En Francia, gobierno y sindicatos se preparan para un jueves 19 de enero que podría ser decisivo para la supervivencia del presidente Emmanuel Macron. Se trata de la primera convocatoria de huelga masiva contra la anunciada reforma del sistema de pensiones.
Mientras que las izquierdas, el partido de Marine Le Pen y los sindicatos en bloque llaman a la movilización total, numerosos franceses temen ante todo por los posibles problemas de transportes y penurias de combustible y otros bienes básicos que las protestas podrían ocasionar.
En Francia, la reforma de las pensiones se percibe, tanto desde el gobierno como la oposición, como «la madre de todas las batallas», tal y como el rotativo Le Figaro la describía recientemente.
Macron ya intentó en su primer mandato una reforma sustancial del actual sistema de pensiones, basado en el modelo de repartición como el español. Esto significa que las generaciones en edad de trabajar pagan la jubilación de quienes previamente habían cotizado, y así sucesivamente.
En su segundo intento, el presidente Macron ha dejado de lado su ambición inicial y propone únicamente una serie de ajustes en los parámetros del sistema. Entre ellos, la medida clave de retrasar la edad común para jubilarse de los 62 a los 64 años.
En su discurso de Año Nuevo, el mandatario francés declaró: “tal y como les prometí, este año será el año de reformar el sistema de pensiones para equilibrarlo para los próximos años y décadas. Debemos trabajar más”.
Las críticas llueven sobre Macron desde dos extremos opuestos: por la izquierda (pero también la derecha alternativa de Le Pen), la voluntad es mantener, o incluso rebajar la edad de jubilación, en el caso de la extrema izquierda de Jean- Luc Mélenchon.
Por otra parte, hay voces que argumentan que el problema con el sistema francés actual no reside en sus parámetros, sino en el propio modelo. En efecto, éste asume -como en el caso español- que siempre habrá una base de trabajadores más importante y mejor remunerada que la precedente para pagar unas pensiones que no paran de crecer en duración (por la esperanza de vida creciente, al menos hasta recientemente) y en prestaciones (por los sueldos más elevados de los nuevos jubilados).
Desprovisto de la legitimidad de las urnas y de la energía necesarias para realizar una reforma de la profundidad necesaria (por ejemplo para pasar del modelo de reparto a uno de capitalización, donde cada trabajador prepara su propia jubilación en vez de pagar la de los ya jubilados), Macron intenta al menos dar un nuevo impulso a su mandato y presentarse ante Bruselas como un socio fiable comprometido con los objetivos de reducción de la deuda pública.
Macron depende de los mayores de 65 años para mantenerse en el poder
Según las últimas encuestas, más de dos terceras partes de los franceses se declaran contra la nueva reforma de Macron. La única categoría de población mayoritariamente favorable es la de los actuales jubilados, que saldrían indemnes si la reforma llegara a aplicarse. Pero también hay que considerar que, según apuntan todos los estudios electorales, Macron depende de los mayores de 65 años para mantenerse en el poder.
Por su parte, los sindicatos ya han fijado su objetivo de cara a la jornada del 19 de enero: movilizar a más de un millón de personas en las calles de toda Francia.
Y por último, un apunte importante: esta vez los sindicatos de policía han declarado unirse a los manifestantes. Si las fuerzas del orden se mantienen durablemente en la calle (a diferencia de lo que sucedió durante la crisis de los chalecos amarillos del 2018-2019), las cosas podrían complicarse mucho para Macron.
Los sindicatos ya han fijado su objetivo de cara a la jornada del 19 de enero: movilizar a más de un millón de personas en las calles de toda Francia Share on X