Esta semana tendrá lugar una nueva edición del G7, el exclusivo club de los países occidentales más ricos. El evento tendrá lugar en Cornwall, en el Reino Unido, lo que supone una nueva oportunidad para que Boris Johnson luzca su estrategia «Global Britain» de la era post-Brexit.
Mucho se habla que en esta ocasión, la cumbre del G7 quiere ir mas allá de sesiones de fotos y declaraciones conjuntas que nadie lee. Y es que los países occidentales necesitan cada vez más desesperadamente demostrar al resto del mundo, empezando por China, que todavía son capaces de liderar.
Tanto Johnson como el presidente norteamericano, Joe Biden, son plenamente conscientes de ello. De hecho, ambos lideres mantendrán una cumbre bilateral seguida de dos encuentros con aliados: primero el G7 como tal (Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Alemania, Italia, Canadá y Japón), seguido por la OTAN. En el caso de Biden, su agenda culminará con un encuentro bilateral Estados Unidos-Unión Europea.
Esta densa agenda tiene un objetivo importante de cara a Rusia y China, las principales voces discordantes con el orden mundial liberal establecido por Estados Unidos tras la Segunda Guerra Mundial. Quiere contrarrestar la narrativa, minuciosamente trabajada por Moscu y sobre todo Pekín, que Occidente está sumido en una irrefrenable decadencia.
Cuando el G7 fue fundado, en los años 70, sus siete miembros representaban el 80% del PIB mundial. Hoy en día apenas alcanzan la mitad de este porcentaje
Cuando el G7 fue fundado, en los años 70, sus siete miembros representaban el 80% del PIB mundial. Hoy en día apenas alcanzan la mitad de este porcentaje.
Para ganar en representatividad mundial, el G7 ha invitado en esta ocasión a Australia, India, Sudáfrica y Corea del Sur. Tres de estos países son asiáticos, cosa que demuestra que esta región se esta convirtiendo en el nuevo centro de gravedad económico del mundo. Sumando a estos invitados, el G7 afirma representar al 60% de la población mundial «que vive en países democráticos».
Los asuntos que el G7 se dispone a tratar en Cornwall son eminentemente globales: la salida de la pandemia de coronavirus, el cambio climático y el comercio internacional. Pero, ¿como tratarlos si el país que más crece (económicamente hablando), que mayores responsabilidades por la epidemia acumula, y que más contamina del mundo, China, no está presente?
El país que más crece (económicamente hablando), que mayores responsabilidades por la Covid-19 tiene, y que más contamina del mundo, China, no estará presente
Según Gideon Rachman del Financial Times, la estrategia que el G7 se dispone a seguir para responder a esta pregunta es la de volver a generar liderazgo moral y político a nivel mundial.
En este sentido, los líderes del G7 deberán firmar esta semana el reciente acuerdo para imponer una imposición mínima a todas las empresas a escala global. Tras esta firma, se comprometen a presentar su proyecto ante la asamblea del G20 prevista el año que viene.
El G20 es en efecto una cumbre más numerosa y diversa instaurada para hacer frente a la crisis financiera mundial de hace una década. Incluye a países como Brasil, India y, por supuesto, China.
Si la cumbre termina solamente con los habituales eslóganes buenistas sobre la importancia de dar vacunas a los países más pobres, la transición ecológica y el libre comercio, no habrá servido para nada
Está por ver si el G7 reunido en Cornwall alcanzará acuerdos concretos que devuelvan a Occidente parte de su credibilidad. Si la cumbre termina solamente con los habituales eslóganes buenistas sobre la importancia de dar vacunas a los países más pobres, la transición ecológica y el libre comercio, no habrá servido para nada.