Oriente Medio: un camino hacia la paz casi imposible

El cese de los combates en Gaza y la liberación de los rehenes israelíes vivos fueron ya de por sí una gran victoria del presidente estadounidense Donald Trump.

Sin embargo, su plan de paz en veinte puntos busca un objetivo mucho más ambicioso y que históricamente se ha demostrado imposible de conseguir por más cerca que otros presidentes de Estados Unidos, como Bill Clinton, parecieran llegar.

Detenida la ofensiva israelí, la gran pregunta inmediata es si realmente Hamás se desarmará, tal y como el acuerdo firmado en Egipto prevé. La respuesta parece cada vez menos clara a medida que pasan los días, hasta el punto de que el 18 de octubre uno de sus líderes declaró desde Qatar no poder responder “con un sí o con un no”.

Asimismo, la Franja de Gaza ya ha sido el escenario de ejecuciones sumarias de supuestos colaboradores de Israel que han sido filmadas y retransmitidas para «servir de ejemplo».

Con este panorama, no parece nada claro que Israel acceda a su vez a retirarse de la franja, como el acuerdo contempla también.

Y si estos dos primeros puntos no se cumplen, parece aún más difícil que pueda llegar la siguiente etapa del plan Trump, que sería la formación en Gaza de un gobierno tecnocrático formado por palestinos. Difícilmente resultará efectivo (o incluso encontrará miembros que se atrevan a formar parte públicamente) si los hombres armados de Hamás siguen en sus puestos.

Y de ese punto al siguiente del plan: en condiciones de un gobierno tecnócrata que exista solo sobre el papel, ¿qué países consentirán enviar tropas de paz para estabilizar la zona? Parece complicado que los estados musulmanes que más probabilidades tienen de formar parte de esa misión (Egipto, Indonesia, países del Golfo Pérsico, etc.) la lleven a cabo si además se les encarga una contrainsurgencia contra Hamás.

En definitiva, si Hamás sobrevive en la Franja de Gaza, todo gobierno israelí, sea del color político que sea, seguirá percibiendo el enclave como una amenaza. No solo se negará a efectuar una retirada total del territorio ganado, sino que podría estar tentado a reiniciar el conflicto para evitar una nueva masacre como la del 7 de octubre.

Por el momento, lo que es seguro es que ambos bandos están interesados ​​en detener los combates de forma temporal.

Por un lado, Netanyahu tiene una cita electoral el próximo año, y buscará presentarse como el líder que ha aplastado a Hamás, poniendo fin a la guerra y liberado a los rehenes. Por su parte, Hamás se encuentra extremadamente debilitado y necesitará tiempo para reagruparse y volver a conseguir el control sobre las ruinas de Gaza.

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