Perdón, en realidad queremos decir para el área metropolitana de Barcelona y, por ser más exactos, para una parte de la misma, aquella que junto al Barcelonès, se extiende, por un lado, hacia el Garraf y por otro, hasta la Costa Brava sur y penetra hacia el interior hasta los límites del Vallès Oriental y Occidental, con una punta que se extiende hacia el interior. En total 202 municipios de Barcelona y Girona.
Mañana se entrará en el grado de emergencia nivel I porque los embalses del interior se habrán situado en el 16,3% de media. De hecho, este anuncio será poco percibido por las viviendas porque el límite está en los 200 litros de agua/día y habitante, pero la media de este territorio es de 170. En la fase II las restricciones para los hogares se situarían en los 180 litros y, por tanto, tampoco tendrían afectación y deberíamos llegar a la fase III de 160 litros para que la gente de Barcelona y su entorno notaran los efectos que, básicamente, consistirían en reducir la presión del agua. En consecuencia, la percepción de la gravedad de la sequía que pueda tener un ciudadano poco consciente del escenario seguirá siendo pequeña.
Pero, el impacto económico, que ya es grande en estos momentos, no digamos el ecológico, sobre nuestros bosques, se multiplicará. Como siempre el más afectados será el agricultor, porque la restricción alcanzará el 80% del consumo del agua, lo que hará prácticamente inviables los cultivos de regadío. Se puede consolar pensando que agricultores y agricultura hay poca en esta parte del territorio y es cierto, pero el problema es que existen y que necesitan soluciones, empezando por todo el Delta del Llobregat.
Mucho más contundente será el impacto sobre el sector industrial porque verá reducida la disponibilidad de agua en un 25% y esto puede acarrear graves problemas a las industrias que dependen de este recurso en sus procesos de producción. La consecuencia será la merma de ésta.
El tercer capítulo de grandes afectaciones económicas será el turismo porque ya desde ahora los hoteles no podrán llenar sus piscinas. Esto en febrero no resulta especialmente grave, pero si la situación se prolonga, para este gremio no será necesario que empeore el panorama. Bastará con el estadio actual para que vean reducido uno de los atractivos, que es el de la piscina para un turismo basado en el sol y la playa.
Hay unos municipios, muy pocos, que sí notarán la restricción porque su consumo supera los 200 litros por habitante y día. Se trata de Cervelló, Palma de Cervelló, Corbera del Llobregat, Begues y Sant Vicenç dels Horts.
Ésta es la radiografía del momento. La Generalitat habla poco de las consecuencias por dos razones fundamentales. La primera, por no llamar más al mal tiempo de las ayudas económicas. Hasta ahora, la industria poco ha reclamado en este sentido, pero pronto se pondrá en la cola de las peticiones. Hay que ver lo que dicen en las semanas sucesivas las organizaciones empresariales, Pimec y Foment, así como la Cámara de Comercio de Barcelona.
El problema puede tomar una gravedad crítica si a partir de marzo no se producen importantes lluvias. Que ahora y en febrero no llueva entra en el régimen normal que determina que en nuestro clima los inviernos sean secos. Pero también hace prever que las primaveras sean lluviosas junto al otoño. De hecho, son los dos períodos en los que se puede pensar en recuperar parte de lo perdido. Sin embargo, la caída de reservas es tal, las temperaturas para la época del año tan elevadas que, si no se produce una primavera extraordinariamente lluviosa, entraríamos en el período de verano en condiciones muy críticas para toda la actividad económica del área metropolitana y buena parte de Girona. Mientras, los embalses del río Ebro registran niveles notablemente altos de agua embalsada.
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