Es una evidencia que el acuerdo entre Ferraz y Puigdemont ha desquiciado a buena parte de la sociedad española. No ha sido sólo este hecho, por supuesto. El acuerdo inicial de Sánchez con Bildu empezó a calentar el ambiente –pero, poco. El acuerdo con ERC subió mucho el tono porque ya incorporaba la amnistía. Sin embargo, el detonante final ha sido el texto acordado con Puigdemont.
La constatación es evidente. No serán 2 millones los que se han manifestado este domingo en España, pero ciertamente sí son más de medio millón y en todo caso mucha gente. Es un error óptico y político querer liquidar estas grandes manifestaciones de disconformidad, como lo hacen algunos de los medios catalanes disfrazándolos de fascistas. Dios nos libre de que hubiera tantos.
Ni tampoco se pueden liquidar los titulares del tipo «La derecha se manifiesta». Es sin duda la derecha, pero también bastante más. Se trata de todo un amplio espectro del pueblo español que ve con malos ojos los acuerdos, y esto no es un buen augurio para los intereses de presente y futuro de Cataluña, porque hay una enseñanza histórica, que Jordi Pujol tenía bien asumida y que Mas ya empezó por olvidar, que no es otra que tener claro que dejar a Catalunya en manos de alguno de los partidos españoles es un riesgo terrible a medio plazo, más cuando las razones para establecer acuerdos ya no se mueven en el terreno de los ideales, sino sencillamente de los votos necesarios para que Sánchez, que hace 4 días defendía lo contrario, pueda mantenerse en la presidencia del gobierno. Y junto a la gente, una parte importante de lo que es “estado”, el Consejo General del Poder Judicial.
Todas las asociaciones de jueces de centro, izquierda y derecha, al igual que todas las asociaciones de fiscales, las salas de gobierno de varios tribunales superiores de justicia, más de 80 jueces decanos, colegios de abogados de la administración de justicia, el Consejo General de Procuradores, grandes despachos de abogados, entre los que se encuentra Roca y Junyent, cuerpos de funcionarios el estado de todo tipo y condición, las asociaciones empresariales de ámbito español, las 6 asociaciones de la Guardia Civil y las 4 de la Policía Nacional. Puede trivializarse, pero lo cierto es que se trata de una conmoción como hace décadas el sistema político español no sufría.
Y es que el cambio alcanzado, merced al acuerdo con Junts es realmente espectacular.
Situemos telegráficamente sus perfiles:
- La narrativa del texto, lo que figura al inicio de todo como “Antecedentes” es la narrativa del independentismo. Se remonta hasta las constituciones catalanas pasando por el recorte del Estatut y el referéndum con alusión a las causas abiertas. Es un precedente que carece de recorrido.
- Señalar formalmente que se trata de una oportunidad histórica y de abrir una nueva etapa. La mayor debilidad de esta ambiciosa aspiración es que se trata de un pacto entre perdedores de las últimas elecciones y también porque las oportunidades históricas que no cuentan con la alternativa española del gobierno de turno acaban teniendo mal resultado para Cataluña.
- Consagración de los principios de negociación y acuerdo para resolver los conflictos explicitando que los acuerdos deben responder a la demanda mayoritaria del Parlament de Catalunya.
- A pesar del acuerdo, constatación de las profundas discrepancias: JxCat considera legítimo el mandato del referéndum del 1-O y la declaración de independencia. El PSOE le niega toda legalidad y validez. ¿Es posible pactar un futuro bien asentado y una nueva etapa sobre esta insostenible contradicción de las partes?
- Otro precedente histórico que ha cedido el PSOE: mecanismo de acompañamiento, verificación y seguimiento por una instancia internacional y con negociaciones que se realizarán fuera de España.
- Dos ámbitos de negociación: a) superación de los déficits y límites de autogobierno. b) Reconocimiento nacional de Cataluña.
- En la primera reunión de este noviembre se plantearán una serie de cuestiones si bien de forma no exhaustiva. Junts planteará el referéndum en el marco del artículo 92 de la Constitución, que regula los referéndums consultivos con participación de todos los ciudadanos, convocado por el rey, a propuesta del presidente del gobierno, previa autorización del Congreso. También planteará la modificación de la ley orgánica de financiación para excluir a Cataluña del régimen general a fin de conseguir la cesión del 100% de los tributos. Por su parte, el PSOE planteará en relación a los dos puntos anteriores el pleno desarrollo del Estatut del 2006 y la singularidad institucional, cultural y lingüística de Catalunya. En el orden económico y de autogobierno, los socialistas presentarán medidas que permitan la autonomía financiera, el acceso al mercado y el diálogo sobre el modelo de financiación, además de presentar un plan para facilitar y promover el retorno de sus sedes sociales de las empresas que se marcharon de Cataluña. ¿Es posible llegar a acuerdos con tesis tan distantes? ¿Qué hará el PSOE para empujar a las empresas a volver a Cataluña? Leído con atención, el acuerdo parece histórico, pero las posibilidades de que se resuelva positivamente lo que se plantea, más allá de la ley de amnistía, que ésta sí se cobra al contado, parece difícil.
- Por último, la ley de amnistía que incluye el concepto del lawfare, que ha conmovido a la justicia, de la que sí es cierto que, tal y como está redactado, se puede entender que se crearán comisiones de investigación sin precisar cuál y por qué, que pueden dar lugar a responsabilidades dirigidas a ver si se ha producido una judicialización de la política. Este punto, con su formulación textual, traerá mucha historia y tensión.
De acuerdo con ese texto, Pedro Sánchez tiene los votos de Junts. Pero el conjunto de la legislatura queda sujeto al cumplimiento de los acuerdos que resulten de la negociación. Está claro que las negociaciones pueden ser tan largas antes de llegar a acuerdos que agote la legislatura.
Los partidos independentistas y en particular JxCat, se juegan la credibilidad que les queda a que todo, y más allá de la amnistía, no quede en un vuelo gallináceo Share on X