Necesitamos buenos periodistas

Estamos saliendo de la crisis sanitaria y entramos en la tormentosa crisis económica. Esta situación nos está llevando, y nos llevará aún más, a una tensión muy importante. Cuando las cosas no salen bien, se pagan las consecuencias.

Esta es tierra fértil para la polarización y la crispación, especialmente en España, donde siempre han estado presentes las placas tectónicas de las dos Españas. Ante este polvorín, los partidos políticos han decidido alimentarlo en lugar de poner concordia. Desgraciadamente, esta actitud de los políticos ya es una costumbre arraigada en nuestro país. Y entonces, ¿quién pone paz? Teóricamente, los periodistas deberían ser uno de los colectivos llamados a tener un papel relevante en este sentido. El periodismo es capaz de salir de la óptica subjetiva y centrarse únicamente en la objetiva, en los hechos, en informar. Ahora bien, leyendo la mayoría de los medios de este país, parece que cada uno ha tomado partido por una España, y una vez situados en la trinchera, no paran de lanzar munición contra el enemigo, es decir, la otra mitad de España.

Por lo tanto, gran parte del periodismo en vez de intentar mitigar la polarización, alimenta el monstruo de argumentos, y así inflama aún más el agravio que sienten las dos Españas entre sí. Por ejemplo, con la crisis del coronavirus, según qué periódico se lee, en un mismo día e incluso con los mismos datos expuestos, el gobierno español es considerado uno de los gobiernos más eficaces del mundo contra el virus, según los medios de la España progubernamental, o es considerado un peligro por su omisión y errores en la gestión, según los medios de la España de la oposición.

Un segundo argumento para ilustrar esta falta de imparcialidad de los medios es que, cuando en alguna ocasión me han preguntado sobre qué medio de comunicación consultar para poder informarse de la forma más fidedigna posible de la realidad, he tenido de recomendar varios medios, acompañando cada uno de su posicionamiento político. Como es lógico, muy a menudo el interlocutor ha puesto cara de póquer, calculando todo el tiempo que necesitaría para poder informarse de forma más o menos correcta según mi criterio.

Es esencial que en los momentos tan difíciles que vivimos vuelva a haber una mayoría de buenos periodistas que permitan a la sociedad separar la mentira de la realidad.

Entonces, ¿cómo identificar al buen periodista?

Para resumir, nadie sabe lo que vota un buen periodista. Un día pienso que vota un color y el siguiente pienso que vota lo contrario. Esta es una buena señal. Además, el buen periodista es capaz de hacer el mismo titular con unos datos y los opuestos. Por ejemplo, ya han sido varias las noticias que han aparecido referentes a que los países con mujeres como máximo dirigente (Nueva Zelanda, Alemania, etc.) han salido mejor parados del coronavirus que aquellos gobernados por hombres. Pues bien, el periodista que redacta esta noticia debería hacerse la siguiente pregunta: ¿Haría la misma noticia si hubieran sido los países con responsables masculinos quienes hubieran afrontado mejor la crisis? Si la respuesta es negativa, significa que el periodista está implícitamente opinando, porque en el primer caso explica correctamente la realidad, lo que es loable, pero en el segundo estaría omitiendo la realidad que en el primer caso sí explica.

En periodismo, ni los tópicos ni lo políticamente correcto puede existir. Un periodista informa. Lo más sencillo es opinar, como hacen la mayoría de los periodistas (y un servidor), pero lo que es realmente complicado es informar de forma objetiva. Pruébelo y verá que no es fácil.

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