del 25% al 27%). Mientras, en las chicas aumenta y crece con la edad hasta que, en el máximo, alcanza el 54%; el doble que los chicos.

Las muchachas, a medida que ganan años, ganan en malestar y estrés, hasta el punto de que quienes lo sufren son más de la mitad del grupo. Más todavía: mientras que en los últimos 20 años (2002-2022) este síntoma apenas se ha movido en los varones (ha pasado del 21% al 23%), en las mujeres ha crecido de forma rampante. De tener una misma significación que los chicos en 2002 (21%), se ha elevado hasta el 39% dos décadas después.

En todo esto hay un interrogante profundo, una cuestión de fondo que no se ha abordado:

¿Por qué en las dos primeras décadas largas de este siglo, cuando el feminismo de género se ha hecho cultura y política hegemónica en nuestro país y en buena parte de Europa, es precisamente cuando mayores males psicológicos sufren las chicas?

Tendría que ser al revés, dado que el feminismo y su jerarquía sobre cualquier otra consideración son la consigna, y ellas experimentan una discriminación positiva en todos los ámbitos, desde las listas electorales al empleo (en particular, el empleo público). Y, lo que quizás es más importante, en el tratamiento mediático, donde su compañero de generación, el varón, es presentado como el eterno opresor, el que fracasa escolarmente, el que tiene una menor proporción de graduados universitarios.

Esta diferencia no termina aquí, porque se extiende a su visión de la vida.

Mientras que las chicas siguen el camino de sus predecesoras y dan una gran importancia al progresismo y al feminismo, los chicos buscan valores vinculados más a la tradición, de naturaleza fuerte, y giran la mirada hacia sus abuelos y más allá; no por una nostalgia que no pueden sentir, sino para encontrar respuestas auténticas ante una sociedad y unas instituciones que consideran que han fracasado.

El balance es claro en cuanto a sus resultados:

La ideología del feminismo de género en la media que ha logrado el poder está consiguiendo dos cosas muy graves para el presente y el futuro de la sociedad: estresar y traumatizar a gran escala a las mujeres, y hacer cada vez más difícil el emparejamiento entre hombres y mujeres. Y en este sentido no es un dato menor que la cifra de chicas menores de edad que se declaran lesbianas, no tiene parangón en las generaciones anteriores, ni en los chicos de su generación. Algo muy profundo está triturando la ideología y cultura dominante y los costes serán temibles.

La Generación Z busca respuestas: ellas en el progresismo, ellos cada vez más en la tradición. Un síntoma de una sociedad fracturada. #GeneraciónZ Compartir en X

Després d'un any del govern Illa, ets capaç d'identificar 3 grans realitzacions que hagi dut a terme? (no anuncis de propostes, projectes, acords).

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