Como es sabido el proyecto de prolongar el gasoducto, que ahora se encuentra parado en Hostalric, para enlazar con la red francesa en Barbairan, ha sido reiteradamente descartado por Francia por considerarlo caro y por no creer que pudiera resolver los problemas que pueda sufrir sobre todo Alemania por la carencia de carburos. También porque gastar ahora dinero en plena transición energética para crear nuevos gasoductos, que en definitiva transportan un gas de gran efecto invernadero, el metano, no tenía sentido. También porque el tiempo de realizar este enlace no solucionaba el problema de este invierno ni del que viene.
La mejora de la idea propuesta por España de adecuarlo para que también pudiera transportar hidrógeno, no sólo encarecía más el proyecto, sino que según declaraciones de la ministra del ramo francesa no estaba nada claro cuál era la capacidad productora de este gas por parte española.
Todo esto eran objeciones de peso que también enmascaraban intereses franceses. Tener que gastar dinero en una obra que ellos no necesitan porque tienen una firme apuesta por la energía nuclear.
Ahora de forma sorprendente han llegado a un acuerdo, pero no para llevar a cabo este tramo de poco más de un centenar de kilómetros, sino para una obra mucho mayor y compleja. Un gasoducto submarino que uniría Barcelona con Marsella y que estaría pensado ya inicialmente para transportar hidrógeno. La mayoría de objeciones francesa al MidCat también juegan en este segundo proyecto, con la diferencia de que es mucho más caro. Mientras que la conexión por tierra preveía una inversión de 225 millones, el enlace gasístico submarino significará al menos 3.000 millones, si no se presentan problemas e inconvenientes.
Por otra parte, el plazo es mucho más largo, porque no sólo no existe proyecto, sino que es un planteamiento radicalmente nuevo que de entrada tendrá que empezar por los correspondientes estudios geológicos del fondo marino. Por tanto, estamos ante una obra que hasta que sea operativa transcurrirán casi 3 años y que no tiene bien resuelta en estos momentos su financiación, si bien todas las partes esperan que pague Europa. BarMar, que es el nombre del nuevo proyecto, parece, según los expertos, fruto de la improvisación. Sus primeros detalles no empezarán a definirse hasta la reunión prevista para el 9 de diciembre y en todo caso tratará de empezar de cero.
Los mal pensados pueden sospechar que todo es un imaginario que permite salvar la cara a todos los implicados, a Francia porque le quita de encima la presión española y alemana del MidCat y deja en manos de un «vaya, vaya, desde luego” y a Sánchez porque le permite exhibir sobre el papel una conclusión que se parece mucho a la que pretendía, la de convertir a España en un hub energético, lo que no deja de ser interesante dado que somos altamente deficitarios en recursos de esta naturaleza. Tenemos, eso sí, el 30% de plantas regasificadoras de toda Europa, pero no parece que sea suficiente para convertirnos en una potencia energética. Sobre todo cuando dependemos absolutamente del petróleo y el gas ajeno, y además queremos cerrar las centrales nucleares en funcionamiento.