La Comisión Europea publica periódicamente un informe sobre la calidad de vida de las ciudades, en concreto de 89. El último de estos análisis se publicó en 2020 y la encuesta se llevó a cabo el año anterior. Esta fuente permite tener una información sobre Barcelona y además poder compararla con el conjunto europeo.
La calidad de vida utiliza 8 indicadores básicos que son: la satisfacción global, que sería una especie de síntesis del conjunto, que al mismo tiempo se subdivide en dos capítulos diferentes que son la satisfacción de vivir en general y si esa ciudad es un buen lugar para vivir. En ambos casos Barcelona obtiene una calificación muy alta. 89 sobre un teórico máximo de 100, al que nadie llega. Pero atención porque ésta es la media europea. Por tanto, y esta consideración hay que tenerla presente en todos los demás resultados, Barcelona consigue una buena valoración en la satisfacción global, pero no marca ninguna diferencia en la valoración que hacen el resto de 88 ciudades europeas encuestadas.
Donde sí hay una pequeña ventaja es al considerar que es «un buen lugar para vivir» donde alcanza 94 puntos sobre 91.
Un segundo indicador es el de servicios y comunidades y aquí los resultados son por lo general también buenos y se sitúan casi todos en el nivel del notable, concretamente: facilidades para la práctica deportiva, la cultura, disponibilidad de zonas verdes, calidad de los espacios públicos. Todos estos 4 elementos se sitúan en una puntuación de excelente bajo, si bien en relación con las zonas verdes cabe decir que el valor alcanzado por Barcelona es claramente inferior al de la media del conjunto de ciudades europeas; 70 sobre 77.
Donde flaquea más la cosa es en los servicios de la salud, donde se alcanzan 68 puntos por 70 de la media europea. En el tercer indicador global es donde encontraremos uno de los grandes suspensos de la ciudad. Sobre todo en la calidad del aire, donde suspende por la baja puntuación, 37 puntos, y también por la distancia que nos separa del valor del resto de ciudades de Europa, 62. Y algo parecido ocurre con el nivel de ruidos, 43 sobre 65.
En la limpieza, uno de los puntos más criticados de la situación actual de Barcelona, el balance que hacían los ciudadanos en el 2019 no era tan malo. Obtenía un aprobado y quedaba enrasado con el conjunto europeo, 61 puntos en relación con 62. Otro punto negro de la calidad de Barcelona hace referencia al bienestar económico, concretamente por el indicador de “facilidad para encontrar trabajo” que registra el peor resultado de todos los indicadores, 17 puntos por una media europea de 42, un valor que tampoco es para echar cohetes, pero es que el de Barcelona es de traca.
También está en los niveles más bajos disponer de vivienda asequible con 37 puntos, aunque en este caso el valor europeo no es demasiado diferente, con 39 puntos. El tercer indicador de este grupo es el confort de los hogares, que aprueba, pero se sitúa por debajo del conjunto europeo.
El transporte público es otra de las grandes mediciones y se subdivide en 4 tipos de medidas diferentes. Una, el uso del transporte público, que suspende, pero que es ligeramente mejor que la media europea, 48 por parte de la capital de Catalunya, por 44 en Europa. Pero los otros tres indicadores están claramente en verde, la satisfacción por el transporte público, 75 sobre 73 de Europa, el confort, 74 sobre 71, y la frecuencia, 76 sobre 74. Por tanto, no obtiene únicamente lo que podríamos calificar de buena nota, sino que siempre está algo por encima del resto de ciudades europeas.
Nos faltan por considerar todavía 3 indicadores. Uno, el de la ciudad inclusiva. El otro, que es determinante sobre todo en la perspectiva de las elecciones municipales, que es la administración pública local, la valoración sobre la seguridad y delincuencia. Y por último, cuál es el resultado global comparado con la media europea y las principales ciudades del continente. Todo esto lo veremos en el próximo artículo.