Carles Castro, el especialista en cuestiones electorales de La Vanguardia, publicaba un extenso estudio este pasado domingo 18 de septiembre en el que dos cosas quedaban claras: Colau es el peor alcalde comparado con Trias y Hereu, que eran sus predecesores. Y segundo punto, en cuanto a las cifras se hace difícil entender por qué Trias perdió las elecciones. Esto no quiere decir que no puedan aducirse causas racionales, lo que decimos es que en todo caso las cifras no las reflejan.
En relación a la valoración de los alcaldes, Colau y Hereu han registrado las peores cifras con un suspenso claro cada uno, puntuado con un 4,1 sobre 10. Trias acudió a las elecciones casi con un aprobado, un 4,9. La diferencia es muy considerable, y lo es aún más la caída porque tanto Colau como Hereu partieron de una valoración de 5,4, es decir, en el transcurso de su trayectoria han perdido 1,3 puntos, mientras que Trias sólo perdió 4 décimas. Se observa también que es muy clara la diferencia entre el primer período de Colau, 2015-2019, en el que siempre se situó por encima de 5, de este segundo mandato en el que la mayor parte se ha situado por debajo de esta cifra.
Una segunda medida es la valoración de lo que podríamos decir la tarea hecha y si la ciudad ha mejorado o ha empeorado . Los registros son claramente negativos en el caso de Hereu, -21 puntos, y más en el caso de Colau con un -37, mientras que Trias alcanzaba un +5. De hecho, la tendencia a ver que la ciudad empeora en lugar de mejorar es continua en el caso de la alcaldesa desde el 2016 y, por tanto, ha habido un convencimiento sólido y creciente de que la ciudad empeoraba.
Si del pasado pasamos al futuro, a la esperanza de si mejorará o empeorará, las cifras indican que en relación a Hereu había 22 puntos a favor de la esperanza, 23 en el caso de Colau y 40 en el caso de Trias. Por tanto, era el exalcalde convergente el que una vez más se llevaba una valoración positiva. Cabe remarcar que en los casos de la alcaldesa y de Hereu la tendencia era más bien a empeorar, mientras que la de Trias era a mejorar.
Por último, y en relación con la gestión municipal, Hereu acudió a las elecciones con una valoración positiva de 20 puntos, Trias de 30 y Colau de -18. De hecho desde 2015 existe una tendencia sólida a considerar que el Ayuntamiento ha empeorado y que por tanto es una tendencia que se mantiene a lo largo de los últimos 7 años. A la inversa, desde 2018 que se alcanza la máxima valoración positiva del Ayuntamiento con un 55%, se ha producido una caída continuada hasta llegar a la situación actual en la que un 39% valora como buena o muy buena esta gestión y un 47% como mala o muy mala. Cabe remarcar que esa magnitud es la más alta de la serie de los tres alcaldes. Hereu registró una punta momentánea negativa de un 45% que consideraba mala su gestión en el 2010.
De ahí que empezáramos el análisis afirmando que es imposible que gane Colau y que Trias perdió a pesar de tener indicadores suficientemente favorables, aunque, vistos los resultados, insuficientes. Desde ese punto de vista el que fue el alcalde convergente tiene una base sólida sobre la que levantarse: todos los que le valoraban bien cuando acabó, más todos aquellos que rechacen a Ada Colau verán en Trias la mejor alternativa.
Con todo, hay que advertir que la alcaldesa se beneficia de dos factores que poco tienen que ver con el estado y prospectivas de la ciudad. Tiene un grosor de voto ideológico que no decide en función de los intereses de la ciudad, sino de una prescripción doctrinal previa. Este hecho se da en todos los grupos, pero es especialmente importante en el caso de Colau; es su principal fuerza, que se beneficia siempre cuando la abstención es alta. Por tanto, el mejor tiro para evitar que el gobierno de Barcelona esté monopolizado por ideologías que han mostrado su incapacidad de gestionar bien, es ir a votar. Un beneficio adicional es la extraordinaria fragmentación que existe en el consistorio y la fractura entre independentistas y no independentistas que dificultan coaliciones racionales.
Si a este hecho se le une “el tripartito” que gobierna en Cataluña, España y Barcelona, está claro que sólo un buen candidato y una gran movilización ciudadana que vote por opciones que pueden tener representación en el consistorio tiene posibilidades de quitarse de encima una gestión que a ojos de la gran mayoría de barceloneses es negativa.