El Ministerio de Igualdad vuelve a demostrar cómo se pueden gastar millones del contribuyente con una mezcla de frivolidad, dogmatismo ideológico y mal gusto estético. La nueva campaña, lanzada a bombo y platillo, se titula “Hay que tener muchos huevos”.
Nada más empezar, el eslogan ya marca el tono: pretende ser irreverente, moderno y transformador, pero termina instalado entre la obviedad y el ridículo.
La iniciativa busca redefinir la masculinidad. Según Igualdad, los hombres debemos ser más libres, más diversos y –cómo no– más feministas. Lo de “diversos” queda bien porque está de moda, aunque nadie explique qué significa en concreto. Y lo de “feministas” es la guinda amarga: un término que cada vez inspira más rechazo, sobre todo entre los hombres jóvenes, que sienten que la ideología oficial los señala como sospechosos permanentes. Incluso muchas mujeres se preguntan qué sentido tiene mantener una guerra cultural constante de la mujer contra el hombre.
Paco León, predicador de la nueva hombría
La campaña está protagonizada por el actor Paco León. En los spots aparece diciendo que “tener huevos” es denunciar al amigo que manda fotos de chicas, vestirse como a uno le apetezca o enfrentarse a comentarios machistas. En definitiva, que la masculinidad del futuro se juega en el grupo de WhatsApp, en el armario y en el bar de siempre.
El Ministerio lo vende como un acto de “valentía cultural”: resignificar una expresión popular para ponerla al servicio del feminismo. Pero lo que al final resulta evidente es la incapacidad para conectar con la vida real de los ciudadanos. Porque mientras la gente se preocupa por llegar a fin de mes, encontrar piso, que el tren no descarrile o que el sistema sanitario atienda a su madre dependiente, Igualdad invierte millones en redefinir la semántica de los testículos.
El miedo al derrumbe del feminismo
El propio Ministerio admite que la campaña responde a datos inquietantes: el apoyo de los hombres jóvenes al feminismo cayó del 54% en 2019 al 41% en 2023, y a la igualdad del 70% al 50%. La “ola reaccionaria y negacionista” –dicen– avanza en redes sociales. Lo cierto es que, más allá de etiquetas grandilocuentes, lo que crece es el hartazgo ante un feminismo oficialista que se ha vuelto sectario, intervencionista y despectivo con quienes no comulgan con sus dogmas.
El resultado de esta campaña es la mejor prueba de por qué la causa pierde apoyos: se habla de igualdad, pero se transmite desprecio hacia los hombres, como si todos fuesen violentos o carentes de humanidad. Una pedagogía basada en la humillación solo podía tener un final: rechazo y desafección.
Ogilvy, huevos a la carta
Para la ocasión, el Ministerio ha contratado a la agencia Ogilvy, que ha diseñado la campaña con despliegue total en televisión, radio, prensa y redes digitales. Por dinero no será: la factura es millonaria, aunque nadie se atreve a concretar la cifra. La agencia, naturalmente, se felicita por la “audacia” y “autenticidad” del mensaje. Ya se sabe: cuanto más polémico, más premios publicitarios.
La paradoja es que, en nombre de “abrir el debate público sobre la identidad masculina”, el Estado gasta el dinero de los contribuyentes en imponer desde arriba lo que se debe pensar y sentir. No es pedagogía: es propaganda.
El contraste con la realidad
Mientras tanto, la vida sigue fuera de los despachos ministeriales. Los jóvenes no encuentran vivienda, los salarios se evaporan con la inflación, el transporte público acumula averías, la inseguridad crece en las calles y el tráfico de drogas amenaza a barrios enteros. Las familias esperan meses a que lleguen las pruebas médicas y años a que se reconozca una dependencia.
En ese escenario, el Gobierno decide que lo prioritario es gastar millones en una campaña sobre “huevos”. Una campaña que oscila entre la ofensa –porque parte de la idea de que la masculinidad está podrida y necesita ser reeducada– y la estupidez, porque convierte una grosería de bar en bandera cultural.
El Ministerio de Igualdad, en definitiva, se dedica a rascarse los huevos –nunca mejor dicho– mientras los ciudadanos lidian con problemas mucho más urgentes.
El resultado: el efecto contrario
Sus promotores aseguran que la campaña trascenderá lo publicitario para convertirse en una “declaración cultural a favor de las masculinidades igualitarias”. Y trascender, sin duda, trasciende. Pero el efecto es el inverso a lo que proclaman. Lejos de generar adhesión, multiplica el rechazo.
Porque la igualdad real no se construye a golpe de eslóganes ofensivos ni de campañas millonarias que ignoran la vida real. Se construye con justicia, oportunidades, seguridad y respeto. Y eso es justo lo que el Ministerio de Igualdad no ofrece.
Al final, con iniciativas como esta, el feminismo oficial no necesita críticos, se descalifica solo. Manda huevos.
Al final, con iniciativas como esta, el feminismo oficial no necesita críticos, se descalifica solo. Manda huevos #Masculinidad #Igualdad Compartir en X