- No haga caso a las encuestas precedentes. Significan a estas alturas muy poco. La carrera electoral comienza ahora con la irrupción de Puigdemont. La incógnita es a cuántos votantes de ERC y la CUP atraerá y sobre todo a cuántos de los independentistas desengañados.
- En estas elecciones más que nunca la clave radica en la movilización de cada electorado, porque nunca tanto como hoy el ciudadano ha estado tan harto de los políticos y del tipo de política que realizan. Aquellos que conserven cierta fe en su opción y sus líderes jugarán con una ventaja extraordinaria.
- ¿Puede ser el PSC el refugio de todos los contrarios a la independencia, como lo fue en las anteriores elecciones o antes Cs? Muy difícil: Illa es un simple subalterno de Sánchez y éste ha hecho revivir a Puigdemont. Este dirigente de JxCat estaba muy amortizado antes de que las elecciones generales últimas transformaran a sus diputados en Madrid en oro puro por parte de un hombre cuyo único propósito político es mantenerse en el gobierno a toda costa. La consecuencia ha sido agigantar la figura de Puigdemont. En cualquier caso, en esta ocasión los beneficiados del antiindependentismo serán más bien el PP y Vox.
- A la inversa. Puigdemont puede concentrar el voto táctico que da prioridad en las elecciones catalanas a castigar a Sánchez por encima de cualquier otro motivo. No es el PP, que mejora resultados, pero seguirá sin ser un decisor en la política catalana, sino Puigdemont quien puede impedir una de estas dos cosas, o las dos, vitales para Sánchez: a) que gane las elecciones Illa. b) que forme gobierno.
- ERC no pactará en las actuales condiciones con los socialistas porque la presión de Junts es y será descomunal, e Illa con los comunes estará lejos, muy lejos, de la mayoría necesaria. No bastaría con la abstención de los populares. La cuestión es si estos, haciendo una extraña curva repitieran el asunto del Ayuntamiento de Barcelona y dieran el voto a Illa. ¿Es posible esta acción? Seguramente, sería el entierro definitivo de los populares en Cataluña.
- De entrada, Puigdemont ya ha destruido todo el argumentario socialista sobre la amnistía: no hay reencuentro ni reconciliación. En realidad la aprobación de la ley es un estímulo y un argumento contundente a favor de conseguir el referéndum de autodeterminación. Todo gira en argumentar que hace cuatro días el PSOE y el propio Illa razonaban insistentemente que la amnistía era inconstitucional… como un posible referéndum. Además, la amenaza está sobre la mesa y es más fácil que nunca. Lo “volveremos a hacer” en esta legislatura está más al alcance, porque con todas las modificaciones que ha introducido el gobierno español, las penalizaciones por reiterar la independencia unilateral son muy leves, tanto que son casi un estímulo.
- Puigdemont se presenta a las elecciones pasando casi del cero al infinito gracias a Sánchez. Amnistía, revocada de la primera ley, aprobación de una segunda versión modificada a su antojo, cuando el gobierno y los socialistas habían reiterado que no tocarían una coma. Insólitas reuniones negociadoras en Suiza con un intermediario internacional, un precedente insólito en Europa y, por si fuera poco, el pacto de Bruselas, con este nombre subraya Puigdemont, entre Santos Cerdán y él mismo. ERC no puede competir con un papel de última hora sobre el pacto fiscal y una rueda de prensa en Madrid.
- Sin mencionarlo específicamente, ha rasgado políticamente a Aragonès y a su gobierno, al poner de relieve las cifras sobre la muy baja ejecución de la inversión del estado en Catalunya y la muy alta en Madrid. Sobre todo en los últimos años. Son cifras brutales. Es la escenografía de la «eficacia republicana». Pactan una cifra de inversiones con Sánchez y después ésta se realiza sólo en un 20 o 30%, mientras que Madrid supera el 100%.
- Además, Puigdemont se apunta el tanto de que Sánchez no se ha atrevido a presentar los presupuestos porque sabía que Junts votaría en contra precisamente por esta cuestión del incumplimiento inversor, además de otras razones. Sus exigencias eran inalcanzables cuando todavía el terremoto de la amnistía seguía produciendo réplicas.
- Una afirmación que hará daño electoralmente a ERC, añadido a otros factores: «no tenemos un romance con las izquierdas españolas». Ésta será una losa que pesará sobre la espalda de Aragonès a lo largo de toda la campaña electoral. Qué banderas pueden levantar desde ERC ante las que enarbola Puigdemont: referéndum por la independencia esta legislatura, ir unidos a las elecciones para convertir el independentismo en primera fuerza, lo que deja a ERC con la neura de decir que no, amenaza con un referéndum unilateral si no hay progreso en lo pactado, además de anuncio de gestión -y eso es lo menos creíble- buena y eficiente para la Generalitat, a diferencia de lo que ha pasado hasta ahora.
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