La letra escogida por la OMS para designar la nueva mutación del SARS-CoV-2, ómicron, la “o” pequeña del alfabeto griego (omega es la “o” grande) no es demasiado afortunada porque su sonido nos recuerda demasiado al título de una obra del maestro de la literatura de terror HP Lovecraft, el famoso “El Necronomicón”, un neologismo inventado por el autor y que se refiere a ley o leyes de los muertos. Esta obra es un falso libro de sabiduría antigua, hechizos y magia que es un clásico en la literatura que pretende dar miedo, la de terror.
Pero más allá de las semejanzas literarias, lo que sabemos de la nueva variante es que tiene un gran número de mutaciones, 55 en todo el genoma y 32 en la proteína S, la espícola, que es la clave que permite encajar con las células humanas. Se había considerado como «la variante más preocupante que hemos visto hasta ahora». Y la OMS la ha clasificado como variante preocupante, aunque no es ni mucho menos la primera de estas características.
Las mutaciones que presenta no son nuevas, se han registrado en otras identificadas. La novedad reside en que se han presentado juntas. Pero, ¡atención! la acumulación de mutaciones, que es siempre un motivo de interés, no significa que tengan efectos aditivos siempre, a veces actúan en sentido contrario y unas disminuyen el impacto de la otra. Aún no sabemos cuál es la consecuencia para el ómicron, si bien parece indicar que la característica más importante será su mayor transmisibilidad, pero no puede afirmarse de momento que sea más letal.
Sin vacuna, a mayor transmisión, mayor mortalidad, sin necesidad de que el carácter letal de la variante sea mayor, simplemente sería el resultado del aumento de los casos. Sin embargo, con la vacuna esta condición queda muy restringida y todo puede quedar reducido a un mayor número de afectados, pero sin demasiadas consecuencias para el sistema hospitalario. Pero nadie está en condiciones de poder afirmar que así sea, ni siquiera los científicos están ciertos de que el ómicron se imponga a la Delta, que es la actualmente hegemónica.
La dificultad para determinar el futuro obedece en cierta medida a las condiciones del territorio donde se ha identificado, la provincia de Gauteng, en África del Sur, que tiene una incidencia acumulada muy baja, en torno a los 10 casos por cada 100.000 habitantes (recordemos que Cataluña se sitúa cerca de 20 veces más). En estas circunstancias y la muy baja vacunación del país, hace que cualquier variante se propague con mucha facilidad. Está por ver qué ocurre en nuestro país, donde la vacunación es alta y el número de personas que han pasado la enfermedad también lo es.
De momento, lo único que podemos decir es que es necesario actuar con la lógica prudencia, que significa continuar la vacunación, mascarilla, distancia de seguridad, desinfección, buena ventilación. En definitiva, lo mismo que estamos haciendo.